Antes de que se la llevaran, a Nayeli Cyrene Cinco le dio tiempo a esconder a sus hijas detrás de unos tanques de agua en la azotea. Cuando el pasado 22 de junio, un comando armado irrumpió en su casa en Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, la mujer, de 30 años, trató de huir con su familia, pero ella no consiguió escapar a tiempo.
Ahora, su rapto se ha convertido en una pieza clave en el secuestro de los 16 empleados de la secretaría de Seguridad estatal. El grupo criminal que tiene a los funcionarios exigió el miércoles en un comunicado que la cantante fuera liberada, en lo que apunta a un juego de rehenes entre mafias. Más de 1.000 elementos buscan por tierra y aire al personal secuestrado, después de dos días sin conocer su paradero. El gobernador de Chiapas, Rutilio, ha asegurado que “no van a parar hasta encontrarlos”.
Las imágenes de una cámara de seguridad muestran a dos camionetas negras entrar en la tarde del 22 de junio al fraccionamiento Santa Clara, al norte de Tuxtla Gutiérrez. Justo después se ve a una mujer correr por una azotea junto a dos menores, de 10 y cinco años de edad. Sin embargo, la cantante fue agarrada por el pelo por uno de los sujetos armados que entró a la casa agarró, y arrastrada hacia las escaleras, según ha conocido El Universal. Minutos después Nayeli Cinco fue subida a uno de los todoterrenos y sacada del fraccionamiento. Las niñas fueron las que pidieron ayuda a los vecinos alrededor de las 18.30 horas.
Desde entonces nada se había sabido de la cantante. Su familia organizó una protesta el domingo para presionar a las autoridades a que la encontraran con vida. Su caso había quedado opacado entre las innumerables denuncias de jóvenes sin localizar en México, donde siete mujeres son desaparecidas cada día. Sin embargo, su secuestro ha vuelto a los focos después de que el martes por la noche, la Secretaría de Seguridad de Chiapas confirmara que 16 de sus empleados habían sido raptados en un confuso ataque sobre el que todavía hay más huecos que certezas.
Secuestro de trabajadores de seguridad pública en Chiapas
Familiares de los 16 funcionarios secuestrados durante un bloqueo, el 28 de junio.
El martes, un autobús de la secretaría salía del cuartel general Llano San Juan, situado en Ocozocoautla, hacia Tuxtla. En la carretera que va a la capital, de unos 34 kilómetros, dos camionetas interceptaron a los trabajadores. Hasta donde se sabe todos son personal administrativo y no hay ninguna mujer entre los secuestrados. Un día después aparecieron unos videos de los funcionarios: estaban vivos y aparentemente en buen estado.
En las imágenes son obligados a leer un comunicado de parte de los secuestradores en el que exigen la destitución de Francisco Orantes, subsecretario de Seguridad del Estado, Roberto Yahir Hernández, director de la policía fronteriza, y Marco Antonio Burguete, director de la policía Estatal preventiva. Según el mensaje transmitido por los captores el conflicto que tienen es únicamente con la policía estatal:
“No hay problema con otro tipo de autoridades”.
Es en ese video donde aparece la primera pista sobre Nayeli. Uno de los funcionarios que lee un papel llega a decir sin especificar su nombre: “Ella no tiene nada que ver, al igual que nosotros, estamos pagando justos por pecadores. Por favor”. Horas después en otro video, uno de los secuestradores, que oculta su rostro con un casco, señala: “Así como en este caso intervinieron las autoridades rápidamente para buscar a los trabajadores de la Secretaría queremos que también intervengan por una persona que es Nayeli. No queremos problemas con ustedes, queremos negociar”.
La información difundida hasta ahora apunta a que la mujer fue secuestrada por el Cártel de Sinaloa, que se encuentra en guerra abierta con el Cartel Jalisco Nueva Generación por el control del tráfico de personas y sustancias en Chiapas. En ese sentido, en el mensaje leído por los funcionarios, los captores acusan a los tres altos cargos de seguridad de tener como jefe a El Pulseras. Ese nombre hace referencia a Jesús Esteban Machado Meza, El Güero Pulseras, identificado como uno de los líderes del Cártel de Sinaloa.
Además, según ha difundido Milenio, en un grupo de WhatsApp con policías los supuestos captores escribieron: “Les hacemos un comunicado a todos los policías del Estado de Chiapas que la bronca y el pleito no es con ustedes, sino contra el Cártel de Sinaloa. El pleito es con los traidores que dicen ser “jefes” de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de nombres Roberto Yahir Hernández y Francisco Orantes, Pancho Orantes.
Porque ellos dos tienen un cochinero el Estado ya que trabajan con el cártel de Sinaloa de la mano con el Jesús Esteban Machado Meza, El Güero Pulseras, al que le dan protección y permiten que se mueva en todo el Estado”. En los mensajes también se decía: “Este levantón de personal de la SSP fue porque ellos permitieron al Güero Pulseras levantar a la femenil Nayeli Cyrene Cinco Martínez, si no la regresan con vida lo mismo se hará a su personal que se levantó. Hasta para eso son pinches mugrosos como El Pulseras no respetan códigos porque a la familia se le respeta”.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha asegurado que no van a ceder a la petición de los secuestradores de cesar a Orantes, Hernández y Burguete, pero que sí van a ser investigados. El presidente también ha señalado que se trata de un enfrentamiento entre grupos, algo “relevante y común”, pero aseguró que no tienen que hacerse daño, ni ellos mismos, ni a gente inocente que está cumpliendo con su responsabilidad.
Hace meses que las organizaciones de derechos humanos alertan de un recrudecimiento de la violencia en Chiapas. Un informe del Centro de Derechos Humanos Gray Bartolomé de las Casas (Frayba), publicado a principios de mayo, afirmaba que “Chiapas es un polvorín asediado por “nteracciones notables entre delincuencia organizada, grupos armados y evidentes vínculos con los Gobiernos y empresas”. El ataque a territorio zapatista, la pelea entre carteles que ha obligado a miles de personas a huir de sus pueblos y el tráfico de personas que asedia a los migrantes que cruzan la frontera sur ha convertido al Estado en un nuevo epicentro de la violencia en México.
Fuente.-Beatriz Guillen/Diario Español/