En exclusiva para ‘Aristegui en Vivo’, el analista y exconsejero electoral del IFE, Alfredo Figueroa, denunció la incapacidad del Instituto Nacional Electoral para notificar al expresidente Andrés Manuel López Obrador en la investigación sobre el caso de su hermano, Pío López Obrador. Figueroa critica que, a cinco años del inicio del proceso, no se haya encontrado al entonces presidente debido a que supuestamente ya no vive en el domicilio registrado, lo que considera una falla grave e inadmisible en la fiscalización.
“Resulta que sí, sí, sí citaron al señor Andrés Manuel López Obrador, pero, como ahí se puede advertir y se puede leer, resulta que no pudieron encontrarlo, Carmen, no pudieron notificarlo porque pues ya no vive en el domicilio que ellos tienen registrado, y entonces lo pasan por alto.
De ese tamaño están ocurriendo cosas en nuestro país. Resulta que la autoridad pone por escrito una cosa que es increíble, que el expresidente de la República, el entonces presidente de México, no puede ser notificado, no pueden encontrarlo, y por lo tanto, pues simplemente dejan las cosas en el estado que estaban.
No tenemos o no advertimos un testimonio más que el que fue público respecto de esto. De ese tamaño es las omisiones, yo diría la impericia, la incompetencia, y casi diría, Carmen, el cinismo de una autoridad que para argumentar, ahondar en el asunto, incluso no puede notificar al presidente de la República, al expresidente de México. Creo que es una muestra clara de lo que veníamos señalando previamente.”
Este caso, como muchos mas, ilustra la doble moral de los órganos de la justicia a partir del caso Pío López Obrador y cómo el INE/Tribunal manipularon la balanza según les convino.
La justicia electoral: telaraña para moscas, alfombra roja para pájaros
El sainete de Pío López Obrador es el espejo donde la justicia electoral mexicana se ve sin maquillaje: una institución que repite con solemnidad que “todos somos iguales ante la ley”, pero que en su actuar se parece más a un portero de antro: a unos les revisa hasta los calcetines y a otros les abre la puerta con cortesía servil.
El Instituto Nacional Electoral “no logró localizar” al presidente para que declarara en la investigación sobre los famosos sobres con dinero. Vaya hallazgo: un presidente que aparece dos horas al día en la conferencia mañanera y al que, según esto, nadie pudo encontrar. Aquí el INE parece más un detective de caricatura que una autoridad que presume rigor.
Lo grotesco no está en la torpeza, sino en lo que revela: la ley de dos pesas y dos medidas. A unos candidatos se les cancela por errores en un informe de gastos de campaña, a otros se les persigue por una botella de agua fuera de lugar, pero si el apellido pesa como plomo en las encuestas o en Palacio, entonces las pesquisas se disuelven. La telaraña sólo atrapa moscas, nunca pájaros: un consejero menor, un partido chiquito o un aspirante incómodo no tienen escapatoria; las figuras de peso, en cambio, atraviesan la red con un simple aleteo.
El expediente Pío naufragó sin que nadie se despeinara. El propio presidente ni citatorio recibió, y la autoridad electoral parece perfectamente cómoda con su incapacidad selectiva. La ironía es que el sistema se justifica con la letanía de la institucionalidad, cuando lo que tenemos es un monumento a la discrecionalidad.
En resumen: el mensaje es cruelmente claro. La ley se aplica con rigor contra quien no tiene cómo defenderse, pero para los grandes nombres la justicia mexicana ofrece la mejor de las coartadas: la incapacidad de “localizarlos”. En un país donde las instituciones se ufanan de “blindar la democracia”, este episodio muestra que lo blindado, en realidad, es la impunidad de los poderosos.
Con informacion: ARISTEGUI/
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