Durante el sexenio de Felipe
Calderón, las fuerzas de seguridad actuaron más de manera reactiva que por
estrategia, documentó el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
En el foro "México:
Seguridad sin guerra", enmarcado en la discusión de la Ley de Seguridad
Interior, el investigador Jorge Romero presentó resultados del trabajo que
coordinó con Alejandro Madrazo cuando formaba parte del Programa de Política de
Drogas del CIDE.
Explicó que analizaron las
circunstancias en que se dieron 3 mil 337 enfrentamientos entre fuerzas
federales y presuntos criminales en el lapso que corre de 2007 a 2011.
Establecieron que en el 84 por
ciento de los casos el detonante de la escaramuza fue la actividad de las
autoridades, contra el 7 por ciento de ocasiones en que estuvieron pasivos, es
decir, que fueron atacados, y el 9 por ciento en que las circunstancias fueron
indeterminadas.
"De este 84 por ciento, el
63 por ciento se detona por presencia física; solamente el 9 por ciento es por
información de terceros, (como) una denuncia; y el 12 por ciento es producto de
una actividad previa, ya sea una orden judicial, ministerial, un trabajo de
inteligencia o un operativo diseñado", señaló el investigador.
En general, según la
investigación, 31 por ciento de los 3 mil 337 enfrentamientos se dieron durante
patrullajes, es decir, de manera fortuita, mientras que sólo el 3 por ciento se
debió a labores de inteligencia y el 2 por ciento al cumplimiento de órdenes
judiciales.
Romero defendió la base de datos
en la que se basó el estudio, pues dijo que, aunque les llegó como una
filtración, pudieron comprobar su validación y determinar que fue generada por
el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
El analista reprochó que en 2006,
cuando llegó Felipe Calderón a la Presidencia, México había vivido su año más
pacífico, con una tasa inferior a 10 homicidios por cada 100 mil habitantes,
misma que en 2011 llegó a 24 homicidios.
En tanto, el investigador Silvano
Cantú consideró que una Ley de Seguridad Interior generaría una zona gris que
acentuaría el desmantelamiento de la garantías logradas en un Estado
democrático.
"La seguridad interior es,
en ese sentido, el gran polizonte en esta historia de la década de
anormalización de la agenda pública", consideró.
"Lo que se está haciendo es
crear una especie de zona gris, indiferenciada, en la que se mezcla la
seguridad pública con la seguridad nacional, y se crea una cosa totalmente
espuria y nueva, pero ambigua, y estos problemas de seguridad interior se
atienden con herramientas de seguridad nacional, pese a que nacieron como problemas
de seguridad pública".
Fuente.-