Un hombre ha matado al menos a ocho personas, entre ellas niños, y ha dejado a otras siete heridas, tres de ellas muy graves, en el tiroteo perpetrado ayer sábado en un concurrido centro comercial de Allen, una localidad de 105.000 habitantes en las afueras de Dallas (Texas, EE UU), según ha informado la Policía local.
El tirador también ha muerto, abatido por un agente de policía, según ha confirmado el departamento de policía de Allen en una rueda de prensa. Es un nuevo episodio en la larga lista de casos en lo que va de año en Estados Unidos en los que las balas transforman una jornada normal en una escena de caos y horror.
El tiroteo comenzó en el centro comercial Allen Premium Outlets en torno a las 15.40 horas locales, en momentos en los que el complejo de tiendas se encontraba muy concurrido, especialmente por familias que habían salido de compras en un sábado por la tarde. Un vídeo muestra cómo el autor de los disparos baja de un vehículo de color plata, que deja abierto en medio de un aparcamiento, y comienza a abrir fuego de manera indiscriminada.
El ruido de los disparos hizo que cientos de personas echaran a correr presas del pánico para abandonar el lugar.
Siete personas habían fallecido ya en el momento en el que los servicios de socorro llegaron al centro comercial, y otras dos murieron más tarde. Las edades de los heridos —tres muy graves, cuatro estables— oscilan entre los cinco y los 61 años, según las autoridades hospitalarias de la zona. Hasta el momento se desconoce qué motivó a abrir fuego al atacante, que actuó en solitario.
“Es una tragedia. La gente va a necesitar respuestas”, ha declarado el jefe de la Policía de Allen, Brian Harvey, en una rueda de prensa. “Lamentamos que estas familias tengan que afrontar esa pérdida”.
La tragedia pudo ser aún mayor. Un agente de la policía se encontraba en la zona respondiendo a otro aviso cuando oyó los disparos que procedían del centro comercial. “Fue hacia donde se oían los balazos, se enfrentó al sospechoso y neutralizó al sospechoso”, ha indicado Harvey.
El administrador de operaciones Joshua Barnwell declaró a la emisora de televisión Fox 4 Dallas que había oído al menos 30 disparos y pudo ver unos 60 casquillos de bala en el sitio del incidente. Las imágenes que emite el canal WFAA muestran el centro comercial rodeado por vehículos de la policía.
Fontayne Payton, de 35 años, se encontraba en un establecimiento de ropa cuando oyó el sonido de los disparos pese a los auriculares que llevaba en ese momento, según declaró a la agencia Associated Press. “Fue tan ruidoso, sonaba como si fuera justo fuera”. Los dependientes de la tienda agruparon a los clientes presentes en los probadores y en un almacén cerrado con llave. Cuando finalmente recibieron la autorización para salir, Payton vio el cristal del escaparate roto y un surco de sangre. En los alrededores, ropa ensangrentada y sandalias tiradas por los suelos. En el exterior del centro comercial vio cuerpos.
“Rezo para que no fueran niños, pero parecían niños”, ha declarado el testigo. Los cuerpos que vio de las víctimas estaban en el suelo sobre bolsas y cubiertos con toallas blancas. Asume que otro cadáver apartado de los demás y que no estaba cubierto, un varón vestido con ropa negra, era el del sospechoso.
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha sido informado de la situación, según ha confirmado la Casa Blanca. La oficina presidencial “sigue muy de cerca la situación y se encuentra en contacto con los funcionarios y la policía locales para ofrecer su apoyo”, ha indicado un portavoz.
El gobernador de Texas, Gregg Abbott, ha condenado la “tragedia indescriptible” en un comunicado en el que asegura: “Nuestros corazones están con la gente de Allen”. Abbott ha prometido toda la ayuda necesaria para la investigación.
El tiroteo de este sábado en Texas es el más reciente en una larga lista, que se hace más extensa casi a diario, de tiroteos masivos en Estados Unidos en lo que va de año. Según la ONG Gun Violence Archive, que contabiliza los ataques con armas de fuego que dejan al menos cuatro víctimas sin contar al autor de los disparos, se han producido 198 de este tipo de sucesos en todo el territorio estadounidense desde enero y hasta este sábado.
El pasado miércoles, un hombre mató a una mujer e hirió a otras cuatro en una clínica en Atlanta. Dos días antes, un hombre incluido en el registro de delincuentes sexuales asesinó a seis personas, entre ellas su esposa y tres de sus hijos. El fin de semana pasado, otro varón se cobró la vida de cinco vecinos que le habían pedido que dejara de disparar en su jardín en Cleveland, también en Texas.
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