El desenlace del caso López Obrador-Germán Larrea-Citibanamex es el ejemplo claro de que todo lo que toca este gobierno de la Cuarta Transformación lo destruye.
Y el epicentro de esa destrucción está en Palacio Nacional, desde donde el presidente suelta sus diatribas, sus ataques, sus decretazos, para echar por la borda complejas negociaciones que serían de gran beneficio para México. Pero no le importa. Su única razón de ser es ganar a cualquier precio la partida. Y que se imponga la razón de su sinrazón.
Haya sido por perversidad o por complicidad, el presidente López Obrador perdió, Larrea perdió y Citibanamex también perdió. México, como un todo, perdió.
El desastre en el manejo de la expropiación de Ferrosur -que, aunque no lo quieran reconocer, sí es expropiación porque de acuerdo al texto del decreto existiría indemnización de por medio- acabó por encender las alertas en los cuarteles de Citi en Nueva York. ‘Y para atrás los fielders’, de lo que ya se daba como una venta segura de ese conglomerado financiero a Grupo México.
El hecho de que hayan aplazado una venta que se daba por amarrada, para prometer convertirla en una colocación accionaria que se hará hasta el 2025, deja en claro que los altos mandos de Citi le están sacando la vuelta a cualquier acción con el actual gobierno. No hay ya la mínima confianza en México.
Metieron López Obrador y Germán Larrea el acuerdo con Citi ‘entre las patas’ del desacuerdo de Ferrosur y el resultado fue que ambos echaron a perder el cierre de la compra de Citibanamex, que se proyectaba para antes de que terminara mayo.
No gustó que el inquilino de Palacio Nacional manoseara e incluso amenazara a quien podría ser el nuevo dueño de Citibanamex. Tampoco gustó que Germán Larrea filtrara en columnas que estaba pensando cancelar su oferta por el banco como consecuencia de la expropiación de sus tres tramos ferrocarrileros.
Y ante la posibilidad que se estuviera ante un acuerdo de complicidad, en el que los dineros de la indemnización de Ferrosur fueran a ser con los que Germán Larrea pagara su nueva aventura bancaria, Citibanamex cortó por lo sano. No se vio claridad, se sintieron amenazados y, ante la incertidumbre y la posibilidad de que más adelante se ventilaran posibles actos de corrupción entre la Cuarta Transformación y Ferrosur, prefirieron decir “paso”. No hay que olvidar que en Estados Unidos la supervisión bancaria es muy severa y allá sí, nadie juega con fuego.
Además, no hay que olvidar que, en sus 22 años en nuestro país, Citi enfrentó dos muy amargas experiencias que lesionaron su imagen. Una, la del debate sobre si Roberto Hernández debió pagar o no impuestos cuando les vendió el banco. Y dos, los jaloneos de los préstamos a Oceanografía y las demandas internacionales que están vivas sobre ese caso. Entrar ahora en un tercer diferendo con el presidente de México podría ser, además de costoso, muy disparejo.
Por supuesto que en la decisión también influyó el hecho de que el presidente López Obrador saliera con la novedad de que, si German Larrea no compraba el banco, entonces su gobierno estaba dispuesto a hacer una oferta. El inquilino de Palacio Nacional estima que al gobierno de la Cuarta Transformación le falta un banco. ¿Y todos los miles de millones que se gastaron ya en esa entelequia llamada Banco del Bienestar? ¿O ya lo van a desaparecer como el fracasado Insabi para esconder sus millonarias pérdidas y dispendios?
Lo cierto es que, el mensaje de México para el mundo es de lo peor.
Aún con la mesa servida, en nuestro país no se puede negociar nada porque la mano visible del gobierno carga los dados para favorecer a unos, vetar a otros, obstaculizar a unos más y descalificar a otros. Y eso atenta contra la libertad para hacer negocios, un principio que exige nada de interferencias oficiales.
Pregunta curiosa: ¿Tenía que empalmar el presidente López Obrador la expropiación de Ferrosur con el cierre de la compra de Citibanamex, ambas de Germán Larrea? ¿No podía haber esperado al menos un mes a que se concluyera la oferta por el banco para entrar al diferendo de los ferrocarriles?
La reacción del mercado, al anuncio de la cancelación de la venta de Banamex, fue una caída de 3 por ciento para las acciones de Citi y un alza del 8 por ciento para Grupo México. Germán Larrea recuperó el terreno perdido, pero perdió la partida.
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