Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba, ex gobernador de Tamaulipas (1999-2004) arrestado el 9 de abril de 2017 en Florencia, Italia, y preso en los Estados Unidos desde 2018, pasó gran parte de su cautiverio en el Centro de Detención Federal de Houston, una prisión de seguridad ubicada en la ciudad del mismo nombre, en el condado de Harris, Texas. Un ex convicto que estuvo en el mismo reclusorio revela a Hora Cero cómo vio al considerado reo peligroso tras las rejas.
Fueron varias las veces que lo vi, a la distancia, porque a nadie se le permite acercársele. Él estaba en el piso 7 de la cárcel federal de Houston, yo estaba pisos más abajo. Él es reo peligroso, por todo lo que se le investigó y todo eso…; entonces a mí me piden los custodios que me detenga, mientras a él lo custodiaban otros, por un pasillo.
“Como yo, iba con las manos esposadas al frente, debajo de su cintura y la cadena le daba vuelta, como si fuera un cinto para dar hasta abajo, pues también iba esposado de los pies. Su uniforme, como los del piso 7, naranja; caminaba despacio. Lo llevaban a la enfermería”.
El entrevistado, quien pide permanecer en el anonimato bajo el mote de "José", admite que, aunque ya sabía que el ex gobernante tamaulipeco estaba en esa prisión, tuvo un impacto al verlo.
“Pues sí, uno lo ve cuando fue gobernador con tanto poder y digamos, te impresiona. Sí lo había mirado ya detenido, en periódicos, en la tele, pero verlo ahí en persona, pues te asombra”, platica José.
El Centro de Detención Federal de Houston (Houston Federal Detention Center), también conocida como la cárcel federal de Houston, alberga tanto a hombres como a mujeres delincuentes, de todos los niveles de seguridad.
Las mujeres, que son alrededor de 300 reclusas, visten uniforme color amarillo y están en el piso tres. Los hombres, que son la mayoría, están repartidos en las demás plantas y visten en color caqui y los del séptimo en anaranjado.
“Son 10 pisos en total; hasta el sexto piso son para reclusos por diversos delitos, en el tres están las mujeres y en el siete están los más peligrosos. Ahí estaba el ex gobernador”.
Digamos que cada piso tiene dos niveles, hay celdas arriba y celdas abajo, como 60 reos en cada nivel, unos 120 por piso.
Ahí, en el piso 7, estuvo Yarrington hasta el pasado 15 de marzo, cuando el juez de distrito de Brownsville, Texas, Rolando Olvera lo condenó a 9 años de prisión. Enseguida fue excarcelado y trasladado a otra prisión, de acuerdo con la especialista en temas de seguridad María Idalia Gómez.
La analista apunta que la prisión donde el ex gobernador purga los meses que le faltan de momento no ha sido revelada oficialmente.
A Yarrington le podría faltar pocos meses en salir, quizás a finales de este 2023, pues son seis años detenido y por el trabajo realizado y el buen comportamiento su liberación adelantada es un hecho, amén de que admitió uno de los delitos que le imputaron y regresó los bienes que compró mediante prestanombres en los Estados Unidos.
Sin embargo, analistas consideran que el también ex alcalde de Matamoros podría ser deportado a México, donde la Fiscalía General de la República (FGR) lo ha investigado desde 2004 por diversos delitos, pues se le acusa de haber creado una poderosa empresa criminal que permitió el auge de dos cárteles del crimen organizado en Tamaulipas.
“Construyó un sólido andamiaje político y una amplia red de testaferros que lo mismo se relacionaron con la corrupción institucional, el tráfico de influencias y el narcotráfico, según consta en las investigaciones ministeriales PGR/SIEDO/UEIDCS/147/2007 y PGR/SIEDO/UEIDCS/76/2007 que la PGR integró en contra del ex gobernador de Tamaulipas.
TOMÁS LIMPIA OFICINAS Y LOS WC
José coincidió en su estancia en la prisión de Houston en dos lapsos, mientras Yarrington Ruvalcaba estaba confinado en el área de reos peligrosos, a final de 2019 y en el 2023.
Para muchos prisioneros de otros estados de la república como Guerrero, Michoacán o Chiapas Yarrington pasa inadvertido, al igual que para los ‘gringos’, norteamericanos de color y sudamericanos, principalmente colombianos, más no para tamaulipecos, nuevoleoneses y gente del Valle de Texas.
