La “balcanización” de las organizaciones del narcotráfico en Tamaulipas ha desestabilizado al gobierno que encabeza el priista Egidio Torre Cantú, y exhibe el grado de penetración criminal en las esferas oficiales donde la impotencia gubernamental es resultado de años de complicidad con las mafias que mandan en la entidad.
El general Dagoberto Espinosa Rodríguez, comandante militar en la zona, aparece en este escenario como impotente frente la escalada violenta, la cual actualiza el modelo de “estado fallido” que prevalece en la región noreste del país.
México,D.F 10/Feb/2015.- A la oficina del General de brigada Dagoberto Espinosa Rodríguez comenzaron a llegar desde octubre del 2014, cuando asumió el mando de la octava zona militar con cuartel en Reynosa, Tamaulipas, reportes de inteligencia que recogían cómo operaban, los recursos con que contaban, y las conexiones con policías y políticos de las diferentes facciones que formaban el denominado Cartel del Golfo.
Espinosa Rodríguez, un militar de 60 años de edad oriundo de Coatepec, Puebla, venía de ser comandante de la 34 zona militar, con sede en Chetumal, Quintana Roo, donde la problemática del narcotráfico y el crimen organizado se caracterizaba por vendettas aisladas en el puerto de Cancún, tráfico ilegal constante de personas, movimientos de droga terrestre y marítima con puertas de entrada vía la frontera con Belice y las costas de la Riviera Maya. A ésta zona llegó en enero del año pasado en sustitución del
general José Luis Castañeda Jiménez, un militar que poco después sería procesado en tribunales castrenses por malversación del erario público tras su gestión como subdirector de adquisiciones de la secretaría de la Defensa Nacional el sexenio pasado.
Nueve meses después el general Espinosa Rodríguez fue relevado y enviado de comandante de la complicada octava zona militar con jurisdicción en el estado de Tamaulipas. A su arribo los puestos fronterizos de Nuevo Laredo y Reynosa, así como el área de Altamira, Mante y Tampico, venían de meses de sacudidas criminales por los constantes choques entre el grupo paramilitar de los Zetas y las facciones del cartel del Golfo que se disputaban el control de las rutas de estas zonas. Los reacomodos se sucedían pese al operativo que la marina, el ejército y la policía federal llevaban a cabo desde mayo pasado, cuando entró en marcha un nuevo esquema que dividió en cuatro áreas de seguridad la entidad, cada una a cargo de un mando militar divididas entre dos almirantes y dos generales.
El general Espinosa Rodríguez se graduó en 1978 del Colegio Militar como oficial de caballería. De su etapa de oficial de acuerdo a su expediente militar, resalta que sirvió en diferentes momentos en sus primeros años como oficial subalterno en el segundo y tercer regimiento de caballería. Después fue profesor de equitación en el Colegio Militar y oficial instructor en la Escuela Militar de Ingenieros. Tenía el grado de capitán cuando le tocó estar en su primera campaña contra el narcotráfico como oficial de información e inteligencia en la Fuerza de Tarea Marte, en Badiraguato, Sinaloa, en 1988.
Su experiencia de campo le dio votos con sus superiores y en 1992 siendo mayor de caballería viajo a Fort Benning, Georgia, donde realizó el curso de comando y estado mayor general. A su regreso estuvo en varias comisiones, una de ellas fue como subjefe de la sección décima del Estado Mayor de la Defensa, un área dedicada a operaciones contra el narcotráfico, donde fue analista en 1996 ya como teniente coronel. En el verano del aquel año fue enviado a Washington, a la agregaduría militar de la Embajada de México en Estados Unidos, donde permaneció dos años.
Militares consultados en las unidades que dependen del cuartel de la cuarta región militar, que abarca los estados de Nuevo León y Tamaulipas, consideraron que de la experiencia en el mando de tropas que ha tenido el general Espinosa Rodríguez ninguna comisión, ni siquiera en Chiapas donde fue jefe de estado mayor de la 39 zona en los meses del conflicto zapatista, le había requerido poner en práctica sus conocimientos en situaciones límite como le ha ocurrido desde finales de enero y lo que va de este mes de febrero en el área de los municipios de Matamoros, Reynosa, Valle Hermoso y Río Bravo.
