El Magistrado del Decimosegundo Circuito otorgó un amparo
contra la formal prisión dictada al ex líder del Cártel de Sinaloa por volar y
aterrizar clandestinamente una aeronave en 2012 en Baja California Sur. En la
acusación no se especifica si esas actividades aéreas eran con fines
delictivos. La presunta prostituta a la que el sinaloense mandó llevar a una
villa de Punta Ballena le pagaría con favores sexuales una liposucción que el
capo le pagó en un hospital de Guadalajara. Por lo menos en dos ocasiones
estuvo el narcotraficante en la misma residencia.
En 2012, cuando se desarrollaba la cumbre del G-20 en Los Cabos, Joaquín
Guzmán Loera “El Chapo”, aterrizó en tierras de Baja California Sur. Con
información de la DEA (Agencia Antinarcóticos de los Estados Unidos) la Policía
Federal realizó un operativo para detenerlo en aquella ocasión, pero se les
fue.
Tijuana,MX.-11/Feb/2015 Es el caso aquel donde solo encontraron a la mujer
dedicada a la prostitución con la que el capo sinaloense se encontraría en las
playas sudcalifornianas.
Por aquel hecho y por ese operativo, en Baja California
Sur se inició una investigación y a la detención del narcotraficante en febrero
de 2014, en junio de ese año, se le decretó auto de formal prisión en la causa
penal 29/2014 por su probable responsabilidad en el delito denominado “vuelos
clandestinos, en las modalidades de realizar vuelos clandestinos y proporcionar
los medios para facilitar el aterrizaje o despegue de aeronaves en vuelo
clandestino”. El 25 de septiembre, en la segunda instancia se modificó –nada
sustancial– la formal prisión.
Sin embargo en el Primer Tribunal Unitario del
Decimosegundo Circuito, el Juez Sergio Antonio Álvarez concedió un amparo al
narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán para dejar sin efecto el auto de
formal prisión que le fue dictado en un juzgado de Baja California Sur por su
presunta responsabilidad en la operación de vuelos y aterrizajes clandestinos,
hechos derivados de su escapatoria de Los Cabos en febrero de 2012.
El otorgamiento del amparo no es para dejarle en
libertad, sino para reponerle el procedimiento judicial, pues para que la
conducta ilícita sea sancionable, tienen que probar que dicho vuelo clandestino
tenía como objetivo una actividad ilícita, elemento esencial que omitieron
analizar el Magistrado del Tribunal Unitario del Vigesimosexto Circuito y el
Juez Segundo de Distrito en el Estado de Baja California Sur, ambos con
residencia en la ciudad de La Paz al momento de procesar al capo.
Así, el tribunal sudcaliforniano debe dejar insubsistente
dicho auto judicial y emitir una nueva resolución en la que razone si se
acredita o no el elemento al que se hace mención en el delito específico: que
los motivos de los vuelos fueron con fines ilícitos.
El fallo de amparo será notificado vía exhorto en las
próximas horas a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, quien desde hace casi un año
se encuentra recluido en el Centro Federal de Readaptación Social número 1
“Altiplano”, en Almoloya de Juárez, Estado de México.
La visitas del “Chapo” a BCS
El mediodía del 15 de febrero de 2012, personal del área
de mantenimiento y de servicio del campo de golf del desarrollo Cabo Real
reportó al Sector Naval de Los Cabos, el aterrizaje clandestino de una avioneta
pequeña monomotor, de color blanco con franjas azules.
La aeronave bajó en el área del arroyo que se encuentra
paralelo al camino pavimentado que conduce a la subestación de la Comisión
Federal de Electricidad. El sitio colinda con el “Cañón del Tiro” del campo de
golf, ubicado en el kilómetro 19.5 de la carretera transpeninsular, tramo San
José del Cabo-Cabo San Lucas.
