La casta legislativa de Morena convirtió sus labores en una mina de oro, operando una maquinaria que raya en lo absurdo. La mitad de sus diputados, 126 de 253, se embolsaron más de 100 millones de pesos en lo que va del año bajo los conceptos pegajosos de “atención ciudadana” y “asistencia legislativa”—pero ni la sombra de las oficinas que deberían justificar ese gasto. Lo que exigen los reglamentos internos de la Cámara, mantener vínculo permanente y transparente con su distrito, se tomó como chiste; la única oficina que les interesa tuvo las puertas bien abiertas… pero para el dinero.
El modus operandi del saqueo
- Cada diputado cobró 45,786 pesos mensuales por “asistencia legislativa” y 28,772 pesos más por “atención ciudadana”, sumando casi 750,000 pesos solo entre enero y octubre, sin rendir cuentas.
- Como si la fiesta tuviera barra libre, también se embolsaron 58,297 pesos extras para realizar informes legislativos. Resulta que el 60% ni los presenta, violando descaradamente el reglamento que exige informes anuales al electorado.
Exigencia de comprobaciones: el ridículo
La propia coordinación morenista, obligada por la ley y el escándalo, mandó una circular pidiendo a las “honorables” diputadas y diputados que por favor informen la ubicación de sus oficinas (físicas o virtuales), o dejen de rascar el presupuesto. El show de la decencia simula control, pero la mayoría respondió colocando “oficinas virtuales” improvisadas: una liga en internet, un portal de papel, a ver si pasa.
Violaciones legales y cinismo
La burla alcanza niveles escandalosos, pues ese gasto injustificable va en contra de artículos específicos del reglamento interno: el 8, fracción XV (sobre la oficina de enlace ciudadano) y la fracción XVI (informe anual a ciudadanos). Si no lo comprueban, supuestamente tendrían que devolver el dinero… pero la lección ha sido clara: la opacidad y la simulación siguen siendo ley entre estos legisladores.
La vergüenza perdida
En resumen, los diputados morenistas han colocado por encima del deber el arte de la simulación. Convirtieron el mandato en cheque en blanco y la transparencia en pretexto para el negocio. La vergüenza, si alguna vez la tuvieron, quedó sepultada bajo millones mal justificados y el eco vacío de oficinas fantasma.
Con informacion: ELUNIVERSAL/
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