El problema de la extorsión desde los penales de Tamaulipas,como acusan los gobernadores de Nuevo León y Guanajuato es muy sencillo de entender si se habla claro: la corrupción es más fuerte que cualquier pared, reja o inhibidor de señal y los funcionarios de alto nivel parecen estar tan “bloqueados” como los celulares que pretenden silenciar.
¿Cómo funcionan los inhibidores?
Los penales de Tamaulipas tienen, según la Secretaría de Seguridad Pública, “40 inhibidores de señal” para evitar el uso de teléfonos celulares, además de arcos detectores de metal, rayos X, cámaras y tecnología de vigilancia de última generación. El chiste es que estos aparatos deberían impedir que los internos tengan comunicación para organizar extorsiones telefónicas, coordinando llamadas al exterior para amenazar y extorsionar a víctimas inocentes.
¿Por qué no funcionan los bloqueadores?
Aunque los bloqueadores están ahí (o deberían estar conectados), el 70% de las llamadas de extorsión en estados vecinos como Nuevo León provienen de un solo penal en Tamaulipas, según el gobernador de Nuevo Leon, de Altamira,sede el Cartel del Golfo. O sea, los aparatos bloquean la señal, pero no bloquean el soborno ni la complicidad de funcionarios.

Si no existe un gobernador ni directivos “inhibidos” de sus propias conductas criminales,como revela la conducta criminógena de Americo Villarreal y cuando quienes mandan resultan ser los son socios del crimen,ningún aparato tecnológico logrará frenar la corrupción que permite pasar celulares, chips, y hasta renta de señal a los reos VIP.
La conclusión obvia
En resumen: los bloqueadores no bloquean nada más que las ganas de aplaudir, porque la extorsión sigue viva gracias a la impunidad institucionalizada. No existen inhibidores de sobornos, ni gobiernos “inmunizados” para conductas delictivas. La tecnología sirve hasta donde le deja la corrupción—y ahí sí que nadie la apaga.
Con informacion: MILENIO/

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