Testigos relataron que la avioneta aterrizó proveniente
del norte hacia el sur sobre un camino de terracería habilitado sobre el
arroyo, que aguardaban dos vehículos Chevrolet Suburban de
color blanco y gris cerca del camino. Hubo movimientos y después de unos cinco
minutos las camionetas se retiraron a alta velocidad hacia la carretera. La
avioneta despegó nuevamente hacia el norte.
Los declarantes no pudieron identificar a las personas
involucradas, observar matrículas o si se manipuló alguna carga debido a la
gran distancia a la que se encontraban.
Tras ser avisadas las autoridades, un grupo de 20
elementos y un oficial de la Secretaría de Marina detectaron sobre el camino de
terracería, aledaño al campo de golf, las marcas de rodado de tres neumáticos
de los que utilizan las aeronaves menores, las cuales mostraban claramente el
aterrizaje, vuelta y despegue del aparato.
Se recabaron los testimonios de los agentes de seguridad
privada y de su supervisor, de instructores y profesionales del golf, empleados
de mantenimiento y otros testigos tanto de la empresa Administradora Cabo Real
como del Grupo Questro de seguridad, pero no se estableció la identidad de los
pasajeros y la tripulación, solo se pudo acreditar la existencia del hecho, es
decir de las maniobras del pequeño avión.
Para evitar nuevos descensos de vehículos aéreos,
elementos de la Marina destruyeron la improvisada pista de aterrizaje
clandestina.
Cacería infructuosa
Los días siguientes, en los que coincidió la visita de la
ex primera dama de los Estados Unidos de Norteamérica, Hillary Clinton,
trascendió que el suceso de la aeronave estaba vinculado a la presencia del
narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán en la zona de Los Cabos,
concretamente en Punta Ballena.
La información ya no solo estaba en poder de la Marina,
sino en la Procuraduría General de la República. El 21 de febrero de 2012 se
recibió una “denuncia anónima” indicando que en una villa en Cabo San Lucas, se
registraban movimientos sospechosos de entradas y salidas de camionetas Suburban con
personas armadas y sospechaban que en el lugar posiblemente estaba escondido
Guzmán Loera.
La PGR, a través de la Subprocuraduría Especializada en
Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) ordenó un despliegue de
agentes federales hasta la península. Más de cien elementos lograron llegar
hasta una residencia muy vistosa, donde tras irrumpir en el sitio detuvieron a
dos hombres y dos mujeres. Se trataba de un chofer, un jardinero, una cocinera
y otra mujer. No estaba “El Chapo” Guzmán. Había escapado minutos antes.
Los agentes aseguraron dos camionetas Chevrolet
Suburban de colores blanco y gris, una camioneta Nissan Quest,
un arma de fuego tipo carabina calibre 5.56, un lanzagranadas calibre 40, tres
granadas de impacto calibre 40, además de siete celulares BlackBerry,
ocho celulares Nokia, una computadora portátil marca Sony y
una bolsa de plástico con aproximadamente 100 gramos de la droga conocida
como ice.
Los detenidos fueron el piloto Ángel Jorge López Urías,
su ayudante Omar Hinojosa Villegas, la cocinera sinaloense María Luisa Macías
Amarillas, una mujer joven de nombre Agustina, presuntamente pareja casual del
narcotraficante Guzmán Loera y, provisionalmente, un hombre que arreglaba el
jardín. Ángel contaba con antecedentes penales, ya que en 2009 fue aprehendido
en poder de 20 mil dólares al parecer provenientes de actividades criminales,
imputación que no fue comprobada y la PGR le tuvo que devolver el dinero en
2010.
De piloto a mandadero
Omar Hinojosa aseguró que el arma de fuego y las granadas
cuya posesión le imputan, fueron localizadas dentro una recámara de la casa
donde estuvo hospedado “El Chapo” y que ignoraba su existencia. De profesión
piloto aviador, Hinojosa dijo que era ayudante del también piloto Ángel López y
declaró que sus funciones eran las de llevar víveres y hacer mandados “para lo
que se ofreciera de la casa”, inmueble que consiguió por encargo su colega para
Joaquín Archivaldo.
