El secretario de Seguridad Publica de Tijuana, Baja California y CD Juarez, Chihuahua, el teniente coronel Julián Leyzaola Pérez, reveló haber entregado a la Procuraduría General de la República (PGR) a un “excolega militar”, quien –a nombre del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán Loera– le ofreció 80 mil dólares semanales por dejar operar al cártel de Sinaloa en esa plaza bajacaliforniana.
En una entrevista con el prestigioso semanario estadunidense The New Yorker, y como parte de un amplio artículo titulado “A nombre de la ley”, Leyzaola Pérez asegura al reportero William Finnegan que él personalmente, “y a punta de pistola”, entregó al exmilitar que, a nombre de El Chapo, quiso sumarlo a la lista de policías corruptos en la nómina del cártel de Sinaloa.
–Le pregunté a Leyzaola si alguna vez le habían ofrecido dinero (una “mordida”), escribe Finnegan en el texto de nueve paginas publicado en la última edición de The New Yorker correspondiente a la semana del 18 de octubre.
–¡Oh!, sí –dijo. “Se sentó justo donde usted se encuentra sentado. Era un excolega del Ejercito, pensé que había venido a buscar trabajo, y le dije que lo sentía, pero que no tenía nada para él porque estaba muy viejo para este tipo de trabajo –tenia unos 57 años de edad–”.
“Él me dijo (el exmilitar) –continúa explicando Leyzaola al reportero de The New Yorker–: ‘No estoy buscando trabajo, estoy aquí en calidad de embajador para El Chapo Guzmán. El te quiere pagar 80 mil dólares a la semana por ir a conferencias y reuniones, para echar a andar programas en ciudades hermanas’.
“En otras palabras, quería pagarme por dejar de hacer mi trabajo”, reveló el secretario de Seguridad Publica de Tijuana.
Después de declarar esto, Finnegan describe una serie de muecas y movimientos que hace Leyzaola, quien se encontraba sentado frente a él en su despacho ubicado en el octavo piso en el centro de esa ciudad del norte de México.
“Le dije”, continúa Leyzaola con su recuento sobre el intento de soborno que presuntamente le tendió El Chapo: ‘Eres un traidor a la patria y vas a repetir lo que me acabas de decir’. Hice que se levantara, con mi pistola apuntándole a la cabeza, y lo hice caminar hacia el pasillo, hacia el elevador para salir del edificio y subirse a mi auto; manejar hacia el aeropuerto, volar hacia la Ciudad de México, y después ir directamente a la oficina del procurador general (de la Republica), a donde lo llevé y le dije que repitiera lo que me había dicho”.
Sin embargo, el artículo de Finnegan no da cuenta de lo que pasó después con el “embajador” de El Chapo.
“Los mugrosos”
Luego el semanario estadunidense, que también expone un perfil de Leyzaola, lo señala a éste como el responsable de que haya mermado la narcoviolencia en la plaza de Tijuana, gracias al combate sin cuartel que lleva a cabo el teniente coronel contra los narcotraficantes, a quienes califica de “los mugrosos”, sin importar que pertenezcan al cártel de Sinaloa o al de los Arellano Félix, o a lo que queda de la agrupación criminal que formó Teodoro García Pimentel, El Teo, quien fue capturado en enero pasado.
The New Yorker también da cuenta de la serie de acusaciones que se han hecho en contra de Leyzaola, que van desde la tortura a expolicías, presuntamente acusados de trabajar para el narcotráfico hasta de intimidar a integrantes de grupos defensores de los derechos humanos, aparte de presuntamente estar al servicio de El Chapo Guzmán, razón por la cual le achacan que haya calmado la narcoviolencia en Tijuana.
El periodista estadunidense infiere que, pese a los rumores y dudas que rondan entorno a la figura del funcionario municipal, tanto las autoridades mexicanas como las estadunidenses optan por ignorarlas porque hasta ahora lo que cuenta es que ha disminuido el nivel de violencia en la ciudad de Tijuana.
“La aparente indiferencia de las autoridades de Estados Unidos a muchas de las acusaciones de tortura hechas en contra de Leyzaola es de alguna manera una situación no muy complicada; después de todo, es esencial que en México la policía comience a patear el trasero (de los criminales)”, consigna Finnegan.
Fuente.-The New Yorker.
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