Pobre Andrés Manuel López Obrador y el AIFA. Su juguete nuevo que no sirve. Su magna obra que no despega. Un aeropuerto tan presumido, tan alabado, tan cacareado, y tan inútil. Mientras que el AICM traslada a 373 mil pasajeros al mes, el AIFA sólo logra 17 mil.
Helo ahí, reluciente, con una cafetería Starbucks, y nada más 8 a 12 vuelos al día, medio llenos. Helo ahí, construido por militares, manejado por militares, aprovechado por militares y símbolo de la pleitesía que el poder civil ahora le rinde al poder militar. Un tributo a la terquedad, un monumento a la militarización, un regalo que López Obrador se hizo a sí mismo y a sus nuevos amigos. Un aeropuerto que entretiene, pero no funciona.
armados de corrupcion:
Y por ello los esfuerzos desesperados del Presidente para obligar a su utilización, aunque sea a la fuerza. Curioso que AMLO me criticara en una mañanera hace meses por pronosticar que ese sería el caso, cuando ha terminado imponiendo medidas, redactadas en su cabeza y dictadas desde Palacio Nacional.
Fiel a su estilo de gobernar, López Obrador invoca la razón, pero recurre a la imposición. Si alguna institución se resiste a los machetazos, no tardan los decretazos. Si las aerolíneas no tienen demanda suficiente para despegar desde el AIFA, serán obligadas a hacerlo. Obediencia mata evidencia. Juguete presidencial mata obra pública racional. Patrimonialismo mata patriotismo.
El Presidente tiene una responsabilidad fiduciaria y moral sobre el erario, pero no le importa desperdiciarlo si de comprar pilas para su muñeco se trata. De acuerdo con los estados financieros del AIFA, 90 centavos de cada peso que el aeropuerto reporta como ingresos, fueron una ayuda del Gobierno. Un subsidio permanente para pagar el cachivache promovido por Riobóo, a cambio de nombrar y mantener en la Suprema Corte a su esposa, Yasmín Esquivel.
Para 2023, el Gobierno proyecta proveer 836 millones 230 mil 355 pesos, según el Presupuesto de Egresos de la Federación de 2023, casi lo doble que lo solicitado para el primer año de operación. Ya lo había advertido la ASF: el plan de negocios del AIFA no tiene sustento alguno, ni técnico, ni económico. Por eso, perdió 22 millones 902 mil 811 pesos en su primer mes de operaciones. Un fracaso rotundo, excepto para quien se beneficia del subsidio. Y no es el pueblo de México, no es el Estado. Es el Ejército.
Hasta ahora, el único logro del AIFA ha sido que Joe Biden aterrizara ahí. A cambio, México aceptó recibir a 30 mil deportados -nicaragüenses, haitianos, salvadoreños y guatemaltecos- al mes. Un quid pro quo vergonzoso en el cual México entregó el oro de la política migratoria por los espejitos del AIFA.
Para tapar el elefante blanco financiado por el Estado, López Obrador ahora intenta forzar al uso del Felipe Ángeles, aunque no haya buenas razones para hacerlo. Aunque coloque a las aerolíneas nacionales en riesgo de quiebra con la propuesta de cabotaje. Aunque produzca disrupciones masivas en el transporte de carga al obligar que se traslade del AICM al AIFA.
Detrás de los decretazos y las propuestas de reforma constitucional no hay estudios de costo-beneficio, de competitividad, de competencia, de eficiencia, de diagnósticos provistos por la SCT. Hay ideas peregrinas que transitan del pensamiento presidencial al papel. Ocurrencias transformadas en decretos. Caprichos convertidos en cambios a la Constitución.
En el caso del cabotaje, cualquier medida que fomente la competencia, baje los costos y favorezca a los consumidores en loable. Pero no si se instrumenta solo en México, sin asegurar la reciprocidad para que las aerolíneas mexicanas vuelen tramos domésticos en otros países. No si la iniciativa presidencial ignora los métodos de asignación de "slots" para nuevas rutas, o desestima los impactos económicos de la medida. Lo mismo para la terminación de los vuelos de carga al AICM y su traslado al AIFA.
¿Alguien en el Gobierno ha proyectado cuántos almacenes se requerirán, cuántas rutas de salida terrestre se necesitarán, cuántos centros de logística se crearán, cuántos tráileres se comprarán, cuántas cadenas de suministro se trasladarán?
El Tren Maya no contempló los cenotes, Dos Bocas no tomó en cuenta las inundaciones, y el AIFA reproducirá el mismo patrón. Un Presidente que trata al País como su guardería personal, y lo llena de juguetes caros e inservibles.
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