“A muchos no les llama la atención y menos porque los de un piso no se ven con los de otros; siempre te mueven o te trasladan por elevador; cada piso es independiente, entonces pues no hay ese interés o contacto, pero uno que es digamos de la región, que sabe de este señor, pues se da uno cuenta. Además yo conocí a un americano que iba al piso 7 y suplía a Tomás Yarrington en las labores del aseo.
“A veces el señor Yarrington no hacía el aseo porque tenía visita presencial, antes de la pandemia, y prefería atender la visita. A veces, simplemente por no estar en condiciones, porque si una cosa hay en la cárcel es depresión. Eso te vence y te quedas horas y horas acostado o tirado en la celda”.
De acuerdo con el entrevistado, desde hace tiempo Tomás Yarrington se inscribió en un programa para realizar una actividad en la prisión, algo que a final de cuentas le servía para distraerse al menos una hora al día, obtener unos 7 dólares al mes de paga, pero sobre todo acortar su sentencia por trabajo y buen comportamiento.
“Entonces él hacía el aseo en tres oficinas administrativas de ahí mismo del piso 7, con sus respectivos sanitarios. Hace la chamba en una hora, y pues le sirve porque además deja un rato su celda, la cual comparte con un hombre de color, de aproximadamente 1.70 metros de estatura”.
José recuerda que la primera vez que vio a Tomás Yarrington fue por el año 2019 y la más reciente a principios de este año 2023. En ambas ocasiones lo vio con su uniforme color naranja, pelo canoso, sus lentes, esposado de manos y pies. En la vez más reciente que lo divisó a unos seis metros, lo notó aparentemente disminuido en su salud.
“Bueno, en la prisión es muy común la ansiedad, la depresión, es más que natural; muchos llegamos a padecer alta presión, azúcar, muchos males, y por eso se la pasa uno con vueltas y vueltas a la enfermería, para que te hagan chequeos y sobre todo para que te surtan de muchos sedantes y pastillas”.
José comenta que los guardias de la cárcel federal son norteamericanos, blancos y de color y hombres de ascendencia hispana que portan el uniforme azul de los guardias federales de prisiones; no portan armas, solo esposas y un montón de llaves.
En esta cárcel federal de Houston hay criminales norteamericanos blancos y de color por asalto a mano armada; hispanos por portación de drogas, principalmente cocaína, y en general por tráfico de drogas, lavado de dinero, estancia ilegal en el país en forma reincidente y por otros delitos, incluidos accidentes en estado de ebriedad y drogas, o hasta violencia familiar, también bajo el influjo de drogas.
La pandemia, sobre todo en el año 2020 y 2021, trastocó los protocolos en la prisión federal texana, diseñada para albergar a unos mil 100 prisioneros. De acuerdo con el entrevistado hubo lapsos prolongados en los que los reos peligrosos como Tomás Yarrington estuvieron confinados en solitario, mientras que en otros pisos se reforzaron las medidas de seguridad e higiene para evitar al máximo los contagios.
“A algunos se los llevaron a clínicas y hospitales; unos ya no regresaron, otros regresaron muy acabados, pues les dio Covid. Algunos otros nos salvamos y no nos enfermamos”.
Mientras transcurrió el lapso más fuerte de la pandemia, unos dos años, Tomás Yarrington al igual que la mayor parte de los reos peligrosos estuvieron solos en celdas prácticamente selladas, hasta donde les llevaban sus alimentos y los metían a través de una rejilla.
UNA FORTALEZA
La cárcel federal de Houston es una fortaleza de hierro y concreto de 10 pisos con 300 mil metros cuadrados de construcción. La hermeticidad del inmueble lo aísla al grado de que no penetra ningún ruido del exterior y rara vez se cuela por ahí una tenue luz porque está cerrado, casi como los edificios de Telmex de México; tiene algunas vidrieras angostas rectangulares blindadas de 1.80 metros por unos 30 centímetros de ancho, a las cuales no tienen accesos los prisioneros.
Están en las áreas administrativas y otras zonas, pero no en donde permanecen los prisioneros, ni en sus celdas, ni en los sitios de recreo ni ejercicio que se ubican cerca de sus estancias. Ninguna actividad ahí es al exterior.
