La caricatura no necesita pies de foto: ahí están, en su ambiente natural, los senadores resolviendo sus diferencias como dictan sus instintos más primitivos, a puro grito y manotazo, para deleite del respetable público que, harto de promesas huecas, al menos exige buen espectáculo.
No importa quién lanzó el primer “chingazo”. Si algo queda claro en este ring pluripartidista forrado de cinismo, es que los contendientes, lejos de buscar el bien común, compiten por el cinturón de “sinvergüenza con mayor testosterona”, luciendo su impresentable la catadura de siempre. Y aunque no son del mismo partido,si son los que siempre nos la parten, pues son compadres de las mismas mañas, exhibiendo una y otra vez que la patria no es primero, sino quien suelta el primer chingadazo o cachetazo marca arme como el que recibió el chango investido de Senador.
No hace falta nombrarlos; los conocemos de sobra. Espectáculo lamentable pero honesto: aquí nadie esconde su ADN político ni su proclividad a la testosterona legislativa. En vez de leyes, hay llaves. En vez de debates, mordidas (literales y simbólicas). Y de ética, mejor ni hablamos: ese round jamás lo han disputado.
Y como buen circo senatorial, lo único que sigue en su lugar es la jauría aullando despues de los golpes, entre la vergüenza ajena y la sospecha de que, tal vez, este “show” grotesco es exactamente lo que merecen quienes los pusieron ahí.
Con informacion: ELNORTE/PACO CALDERON

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