La paradoja es tremenda: más de 13 mil militares con fuerzas especiales patrullando y, sin embargo, las cifras del delito se siguen comportándo en Sinaloa,como si en vez de blindaje hubiera barra libre.
Sinaloa,o mejor dicho “Sinalivio”, enfrenta un repunte en delitos patrimoniales en medio de la guerra que libran las facciones del Cártel de Sinaloa: los Mayitos y los Chapitos.
Mientras el robo de vehículos tuvo un incremento del 276 por ciento en el primer semestre del año, los robos en comercios registraron un alza del 108 por ciento, de acuerdo con cifras oficiales.En el primer semestre, el robo de autos pasó de 676 en el 2024 a 2 mil 543 en este año.
Trece mil militares después, y el changarro de la seguridad sigue solo
Sinaloa arde y las cuentas no cuadran. La narrativa oficial presume operativos, miles de detenidos de alto impacto,retenes y despliegues “históricos” de más de 13 mil militares entre Ejército y Guardia Nacional. Pero las cifras que llegan, frías y duras, aparecen como un cachetadón a la retórica triunfalista: los delitos patrimoniales van al alza, no a la baja. Traducción simple: parece que no hay nadie despachando el changarro de la seguridad.
Porque, díganme, ¿cómo se supone que se conciba cualquier estrategia seria cuando en lugar de contener la violencia, se multiplica como gremlins mojados? En el mejor de los casos, estamos frente a un plan que nació fallido; en el peor, frente a un plan que nunca existió.
Los números son lapidarios: el robo de vehículos subió 276% en sólo seis meses, pasando de 676 despojos en 2024 a 2 mil 543 unidades en 2025 —es decir, 14 autos birlados cada día, la mayoría con violencia. Mientras tanto, los asaltos a comercios treparon 108%, con 1,407 casos en este mismo lapso.

Y si de sangre hablamos, el saldo se vuelve escalofriante: 1,904 homicidios dolosos en el semestre, un 266% más que el año pasado. Ocho de cada diez muertos cayeron a balazos, como si la entidad fuera un campo de tiro donde la vida cuenta menos que una bala en descuento.
La narrativa oficial insiste en que la presencia militar “contiene” y “disuade”. Lo que las cifras muestran es lo contrario: el Cártel de Sinaloa, fracturado entre los hijos de Joaquín Guzmán y los vestigios de ‘El Mayo’ Zambada, libra una guerra que ha convertido a Culiacán en laboratorio de terror. Narcobloqueos, balaceras, comercios amedrentados, extorsiones a la vista de todos.
Y, ojo, los robos no sólo buscan botín inmediato: cada asalto es también un golpe psicológico —y económico— contra los sectores productivos que apenas sostienen la economía local. Una estrategia de guerra financiera donde la delincuencia juega a aplastar al contrario usando a la sociedad como rehén.
¿La conclusión inevitable?
Que la famosa “guerra contra el crimen” parece rendirle cuentas sólo al crimen. Los de uniforme se ven muchos, sí, pero los de las armas largas sin uniforme ,encharcados y pertrechados,mandan más. Y en ese intermedio, la sociedad sinaloense queda arrinconada, atrapada en la ironía más cruel: a mayor despliegue militar, mayor botín para la delincuencia.(…ojo,ha sido la regla trasexenal desde hace mas de 710 mil ejecutados).
Mientras tanto, la pregunta no es si la estrategia funciona o el estratega salio balín (…aparte de mentiroso compulsivo) ,lo evidente es ,que se esta dirigiendo un plan cuyo saldo prueba que no existe. Porque si el objetivo era contener, y lo que tenemos es crecimiento exponencial de delitos, entonces no estamos frente a un fracaso: estamos frente a un vació total de autoridad…
“El changarro sigue abierto, pero nadie atiende”.

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