“Desde el piso 5, arriba cerca del techo si acaso alcanzas a ver nubes, en muy poquito espacio. Y cuando te llevan a la enfermería, que está en el piso uno por ahí puedes ver si acaso luz o un par de pedazos de edificios; también desde el área médica alcanzas a ver un árbol, un pedacito de una plaza, pero sólo ahí. Nada más”, platica José.
Los pisos donde están los prisioneros tienen diseños muy similares incluso el séptimo, donde está la Special Housing Unit, la Unidad de Vivienda Especial, para el confinamiento de reos de alta peligrosidad.
“Bueno, hay que aclarar que esto de la alta peligrosidad es algo que determina la autoridad norteamericana por el proceso del acusado; se le cuida para que no vaya a ser asesinado por algún otro reo; hay que tomar en cuenta que en el caso de Yarrington tiene ahí coacusados, y pues bueno, como se dice que él operó o tuvo pactos con grupos criminales fuertes en México, pues también por ello se le cataloga peligroso”, refiere José.
CELDA DE 4 POR 3
De acuerdo con la descripción del ex prisionero, en cada zona de reos, de unos 70 metros de largo por 20 de ancho, están distribuidas pequeñas celdas para dos reclusos, cuyas dimensiones son de cuatro metros por tres, donde hay un par de cámaras, literas con estructura metálica y plancha también de metal con una esponja regular, con sábana, sobrecama, almohada con funda y una cobija ligera y delgada. Las camas son angostas, de menos un metro de ancho por 1.90 de largo.
Tomás Yarrington, cuya celda compartió por un prolongado tiempo con un hombre de color, tenía en su celda para él y su compañero una pequeña mesa y dos sillas; cada quien un locker metálico, uno encima de otro, para guardar sus uniformes, objetos de aseo personal, la poca ropa que les permiten tener incluyendo la interior, un pants, una sudadera y algunos alimentos no perecederos. Tenían un lavabo y un sanitario. No hay rejas metálicas, sólo concreto y una puerta de metal que generalmente está cerrada.
El clima está encendido las 24 horas del día a una temperatura similar a la de cualquier Oxxo de Reynosa o Monterrey, unos 19 grados centígrados, por lo que muchos reos duermen con pants y sudadera, pues la delgada cobija en color verde que les dan, no los protege bien; adicionalmente se las ingenian para taponear los ductos de las celdas y evitar el frío en sus cubículos.
Durante su estancia en la prisión de Houston, Yarrington Ruvalcaba, como el resto de los reos, tenía que ducharse en tan sólo cinco minutos en el área de regaderas que está afuera de las celdas, en una especie de patio encerrado en uno de los extremos del piso. Las regadoras son individuales, privadas y cuentan con agua fría y caliente todos los días.
El pase de lista es por la madrugada, a las 5:00 horas, a las 8:00 y a las 10:00 de la noche. El reo permanece de pie, uniformado, mientras un guardia lo alumbra con una linterna, para cerciorarse que se encuentre bien.
Generalmente permanecen en la celda después del pase de lista, y a lo largo de la mañana puede hacer uso de una hora para su recreo, a la 8:00, las 9:00 o las 10:00 horas. La mayoría de los reos, un 70 por ciento, prefiere quedarse en su celda.
Sin pandemia, Tomás tuvo derecho a realizar una hora diaria de ejercicio en una zona de recreo del mismo piso 7 de unos 20 por 4 metros circundada por malla ciclónica.
Solía utilizar una de las dos bicicletas estáticas del área, así como hacer sentadillas y lagartijas. Tenía derecho a una llamada telefónica cada 15 días, durante 10 minutos a números previamente checados por la penitenciaria, y por protocolo, todas las llamadas son grabadas.
También, sin pandemia, pudo recibir visitas presenciales una vez por semana, las cuales tras la contingencia por Covid-19 se instituyeron en un área de visita por ventanilla y sin contacto.
Otro de los derechos de los prisioneros es la recepción de cartas; sin embargo, las originales son incautadas por la penitenciaria y desechadas, mientras que al reo se le entrega una copia.
De acuerdo con el ex convicto, con esto se evita que alguien del exterior envié en spray alguna droga o sustancia ilegal en la misiva. También, quien cuenta con recursos, puede recibir libros, periódicos a suscripción y revistas, con previa autorización de la penitenciaria.
