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sábado, 23 de agosto de 2025

“MAS POLITIQUERIA EMPACADA al VACIO”: “PARA que se SIGAN RETORCIENDO HAY les VA el CAFE del BIENESTAR”: dijo SHEINBAUM al ABANDONAR PAPEL de ESTADISTA y ASUMIR el de ARGUENDERA”…asi nos quedamos sin un gobierno serio y con un Estado jugando al mercadito.


Ahora, a la mesa, el Café del Bienestar. Y luego de las críticas recibidas por el Chocolate del Bienestar producido por el Gobierno, la Presidenta Claudia Sheinbaum machacó: “Vamos a presentar pronto el Café del Bienestar, para que se sigan retorciendo”.

De estadista a arguendera

La presidenta Claudia Sheinbaum, en lugar de situarse el el guion de estadista, le salió la vena de arguendera de mercado: que si el chocolate, que si el café, que si los críticos “se retuercen”. Vaya nivel. Como si gobernar un país consistiera en ver quién chilla más fuerte en la plaza. 

Nadie duda de la nobleza de apoyar a cafeticultoras de Guerrero ni de darle salida a su producción, pero de ahí a poner a la jefa del Ejecutivo a cacarear “¡y que les arda!” ,por un chocolate que ademas tiene tres sellos negros como alertas oficiales que contradicen el “Bienestar” de la salud. 

Porque si el sello oficial del gobierno es ya el tono de “venganza” y “cacayacas”, lo que se vende no es ni café ni chocolate, sino politiquería empacada al vacío.

Análisis serio: el fracaso del Estado-empresario

El problema de fondo no es que se comercialice café comunitario ni que se impulse producción local —eso es positivo y necesario—, sino el rumbo que toma cuando el Estado intenta convertirse en empresario minorista.

Históricamente, los intentos del gobierno mexicano de saltar al mercado como productor y competidor han tropezado y los errores comunes se repiten:

  • Ineficiencia: el aparato público no está diseñado para competir en dinamismo ni en costos con el sector privado.
  • Contradicción normativa: se impulsa un producto “del Bienestar” mientras se predica contra la comida chatarra y, paradójicamente, se lanza un chocolate con sellos de advertencia por exceso de azúcares.
  • Uso político de la marca: se explota el nombre “Bienestar” como si fuera un slogan mercadológico, desdibujando su papel social y poniéndolo en la arena de la mercadotecnia electoral.
  • Distorsión del papel del Estado: el gobierno tiene como función garantizar reglas justas, infraestructura y apoyo a productores, no convertirse en vendedor de estantería en tiendas oficiales.

Si lo que se busca es justicia económica para las cafeticultoras y las comunidades de la Montaña de Guerrero, la vía más sólida y duradera no es vender café soluble con etiqueta partidista, sino fortalecer cadenas productivas, certificar calidad, abrir canales de exportación y garantizar precios justos.

Cuando el poder político baja al mostrador para vender golosinas, el costo no lo paga la Presidenta que presume, sino el país que se queda sin un gobierno serio y con un Estado jugando al mercadito.

El por que del titulo: 

Más politiquería empacada al vacío: ‘para que se sigan retorciendo, ahí les va el Café del Bienestar’, dijo Sheinbaum al abandonar papel de estadista y asumir el de arguendera”— busca la fuerza crítica con sentido analítico. y te desglosamos nuestros argumentos que pueden sostenerse sólidamente, ademas del por qué no es un insulto personal, sino una caracterización política:


1. De estadista a arguendera: el desliz retórico

El término arguendera en este caso no pretende ser un agravio sexista ni personal, sino un recurso descriptivo para mostrar un cambio de registro político.

  • Un estadista habla con visión de Estado, proyectando políticas públicas, soluciones estructurales, argumentos sólidos de gobierno.
  • Una arguendera, en sentido coloquial mexicano, es quien lleva el pleito a la plaza pública con chacoteo, bravata y ruido, más parecido a un regateo de mercado que a la conducción de una nación.

No es pues un insulto, sino una crítica a la degradación del discurso presidencial hacia el tono de las cacayacas o las frases para provocar al adversario (“para que se retuerzan”), que suenan más a pleito de tianguis que a política de Estado.


2. El producto como símbolo de improvisación

El Café del Bienestar no es en sí mismo el problema; apoyar a cafeticultoras guerrerenses es loable. El choque viene de tres planos:

  • Contradicción discursiva: mientras el gobierno invierte recursos para campañas contra comida chatarra, empaqueta y vende un producto —ya fue el chocolate, ahora el café— enredado con sellos de advertencia y cuestionamientos sanitarios.
  • Confusión de papeles: el Estado debe crear condiciones para la producción y distribución comunitaria, no competir directamente como tendero en el mercado minorista.
  • Uso político de la marca “Bienestar”: no como política pública, sino como sello comercial-electoral. Esto rebaja el sentido institucional del Estado al nivel de una marca promocional.

3. El fracaso del Estado-empresario: lecciones históricas

Los ingenios azucareros estatizados, las empresas paraestatales, son tan solo un viejo ejemplo de la toda la maquinaria de los 70’s y 80’s de un “Estado-empresario” que terminó generando corrupcion,Ineficiencia e incapacidad para competir en costos y productividad, ademas de cargas fiscales con empresas quebradas que eran rescatadas con dinero público.

  • Politiquería: proyectos usados como bandera, no como motor económico real.

Repetir el mismo formato en versión boutique-populista (con chocolates, cafés y marcas oficiales) es caer en un déjà vu histórico.


4. De la política social a la politiquería empacada

El mensaje presidencial: “que se sigan retorciendo”. Aquí se abandona la narrativa de conciliación y de proyecto de nación para caer en la provocación de plaza pública.

  • Los programas sociales no tienen por qué anunciarse como “castigo” al crítico.
  • Las comunidades no deberían ser usadas como piezas en un ajedrez de revancha discursiva.
  • Gobernar no es vender cápsulas de café ni cacarear el enojo ajeno: es diseñar políticas que duren más que una administración.

El resultado es clara politiquería empacada al vacío: empaques atractivos y slogans ruidosos, pero sin profundidad, sin estrategia de Estado detrás.


✅ Cierre argumentativo:
No es un insulto personal llamar arguendera a la Presidenta cuando se describe la actitud discursiva de bajar al nivel de la bulla y la bravata. Lo inaceptable no es que impulse café comunitario, sino que lo haga como si gobernar el país fuera un pleito de tianguis. Eso deja al Estado no como garante de justicia económica, sino como vendedor de mostrador con delantal partidista. Y en ese gesto, sí, nos quedamos sin un gobierno serio y con un país jugando al mercadito.

Con informacion: ELNORTE/

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