Más allá de la jugada política y distractora del presidente, de las serias dudas sobre la autenticidad del documento que se presentó en Palacio Nacional y del indudable efecto político que tuvo ponerle un nombre reptiliano a sus opositores, la realidad es que aún no existe como tal la BOA o Bloque Amplio Opositor y mucho menos un plan tan detallado y maquiavélico como el que el misterioso integrante de Morena y de la 4T que le vendió al presidente el dudoso documento, después de que no se lo quisieron publicar en EL UNIVERSAL.
Lo que sí existe y es real este momento son diversos grupos de oposición, lo mismo en los partidos políticos que buscan una alianza electoral para el 2021, que entre poderosos empresarios que, inconformes con la 4T y sus políticas, financian movimientos civiles como el FRENA e intelectuales y organizaciones de la sociedad que confluyen, algunos más radicales y otros más institucionales, en un mismo objetivo: arrebatarle a Morena y a López Obrador la mayoría en la Cámara de Diputados y a partir de ahí preparar el terreno para la revocación de mandato en el 2022.
Por ejemplo, entre los partidos políticos opositores sí hay contactos y pláticas con miras a lograr una coalición electoral que les permita ir juntos, en distritos y en estados, a las elecciones federales y estatales del 2021. El PAN y MC están analizando en qué distritos y estados les conviene y necesitan aliarse para derrotar a Morena, mientras que el PRI y el PAN también dialogan sobre casos específicos de los 300 distritos electorales o algunas entidades que elegirán gobernador, donde pudieran coligarse. Los tres partidos saben muy bien que si van unidos tienen todas las posibilidades, numéricamente, de arrebatarle la mayoría legislativa a Morena, algo que también saben bien en Palacio Nacional, mientras que en los estados, la alianza PAN-MC-PRI en sus distintas versiones, podría ganar hasta en 10 de las 15 gubernaturas que estarán en disputa.
Y aunque no hay nada formal, sí se están explorando las distintas opciones y combinaciones para una alianza que frene a Morena y a la 4T en la Cámara de Diputados y le arrebate el control del Presupuesto federal. Hace unos días, por ejemplo, se reunieron el panista Santiago Creel, asesor cercano del dirigente Marko Cortés, con el líder del PRI, Alejandro Moreno, y con el ex gobernador de Oaxaca José Murat. El encuentro, en un domicilio particular, fue para analizar en qué casos y bajo qué figura pudiera concretarse una alianza PAN-PRI, sobre todo porque en ambos partidos hay resistencias internas a que los dos partidos que han sido enemigos históricos aparezcan juntos en la boleta electoral.
También es real que hay grupos empresariales, como los de Monterrey, que han decidido hacer activismo y financiar organismos civiles que buscarían la salida anticipada del presidente López Obrador del poder; ahí no hay aún una definición clara, en grupos como el FRENA, de si decidirán enfocar su demanda de “AMLO vete ya” por la vía electoral e institucional, impulsando candidaturas independientes y ciudadanas, o si buscarían un rompimiento constitucional apostando a una renuncia presidencial. Otros grupos empresariales, como la Coparmex o el CCE tienen una estrategia muy clara que apuesta a la vía electoral y que busca impulsar “liderazgos” y posibles candidaturas, que podrían ser independientes o a través de una alianza de partidos, que garanticen el triunfo en distritos estratégicos para ganarle la mayoría a Morena y empujar a partir de eso un movimiento que influya en la revocación de mandato en el 2022.
Hasta ahora esos grupos, todos de oposición abierta a López Obrador y a la continuidad de la 4T no tienen una articulación más allá de los objetivos comunes, pero sí hay esfuerzos y operadores que buscan conectar los recursos y las capacidades de todos esos grupos para garantizar una oposición más efectiva en las urnas en los comicios del 2021. Uno de esos personajes, que dicen está operando y tratando de vincular esfuerzos contra la 4T entre empresarios y partidos es el senador Dante Delgado.
Al coordinador de Movimiento Ciudadano en el Senado se le conoce como un operador consumado que además conoce muy bien al movimiento lopezobradorista porque fue uno de los políticos más cercanos a López Obrador y colaboró de cerca con él en sus primeras dos campañas presidenciales. Delgado fue, por ejemplo, quien presentó a Andrés Manuel con el empresario Alfonso Romo y a través de ese acercamiento le abrió las puertas de los empresarios de Monterrey que lo apoyaron en 2018, pero que hoy son algunos de sus más férreos opositores.
Ese tipo de operación es la que, según afirman en Palacio Nacional, estaría desplegando hoy Dante Delgado para vincular el poder económico y el financiamiento de los grupos empresariales del norte del país, con la alianza de partidos que busca derrotar en las eleciones a López Obrador y a Morena. Así que la BOA como tal no existe aún, y es claro que lo que intentó el presidente, fue ponerle un nombre muy pegajoso y venenoso a sus opositores; ponerle rostro a su enemigo que hoy tiene varias cabezas, pero que bien podría, como lo anticipó el presidente, unirse en un gran bloque y apuntar con todo a las votaciones del próximo año, como el primer paso de una estrategia que busca sacar a Morena del poder y desterrar a la 4T.