El gobierno de Tamaulipas, el de Morena bajo el mando de Américo Villarreal, opera al vaivén de sus entrañas, como si las decisiones de Estado dependieran más del ardor estomacal que de la materia gris que este pasado viernes terminó en otro ajuste de cuentas con la ex-alcaldesa Maki Ortiz Dominguez,considerada por el gobernador, como su eterna rival.
Para complacer su grotesca vendetta, el gobernador Villarreal Anaya desplegó el pasado viernes en Reynosa,una guerra institucional, removiendo la placa conmemorativa que señalaba que la construcción del CBTIS 302 en Reynosa se realizó durante su administración como presidenta municipal.
La administración estatal parecia descaradamente obsesionada con ajustar cuentas personales, utilizando el aparato público para satisfacer vendettas baratas, mientras la verdadera podredumbre moral del sistema es cuidadosamente ignorada.
Que dijo Maki Ortiz:
Ortiz cuestionó que en lugar de reconocer las obras realizadas, se intente borrar la memoria de los ciudadanos, y pidió a las autoridades enfocarse en gestionar más recursos para la educación en Reynosa y Tamaulipas. Recordó que, aunque no es obligación de los municipios, durante su administración se invirtieron cientos de millones de pesos en infraestructura educativa, becas, titulación de universitarios y equipamiento escolar.
“De bajeza de espíritues quitar la placa de inauguración de quien construyó una obra en una ciudad, un estado o un país”.
Aunque mientras el gobernador se desvive azuzando rencillas políticas—dejando claro que su prioridad es el ego y la revancha—en Reynosa hay una calle que lleva el nombre de un fundador del Cártel del Golfo, un personaje no solo emblemático del crimen organizado, sino también beneficiado en su momento por Americo Villarreal Guerra (1987-1993), padre del exgobernador.
Ni un atisbo de prisa ni de “ofensa institucional”: la memoria del crimen, disfrazada de homenaje oficial, permanece impoluta mientras el poder sigue solapando lo peor del pasado.

Así se expone la doble moral imperante de Americo: energía ilimitada para castigar a rivales políticos que se encaminan a buscar la gubernatura, pero absoluta indiferencia ante la herencia de criminales apadrinados.
La administración actual de Americo Villarreal está regida por la hormona y no por la neurona, más ocupada en los pleitos intestinos que en limpiar verdaderamente el historial de impunidad y corrupción que avergüenza a Tamaulipas y de la que Americo es parte medular, en este y otros frentes de batalla que mantienen sin AVAnce a Tamaulipas a casi 3 años del gobierno.
El circo es descarado: se rasgan las vestiduras por placas administrativas, pero una calle sigue honrando impúdicamente a quien cimentó la tragedia del narco, bajo la anuencia y complicidad histórica de quienes hoy detentan el poder.
No hay progreso cuando la brújula ética del estado apunta directo al hígado y el olfato solo sirve para perseguir adversarios. El contraste es brutal y el saldo, una bofetada a cualquier aspiración de justicia auténtica.
Con informacion: ELMAÑANA DE REYNOSA/ ELNORTE/

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