En todos los pisos destinados a prisioneros, además de la zona de recreo, ejercicio y regaderas, hay cuatro pantallas televisivas bien distribuidas, cuatro teléfonos fijos, mesas y sillas en los costados, un área para culto religioso (los domingos pueden tener ceremonias, generalmente encabezadas por reos) y peluquería, que también atienden prisioneros que reciben entre dos y tres dólares de propina por corte.
El desayuno es a las 6:00 horas, la comida a las 12:00 y la cena es temprano, alrededor de las cinco de la tarde; sin embargo, el menú es muy limitado.
Lejos de haber machacado o huevos, en la prisión federal de Houston lo que rifa por las mañanas es el cereal de maíz (marca de un proveedor de la prisión) y leche en pequeñas bolsas de un cuarto. Por las tardes una comida muy insípida para mexicanos e hispanos en general, a base de arroz, frijoles, sincronizadas, carne procesada en salsa de tomate y en ocasiones verduras congeladas. El picante no existe ahí.
Eso sí, el jueves es comida especial: “pollo y muslo, dorado o al horno”, con guarnición. “Ese día es como fiesta… nadie falta al comedor, es el mejor platillo que hay. Bueno y si en ese momento no tienes hambre, como quiera vas, y lo guardas para hacer truque con algún otro reo, que fácil te da por ese platillo tres sobres de café instantáneo, tres sopas Maruchan, refrescos, o hasta macarelas en bolsa, producto marino que también se cotizan bien tras las rejas.
LA TARJETA DEBIT VISA
Eso sí, en El Centro de Detención Federal de Houston no se maneja nada en efectivo, pero a los reos se les tramita una tarjeta Money Network Debit Visa, la cual no pueden poseer físicamente, pero en ella pueden recibir dinero de sus familiares o la paga por algún servicio oficial que realicen en la cárcel.
Internamente se manejan con su cuenta, mediante su número de preso. De esta forma los lunes pueden acudir a la comisaría para, previo llenado de formulario, adquirir sus despensas por entre 30 y 40 dólares, según sus necesidades y el dinero con el que cuenten, se les rebaja de su tarjeta.
Además del café instantáneo, las sopas y las macarelas, los reos pueden adquirir –si cuentan con recursos en sus cuentas- tenis de marca como Nike y Reebok, que cuestan entre 60 y 80 dólares (entre mil 100 y mil 400 pesos mexicanos), así como pilas doble A para sus radios AM-FM tipo walkman que les permiten tener en sus celdas. Las dos baterías para la semana cuestan 1.50 dólares.
Quien carece de recursos para adquirir tenis se conforma con las zapatillas de tela negra tipo oriental que les asignan al llegar y una especie de sandalias para baño.
La mayor parte de los reos suelen adquirir en su primera oportunidad sus pequeños aparatos de radio por unos 35 dólares, pero como su uso es continuo suelen consumir el juego de dos pilas por semana.
Los latinos pueden escuchar en sus celdas al menos cuatro de las estaciones más populares en español de Houston y del valle de Texas, mientras que en el área de recreo pueden ver en al menos dos de la cuatro televisiones, Univisión y Telemundo, ya que las otras dos generalmente las acaparan los norteamericanos blancos y de color, que sintonizan estaciones en inglés.
LE GUSTA EL AJEDREZ
Cuando la pandemia las restricciones impedían a los reos salir a las zonas de recreo o a cualquier otra actividad, a excepción de que fuera a la ducha o a un servicio médico de urgencia. Las cortes dejaron de pedir convictos y los procesos se alentaron.
Los reos de la mayor parte de los pisos que no son considerados altamente peligrosos normalmente pueden entretenerse con el dominó, el póker u otros juegos de mesa como damas chinas o hasta ajedrez, pero en época de pandemia se vieron limitados.
En el caso del piso donde se encontraba Yarrington la situación era la misma. El norteamericano que lo suplía ocasionalmente en la limpieza del piso 7 contó a José que el ex gobernador llegó a jugar en ocasiones ajedrez con el reo que se encontraba en la celda continua.
“Esto funciona así. Cada uno dibuja el tablero, con pluma o lápiz en algún papel o trapo. Haces como cartas, o barajas con las piezas: peones, caballos, rey, alfil, reina, …y los nombras; entonces desde tu celda, te acerca a la puerta, que está cerca de la del vecino y le gritas el movimiento de pieza que haces… entonces cada uno en su tablero, coloca las piezas de acuerdo a la jugada que indica cada quien.
