Tras la confesión de Ismael “El Mayo” Zambada sobre haber sobornado a políticos durante décadas para facilitar el tráfico de drogas, el Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, que fue aludido en una carta por el mismo capo que acudio a la cita de la segunda traición porque le dijeron que iban a verse para arreglar la primera con Melesio Cuen , ahora finge demencia e hizo un llamado a que se presenten las pruebas correspondientes, y aseguró que, en caso de haberlas, “todos deben someterse a la justicia“.
En entrevista colectiva, el Mandatario morenista señaló que “todo puede ocurrir” en el caso de este capo preso en los Estados Unidos, pero insistió en que las acusaciones deben ir acompañadas de evidencia para que las autoridades mexicanas puedan actuar.
Por su parte,Omar García Harfuch refirió que las detenciones más recientes por sobornos han sido contra funcionarios y policías locales, y que no se tiene conocimiento de que militares o marinos hayan sido cooptados por el crimen organizado.
Vamonos por partes
Primero lo primero: Mis respetos—y mis dudas—para el honorable gobernador de Sinaloa, que corre presuroso a plantarse al lado de la presidenta, exigiendo (¡faltaba más!) “pruebas, pruebas y más pruebas” contra el Mayo Zambada. Como si el narco veterano de cinco malditas décadas, leyenda viva de la impunidad institucional, fuera a expedir recibos con folio fiscal, sello digital y QR: “Recibí X millones. Firma: Mayo”.
“¡Queremos evidencias!” repiten con cara de indignados—pero sólo cuando la cosa salpica fuera de sus filas. Qué cómodo exigir la cadena de custodia y hasta peritaje grafoscópico, cuando en el fondo saben que la mera existencia del Mayo, libre tras tantos gobiernos, ya es evidencia aplastante de complicidad y omisión. Pero bueno, siempre hay que echarse la de abogado: “If you can’t dazzle them with brilliance, baffle them with bullshit“ o lo que es lo mismo,”Si no puedes deslumbrarlos con tu inteligencia, confúndelos con tonterías.”
Ahora, los tecnicismos.
En derecho mexicano y gringo, el testimonio es prueba plena admisible ante el juez. En los tribunales de Estados Unidos, las declaraciones juradas (“sworn statements” o “affidavits”) son materia central en las condenas por crimen organizado. Y en México, el artículo 217 del Código Nacional de Procedimientos Penales deja clarísimo que “la prueba testimonial es válida, valorada conforme a la sana crítica, lógica y experiencia”. No es un chiste, señores: si el testigo es creíble, se puede condenar. No se necesitan videos de TikTok ni recibos del SAT.
A ver, que nadie ha pedido consta-ante-notario y acta circunstanciada de cada “moche” cobrado. Los criminales no dejan machete de recibos. Pero las confesiones de coimados y testigos protegidos (sí, ja, esos que salen cuando las ratas saltan del barco o se pelean entre ellas) son prueba. Lo que pasa es que aquí les conviene patear el bote, pedir “pruebas irrefutables” toda la vida… para nunca llegar al fondo.
Y para colmo, el estratega Harfuch, ese mismo que ha sido señalado por los mismos hechos—¡ah, pero cómo le encargo el cinismo!—ahora sale de abogado defensor… pero de los militares, de esa cofradía donde las mochadas circulaban en racimo como aguinaldo extendido. O sea: el que recibe, exculpa a los que recibían con él. Grandeza moral, cero. Credibilidad, menos que cero.
Así que dejen de hacerla de fiscalistas:
- El testimonio es probado, aceptado y hasta celebrado en sus propios juicios (cuando les conviene).
- En cualquiera de las dos jurisdicciones (gringa y mexicana), ya hay material suficiente para iniciar proceso—si realmente quisieran justicia, más allá del show mediático.
- Y el de Sinaloa, ¿de qué me habla de exigencias, si hasta el silencio prolongado del Mayo es prueba de que todo el aparato se le ha cuadrado durante décadas, tan asi,que capo nunca tuvo una orden de captura.
¿Quieren más pruebas?
Lo que no quieren es abrir la última caja de Pandora que, todos temen abrir. Es un lodazal donde como marranos trompudos, el expresidente y muchos gobernadores chacualeaban las patas.
Conclusión jurídica—y política:
El mundo narco no da recibos, pero sí da testigos. Y esos testigos, por ley, son prueba. El que exige lo imposible—es porque, en el fondo, no quiere justicia, sólo protegerse del diluvio.
Se los firmo y se los cobro.
Con informacion: ELNORTE/

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