Sangría criminal
La confrontación data desde 2011, cuando Samuel Flores Borrego, uno de los jefes de la facción denominada “Los Metros”, fue asesinado por sus antiguos socios acusado de haber sido el “soplón” que “filtró” la ubicación de Ezequiel Cárdenas Guillén, alias “Tony Tormenta”, líder del cartel del Golfo abatido en aquel entonces por la marina. Flores Borrego era hasta ese momento jefe de la organización criminal en la ciudad de Reynosa con influencia en los grupos que operaban en ciudad Miguel Alemán, un municipio que disputaban de forma sanguinaria contra los Zetas.
De aquellas pugnas que se reeditaron en 2012 y durante el 2013, dos personajes han adquirido mayor relevancia para las áreas de información de inteligencia de la marina, el ejército y la policía federal.
Se trata de Ángel Prado Rodríguez, alias “el Ciclón 7”, un testaferro que ascendió a jefe del cartel del Golfo en Matamoros al mando de la facción de “los Ciclones”, y quien habría entrado en
sangrienta disputa contra Juan Francisco Carrizalez, apodado “el 98 Carrizales”, jefe de los “Metros” en el municipio de Río Bravo. La diputa sería porque Carrizalez buscaría quedarse con el control de Matamoros, donde quienes mandan serían “los Ciclones”. Un tercer involucrado en la disputa, identificado como
Sergio Velázquez, apodado “el Gafe”, se desconoce si el mote le viene por haber pertenecido a este cuerpo de élite del ejército,
estaría aliado con Carrizales para hacerse con el control del paso fronterizo que comunica con Brownsville, Texas.
Cada una de las facciones controlan varios corredores de droga, tienen entradas de dinero constante producto de extorsiones, secuestros y cobros de “derechos de tránsito” para grupos que pasan droga que viene de Michoacán, Colima, Jalisco y Guerrero. Una fuente militar que pidió no ser citado por grado ni nombre, explicó que la fragmentación de la organización del Golfo se debe no solo a la disputa por el control y administración de estas rutas, sino por tener mayor peso en la interlocución con el poder político que cada vez más se ha centrado a nivel federal.
La columna vertebral de los grupos criminales siguen siendo las policías, tanto estatales como algunos grupos de federales, añade. Son sus fuentes de información, de abastecimiento y funcionan como “cordones” de seguridad.
El mando militar en la región tiene información que desde hace varios años las fuerzas federales están infiltradas, esto explicaría que en determinando momento los grupos criminales se muevan en caravanas de 35 a 40 camionetas sin que sean interceptados por el ejército o la marina. Cuando se ha llegado a romper esa “burbuja” de protección, es cuando se han dado los enfrentamientos, como ha ocurrido en los últimos días.
La “balcanización” de la frontera tamaulipeca
Los choques armados se incrementaron desde la madrugada del sábado, continuaron durante el domingo y conforme avanzó la semana, se escalonaron uno a uno con imágenes de camiones de pasajeros atravesados en la carretera que comunica Matamoros con Reynosa. Otras vías como la que va de ésta ciudad a Río Bravo, tuvo choques prolongados donde la llegada de efectivos del ejército y la marina fue recibida a tiros.
El bloqueo de puentes internacionales en Matamoros, llevó al Departamento de Estado estadounidense por medio del consulado en esta ciudad, a lanzar una alerta a todos sus ciudadanos del riesgo que existía si viajaban a México. Los reportes de enfrentamientos a tiros se multiplicaron desde el lunes y a lo largo de la semana en municipios como Valle Hermoso, Río Bravo, Reynosa, Matamoros y Progreso.
El lunes 2 de febrero el Grupo de Coordinación Tamaulipas informó en un comunicado, que en dos hechos diferentes efectivos del ejército y la marina fueron atacados a tiros por civiles armados que forman parte de grupos delincuenciales que operan en Valle Hermoso y Reynosa. “Al repeler los ataques, los marinos y policías estatales abatieron a cinco de los agresores no identificados”, decía el boletín. El caos vial fue una constante a lo largo de los siguientes días. La táctica de bloquear las vías permitió a los grupos armados desplazarse sin que fueran ubicados en su huida tras atacar a las fuerzas federales. Los helicópteros de la marina, la policía federal y el ejército, resultaron insuficientes para atender los llamados en los cinco municipios donde se reportaron choques armados.
