El profundo hartazgo y desconfianza hacia las instituciones estatales ante la crisis de desapariciones en Sinaloa, evidencian al Estado no solo como vulgar “cuentamuertos”, también un acumulador de cifras de desaparecidos que ademas contabiliza con cuentas mochas.
La cifra —2,800 desaparecidos sólo en Sinaloa, reconocida por colectivos y no por las autoridades— revela que, para muchas familias, la desaparición es casi sinónimo de muerte, pues casi ninguno de estos casos se resuelve con vida y la impunidad es prácticamente absoluta.
Descrédito institucional y normalización de la barbarie
Las autoridades presumen “avances” en infraestructura forense y centros de identificación, pero las madres buscadoras advierten que sus reclamos no son de cifras, sino del dolor y la ausencia de sus seres queridos, y que esa “infraestructura” resulta “insuficiente” frente a la inmovilidad estatal frente a los nuevos casos que surgen cada día. El contraste es brutal: discursos oficiales llenos de promesas y estadísticas opacas versus familias que desconfían de las instituciones y optan por el silencio ante el riesgo y la falta de resultados.
Impunidad y cinismo oficial
El “fracaso del Estado” se enmascara con cifras, protocolos y declaraciones reiterativas mientras la impunidad y el rezago en la identificación de cuerpos crecen: sólo en 2023 se recibieron más de 94,000 cuerpos, con escasos avances en la identificación, mientras una minoría de víctimas accede a un registro oficial de atención, como cita el imdhd.org
Solo el 3% del presupuesto de las fiscalías se destina a servicios forenses, y las propias buscadoras viven en riesgo constante, con asesinatos impunes entre sus filas.
Entre “cuentamuertos” y fosas: lo que realmente se denuncia
En los lamentables hechos,los informes oficiales terminan “acumulando muertos” en cifras que ya acusan mas de 133 mil desaparecidos en Mexico, invisibilizando el creciente número de familias que no denuncian y la falta absoluta de confianza en la policía y el sistema judicial.
Ante la ausencia de búsqueda institucional real, la responsabilidad ha recaído en colectivas de madres y familias, convertidas en buscadoras, en un Estado que no solo falla en proteger, sino que —por omisión o complicidad— perpetúa la barbarie.
En síntesis, la crítica feroz e irreverente denuncia la normalización de la tragedia, el cinismo de la burocracia y la brutal contradicción entre el discurso oficial y el infierno cotidiano que viven las familias en busca de sus desaparecidos en México por culpa de un gobierno y sus autoridades en extremo mediocres, ademas de cómplices.
Con informacion: REVISTA ESPEJO/ RNPDNLO
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