Luego de cruentos y sangrientos ataques a tres hospitales en Culiacán, Sinaloa, la noche de ayer sábado fueron hallados los cuerpos de dos hombres con un narcomensaje de “La Chapiza”, facción del Cártel de Sinaloa en disputa con “Los Mayitos”.
Los cuerpos fueron encontrados alrededor de las 19:00 horas en un camino de terracería en el poblado de El Pinole, de la sindicatura de Culiacancito, al norponiente de la capital sinaloense, en las inmediaciones de una reconocida empresa de carne, de acuerdo con reportes locales.
Este asesinato,es solo la evidencia el poder territorial del Cártel de Sinaloa y el fracaso de la estrategia militar y federal para contener la violencia en la región. Los recientes ataques, el mensaje amenazante y el contexto político muestran una situación crítica que desmiente el discurso oficial de mejoría en seguridad pública de que “vamos bien pero aun no terminamos”, cuando en los hechos los que aun no terminan, son ellos.
Narcomensaje y ataques recientes
El hallazgo de cuerpos con mensajes explícitos de “La Chapiza” tras la jornada violenta —incluyendo ataques en hospitales— es una señal de control territorial y capacidad de intimidación de esta facción vinculada a los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán. La frase “Sigan mandando más carne de cañón. Así van a quedar” revela una estrategia de comunicación y terror propia de grupos criminales que disputan el territorio frente a adversarios internos y al Estado.
Fragilidad de la respuesta oficial
A pesar del discurso del gobernador Rubén Rocha Moya, quien asegura que la situación “va mejor” y presume ante la presidenta Claudia Sheinbaum un supuesto avance, la realidad muestra una presencia criminal activa; incluso eventos cívicos como el Grito de Independencia han sido afectados por la narcoviolencia. La reanudación tentativa de los festejos en 2025 se da bajo la sombra de incidentes recientes, evidenciando que el control estatal es, en el mejor de los casos, parcial.
Poder y fractura criminal
La disputa entre “La Chapiza” y “Los Mayitos”, ambas ramas internas del Cártel de Sinaloa, demuestra la fragmentación del crimen organizado y un entorno de violencia donde el Estado es relegado a un papel secundario bajo la estrategia de mas de lo mismo de estratega de utileria,Omar Hamid García Harfuch. Los ataques a hospitales —espacios tradicionalmente protegidos incluso en situaciones de conflicto— subrayan la extrema impunidad y la forma en que los grupos armados imponen sus reglas frente a la población y las autoridades locales y federales.
La información presentada deja en claro que el Estado mexicano —tanto a nivel federal como militar— no logra ni disuadir ni contener la violencia criminal en Sinaloa. La narrativa oficial es desmentida cada día por hechos que reflejan un dominio territorial y un mensaje abierto de desafío por parte del Cártel de Sinaloa y sus facciones, colocando en entredicho el papel real del gobierno en la garantía de seguridad y el imperio de la ley.
Con informacion: NOROESTE/

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