El declarante señaló que en diciembre de 2011 suscribió
un contrato de arrendamiento con opción a compra de la villa, cuya operación
fue de 350 mil dólares, con planes para su adquisición definitiva en la
cantidad de un millón de dólares. El detenido se llevaría una comisión cuando
se finiquitara la venta de la residencia.
Agregó Hinojosa que su amigo López Urías le pidió que le
consiguiera un lugar para aterrizar en Los Cabos, a lo que accedió, localizando
el sitio ideal entre San José del Cabo y Cabo San Lucas, a un kilómetro hacia
el cerro de donde se encuentra el Hotel Hilton por la carretera
transpeninsular. Dijo que cuando recibió a su conocido –que piloteaba un avión
CESSNA 206– se dio cuenta que la persona que venía a bordo era el
narcotraficante Joaquín Guzmán Loera junto con un escolta.
Hinojosa Villegas se dirigió de la improvisada pista
hacia la casa rentada. Asegura que “El Chapo” Guzmán y su escolta permanecieron
una semana y media en la residencia para después retirarse en la misma
aeronave. Agregó que por haber conseguido la pista le pagaron 50 mil pesos en
efectivo. Los distinguidos huéspedes regresaron a las dos semanas posteriores y
recibió otra gratificación de 50 mil pesos.
Joaquín Archivaldo y su “secretario” siempre cargaban con
tres maletas, sin que se conociera su contenido, aunque el piloto sirviente
presume que ahí guardaban armas de fuego y granadas. Sobre la cocinera que fue
detenida junto con él, manifestó que fue a recogerla a la Plaza Puerto Paraíso,
en Cabo San Lucas, dos días después de que llegaron “los señores” y su función
solo consistía en preparar alimentos.
De Agustina, el detenido dijo que a ella la recogió en el
aeropuerto de San José del Cabo por instrucciones de su amigo piloto y la llevó
a la casa, donde permaneció aproximadamente una semana y días, pues al parecer
era pareja sentimental de “El Chapo” Guzmán. Sobre el jardinero, agregó que
siempre trabajó con el dueño de la casa y devengaba un sueldo de 2 mil 500
pesos al mes. Su trabajo era, además de tener limpio el jardín, fumigar la casa
por dentro y por fuera.
Además de los 100 mil pesos que el mandadero recibió como
gratificación, le entregaban de cinco mil a diez mil pesos en efectivo para
comprar alimentos y abastecer gasolina, ya que tenía asignadas las dos
camionetas Suburban, una blanca y otra en color oro, modelo 2007 o
2008. Refirió que la camioneta blanca la utilizaba únicamente para trasladar al
“Chapo” Guzmán y la otra para hacer los mandados.
El pago de una liposucción
La villa asegurada en Punta Ballena consta de dos
niveles, con una fachada vistosa en color salmón, con jardín perimetral y un
portón negro. Tenía tejado color rojo y una cochera con capacidad para dos
vehículos. Al fondo de la construcción se aprecia una cúpula con una especie de
campanario, resaltando los pisos exteriores formados con piedra cantera tipo
rústico.
Cuatro recámaras. La principal en el segundo piso, donde
se instalaba Joaquín Archivaldo Guzmán Loera. Las tres restantes estaban en la
planta baja. El cuarto de “El Chapo” se había acondicionado especialmente con
aparatos para hacer ejercicio adquiridos en el Sams’s Club. Se
trataba de un Bio Shaker y una bicicleta estacionaria: estos
equipos se unieron a una caminadora y un aparato para hacer abdominales que ya
ocupaban espacios en la habitación.