“Y así… el gringo me dijo que se enteró que a Tomás (Yarrington) le gusta el ajedrez y que varias veces se entendió con su vecino de celda, sobre todo en la pandemia, para salir un poco de aquel encierro de 24 horas los siete días de la semana.
SIEMPRE EL SILENCIO
El tedio y la monotonía inundan la prisión. Cuenta José que entre las 20:00 horas y las 5:30, 6:00 de la mañana se apagan las voces y todo ruido interno; externo no hay. La luz nunca se apaga, si acaso se hace menos intensa para las horas de dormir, pero al igual que el frío, le acompaña siempre. Muchos reos no concilian el sueño o lo tienen alterado.
Dice que por la noche se oye el silencio, se mete por los oídos y por los sentidos y los atrapa horas y horas, mientras rumean con el pensamiento, lamentando sus errores y soñando con salir de prisión, aunque los gringos, que siguen siendo muy racistas, les quieran echar todo el libro y la culpa de todo, para tratar de dejarlos ahí todo el tiempo posible.
Durante el día, ya sin pandemia, los prisioneros pueden caminar alrededor del piso, donde siempre habrá un guardia y mucha seguridad. Pero los internos pueden caminar durante su recreo y platicar entre ellos, mexicanos, colombianos y uno que otro gringo, pero de noche todos entran al limbo ¿o al infierno? y algunos se sienten -acostados en su litera- en una fosa, como muertos.
“Ah, pero sábado y domingo está más apagado aquello. No hay visitas médicas, no hay entrega de correo, ni de nada, no hay audiencias, no hay traslados, no llegan reos que van a cortes. Entonces el silencio te devora”, describe de manera categórica.
– La sentencia de 9 años
El 15 de marzo pasado el juez federal Rolando Olvera condenó al ex gobernador de Tamaulipas, Tomás Yarrington, a 108 meses de prisión, es decir a nueve años, por haber aceptado más de 3.5 millones de dólares en sobornos ilegales y utilizarlos para adquirir fraudulentamente propiedades en Estados Unidos.
Se informó que Yarrington logró esta reducida sentencia gracias a un pacto judicial por el que, el 25 de marzo de 2021, se declaró culpable de uno de los 11 delitos que se le imputaban. A cambio, entregó millones de dólares, propiedades y brindó información a las autoridades estadounidenses.
Yarrington fue detenido en Italia el 9 de abril de 2017 cuando tenía 60 años de edad. A pesar de que se resistió a la extradición, en abril de 2018 fue enviado a Estados Unidos para enfrentar los 11 cargos en su contra, de los que al final quedó uno.
El tribunal consideró que, como funcionario electo, Yarrington violó su juramento de cargo, “debilitando a México y promoviendo actividades delictivas”. Como parte de su condena, Yarrington también ha perdido un condominio en Port Isabel.
“Aunque sea gobernador de un estado mexicano, no nos quedaremos de brazos cruzados cuando utilice su cargo para llenarse injustamente los bolsillos y violar las leyes de Estados Unidos”, dijo el fiscal federal Alamdar S. Hamdani, del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
“La sentencia de prisión de hoy para Yarrington concluye una investigación internacional de varios años y de múltiples agencias que abarca dos continentes y que concluye con el enjuiciamiento de un político corrupto”.
Yarrington, hoy de 66 años, aceptó sobornos de particulares y empresas privadas en México para hacer negocios con el estado de Tamaulipas mientras se desempeñó como gobernador, entre 1999 y 2005. También aspiró a ser candidato presidencial por su entonces Partido Revolucionario Institucional, al tiempo que se sumó al grupo político Todos Unidos Contra Madrazo (Tucom).
De acuerdo con la acusación de Estados Unidos, Yarrington utilizó el dinero de los sobornos que recibió mientras era gobernador para comprar propiedades en Estados Unidos. Hizo que prestanombres -compradores nominales- compraran propiedades en Estados Unidos para ocultar que Yarrington era el propietario de las mismas y el dinero de sobornos ilegales utilizado para comprarlas.
Yarrington blanqueó el dinero de los sobornos obtenidos ilegalmente en Estados Unidos mediante la compra de condominios en primera línea de playa, grandes fincas, promociones comerciales, aviones y vehículos de lujo.
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