Cada miércoles la alcaldía de Matamoros desarrollaba desde hace algunos meses el llamado “Miércoles Ciudadano”. El evento de atención ciudadana del pasado 4 de febrero fue llamado el “miércoles violento”. Se tuvo que cancelar por el descubrimiento de una granada en el estacionamiento de la presidencia municipal que no llegó a detonar, el hallazgo se dio en los momentos en que se reportaban dos bloqueos en la carretera que va de ésta ciudad a Reynosa. Apenas el día anterior en esa misma zona, se habían reportado enfrentamientos que dejaron un saldo de al menos nueve muertos.
El jueves y viernes los ataques se incrementaron con una cifra preliminar de la menos 30 muertos. Algunos reportes referían que los testaferros se llevaban a sus compañeros muertos, por lo que la cifra podría ser superior. El mismo miércoles los ataques se dirigieron contra
Enrique Juárez Torres, director editorial del periódico “El Mañana” de Matamoros, miembro de la cadena fundada por la familia Deandar con rotativos en Reynosa y Nuevo Laredo. Un comando armado irrumpió de forma violenta en la redacción del diario, amenazaron al personal y reclamaron que en los días previos publicaran los sucesos registrados en la frontera. Horas antes, una de las camionetas donde se distribuía el periódico, fue interceptada en la autopista que une Matamoros con Reynosa mientras el chofer también era amenazado de muerte.
Los individuos que entraron al periódico preguntaron por el director, se dirigieron a su oficina en el segundo piso y lo encararon en su oficina. Hubo un forcejeo con dos de los testaferros que entraron de manera abrupta y lo sometieron para sacarlo por la fuerza del lugar. ―Te vamos a quebrar―le dijo uno de los agresores. En el auto donde lo subieron, el director del periódico fue golpeado en el vientre y en la cabeza mientras lo señalaban de ser el responsable de publicar las notas de los días anteriores sobre las balaceras, bloqueos y enfrentamientos que se venían suscitando en la ciudad. Le dieron varias vueltas por calles aledañas y momentos después, golpeado y amenazado, lo dejaron abandonado frente a las instalaciones del rotativo. Horas después la empresa editora del medio anunció que Juárez Torres y su familia se veían obligados a salir de México para refugiarse en los Estados Unidos. Al día siguiente la mayor parte de la redacción no se presentó a trabajar y varios de los empleados renunciaron.
La escalada violenta continuó en el corredor que une los municipios de Matamoros, Valle Hermoso y Río Bravo. A las 21:30 horas del viernes, una granada de fragmentación fue arrojada contra las instalaciones de Televisa Matamoros la cual al hacer explosión hirió a tres trabajadores de seguridad quienes tuvieron que ser llevados de emergencia al hospital. Las huellas de la detonación quedaron marcadas en la fachada de la sede de la televisora y circularon en las horas posteriores por la red de Internet.
La alcaldesa Leticia Salazar lanzó una llamada de auxilio al gobierno federal, ante la incapacidad del ejército, la marina y la policía federal para contener la ola violenta, y pidió reforzar su presencia en el municipio. El fin de semana vía redes sociales, la edil escribió en su cuenta de Twitter: “En las últimas horas se ha recrudecido la situación de riesgo en la ciudad, sino tienen algo extraordinario que hacer en la calle resguárdense en sus hogares con sus familias. Las áreas a mi cargo como las corporaciones federales están trabajando arduamente para recuperar la paz y la tranquilidad de nuestro querido Matamoros”.
Era tan “arduo” el trabajo que decía la alcaldesa, que la violencia lejos de aminorar continuó el fin de semana y se extendió a otras localidades. Mientras al paso de los días las tropas que encabeza el general Dagoberto Espinosa Rodríguez, lucían impotentes ante la emergencia en la frontera.
fuente.-@Velediaz424/texto
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