Aseguran que cuando estaban en la finca, los huéspedes se
mantenían encerrados en sus habitaciones. Joaquín Archivaldo con la mujer por
la que el chofer iba al aeropuerto y el escolta en un cuarto de abajo. En otra
recámara pernoctaba la cocinera María Luisa y, en la tercera, el declarante,
quien vivía en La Paz y ocasionalmente se quedaba a dormir ahí. Ocupaba su
tiempo en navegar en internet y checaba su correo electrónico.
Agustina, la misteriosa chica a la que vinculan
amorosamente con el narcotraficante sinaloense, declaró que en enero de 2012
conoció a un muchacho cuando se encontraba con unas amigas en el antro “Kuwa”
ubicado en La Isla, Culiacán y que le contó su intención de hacerse la
liposucción para moldear su cuerpo. El muchacho le dijo que había quien le
pagara la operación si convivía con esa persona.
Al día siguiente fue cotizada la cirugía con un costo de
50 mil pesos y el 24 de enero siguiente se realizó la operación en un lujoso
hospital de la ciudad de Guadalajara, donde Agustina permaneció tres o cuatro
días en recuperación. La mujer añadió que todo el tiempo estuvo en contacto con
el intermediario de la operación y que en el mes de febrero fue a “pagar” a su
desconocido benefactor.
El hombre al que conoció en el bar la llevó hasta una
pista de aterrizaje en Mazatlán, donde fue subida a un avión privado y le
vendaron los ojos hasta llegar a su destino que era en Cabo San Lucas. La
llevaron a una casa donde se instaló durante una semana en espera de conocer a
la persona que pagó por su liposucción. Llegado el día, a la medianoche, entró
a la recámara un hombre que le pidió se tapara los ojos con la venda y le dio
un beso.
Aquel desconocido, que ahora se sabe era “El Chapo”
Guzmán, le preguntó a Agustina cómo seguía de salud tras la operación. Ésta le
respondió que bien. El hombre le preguntó que si ya estaba lista –para tener
relaciones sexuales– a lo que la chica dijo que sí, pero al rato de estar
conversando, se dio cuenta –dijo la declarante– de que andaba “en sus días”,
por lo que recomendó a su interlocutor que el encuentro fuera después.
A la puerta de esa habitación se escuchó que tocaban, el
hombre aquel salió y Agustina se acostó. Se quedó dormida hasta el día
siguiente. Fue a la planta baja a desayunar y después irrumpieron violentamente
los agentes federales, deteniéndola a ella, a María Luisa y a los dos hombres
que estaban presentes. Su benefactor no estaba presente. Había logrado escapar.
Delito de vuelos y aterrizajes clandestinos
Se denomina así al que para la realización de actividades
delictivas utilice o permita el uso de aeródromos, aeropuertos, helipuertos,
pistas de aterrizaje o cualquiera otra instalación destinada al tránsito aéreo
que sean de su propiedad o estén a su cargo y cuidado, se le impondrá prisión
de dos a seis años y de cien a trescientos días multa y decomiso de los
instrumentos, objetos o productos del delito, cualquiera que sea su naturaleza.
Si dichas instalaciones son clandestinas, la pena se aumentará hasta en una
mitad.
Las mismas penas se impondrán a quienes realicen vuelos
clandestinos, o proporcionen los medios para facilitar el aterrizaje o despegue
de aeronaves o den reabastecimiento o mantenimiento a las aeronaves utilizadas
en dichas actividades.
Si las prácticas delictivas a que se refiere el primer
párrafo se relacionan con delitos contra la salud, las penas de prisión y de
multa se duplicarán.
Al que construya, instale, acondicione o ponga en
operación los inmuebles e instalaciones a que se refiere el párrafo primero,
sin haber observado las normas de concesión, aviso o permiso contenidas en la
legislación respectiva, se le impondrá de tres a ocho años de prisión y de
ciento cincuenta a cuatrocientos días multa.
Las sanciones previstas en este artículo se impondrán sin
perjuicio de las medidas que disponga la Ley de Vías Generales de Comunicación
y de las sanciones que correspondan, en su caso, por otros delitos cometidos.