El presidente Andrés López Obrador –en su toma de protesta y en forma recurrente en actos públicos y en sus conferencias mañaneras– ha repetido el pequeño poema que el actor Germán Valdés, Tin-Tan, recitó en su película El niño perdido y que textualmente decía: “Me canso ganso, dijo un zancudo, cuando volar no pudo, una pata se le torció y la otra se le hizo nudo, luego le dio aftosa y hasta se quedó mudo. Ya mejor no le sigo porque luego yo sudo”.
Se ha interpretado que la frase fue adoptada por el señor presidente para expresar que, aun cuando hubiera dificultades, lograría cumplir con sus compromisos con la población. Sin embargo, si desglosamos la frase, podemos encontrar cuestiones de mayor fondo. Primero, de acuerdo con la frase, el zancudo es el señor presidente y no pudo volar, porque antes ya traía una pata torcida y la otra, hecha nudo. En política esta pata torcida y hecha nudo marca un severo problema que se ha ido manifestado en los problemas que se deben de resolver. Y lo peor es que la pata siga torciéndose y que el nudo sea después imposible de desamarrar.
A este pobre zancudo le dio aftosa, una enfermedad característica del ganado altamente contagiosa y que se caracteriza por fiebres altas y por la aparición de úlceras pequeñas en la boca, llamadas aftas y erosiones originadas de vesículas y flictenas en las pezuñas y la ubre. Haciendo una similitud con la política gubernamental, tal parece que la aftosa también la ha afectado y empiezan a mostrarse los efectos en el equipo del ser presidente. Lo que sí no creo es que el zancudo se quede mudo, por el contrario, cada vez es más parlanchín. Tampoco se ve que sude y se acongoje.
No obstante, tal parece que la nueva política pública inaugurada por el actual gobierno es la gansomanía. Es decir, hacer las cosas cueste lo que cueste, política, social y económicamente se está volviendo en la vida cotidiana del gobierno. No importa que la aftosa se contagie no sólo en todo el gobierno sino también en la sociedad mexicana.
En este contexto, la pata del sancudo se ha torcido más. Problemas fundamentales como la inseguridad no han sido afrontados de una manera eficiente. A nivel federal, no hay noticia que no se refiera a asesinatos, robos, secuestros y feminicidios. Cuando la prensa utiliza las cifras que no coinciden con las del señor presidente, siempre considera que él posee otros datos. Lo peor de todo es que las cifras provienen de entes públicos como es el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) o el Banco de México (Banxico) o incluso de organismos internacionales o de las calificadoras.
El primer recurso que se utiliza es la descalificación; el segundo, argumentar que es la herencia de los gobiernos anteriores. Sin embargo, ya es un discurso que se va desgastando. Aun cuando fuera una herencia, es necesario que se diseñe la política pública que combata frontalmente el problema de la inseguridad. Cuando señalo la palabra frontal, no me refiero a que se desate una guerra como se hizo en el sexenio de Felipe Calderón. Hay mecanismos con los que se puede combatir, como crear oportunidades de trabajo productivo, no regalar el dinero como es el caso de los ninis. Se ha visto, que a la mayoría de los ninis no les interesa y los que reciben las becas realmente son jóvenes que no encuentran empleo y que sí quieren trabajar. El nini por naturaleza no quiere hacer nada. Se ha conocido información que muchos becarios son puestos a barrer calles y, en otros casos, se conoce que hay empresas que se aprovechan y que proponen quedarse con una parte de la beca y que no es necesario que trabajen. Señor presidente, esto es corrupción.
El nudo de la pata del zancudo, no del ganso, se sigue haciendo más fuerte, cuando usted a todo le ve cara de corrupción y la usa como un pretexto para utilizar un recorte de recursos fiscales (presupuestales) en diversas áreas afectando los servicios que el Estado debe proporcionar a la población, como ha sido el caso reciente del sector salud. Como pretexto le vuelve a echar la culpa a la corrupción de gobiernos anteriores. Sí existe una gran corrupción en el sector público y hay que combatirla. En lo particular, en el sexenio anterior fui un severo crítico del expresidente Peña Nieto y en varios artículos publicados en esta prestigiosa revista hice un análisis de la corrupción, primordialmente la que realizó directamente Peña Nieto. Y usted, señor presidente, ya lo perdonó. Jurídicamente se le llama complicidad y, por lo tanto, es parte de la corrupción. “Tan culpable es el que mata la vaca como el que le detiene pata”. Si es así, entonces no se queje y ocúpese en resolver los compromisos que hizo en su campaña electoral.
Con el pretexto de que todo es corrupción, ha atentado contra servicios como el de las guarderías infantiles. No dudo que haya varios casos de desvío de recursos o que se aproveche de un servicio para utilizar recursos públicos para fines particulares. Pero las decisiones que se tomen deben de ser con base en un análisis detallado de cada caso y no echar a todas las guarderías en un mismo saco. Los Centros de Desarrollo Infantil precisamente están especializados para desarrollar actividades lúdicas, de desarrollo motriz y mental, cuestión que ni los abuelos y abuelas, tíos, sobrinos o hermanos tiene la capacidad para hacerlo.
Otra situación preocupante es el desprecio que se ha manifestado respecto a la ciencia y tecnología. Cuando se presentó el conflicto de nombramientos en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), usted calificó a los investigadores como la “mafia de la ciencia” que se aprovechaban de los recursos públicos para sus intereses personales. Señor presidente, aún sin ser miembro del Sistema Nacional de Investigadores, me consta que las Universidades Públicas y algunas privadas tienen una alta productividad en cuestiones científicas. El problema es que no ha sido aprovechada. Este país tiene un potencial científico muy grande y usted lo está menospreciando al hacer recortes que afectan el desarrollo de la ciencia. A usted que le gusta la historia. Acuérdese que algún presidente decía, no de manera textual, que era más conveniente conservar un país ignorante que uno educado. No caiga en eso.
Uno de los grandes problemas en México es el bajo nivel de escolaridad que persiste, pero hay grupos de jóvenes que tiene la capacidad de competir internacionalmente y se les niega la posibilidad de asignar recursos para la movilidad internacional estudiantil. Claro que existen los Del Toro o empresas que le quieren subsanar la plana sufragando los gastos y hospedaje de jóvenes que van a Sudáfrica a competir en un concurso mundial de matemáticas. Frecuentemente encontramos triunfos mexicanos en robótica o en diversas disciplinas. Para el gobierno y para el pueblo mexicano debe ser un honor contar con el talento de sus jóvenes, así como s sus científicos y por lo tanto, se les debe de apoyar.
Finalmente, lo escrito es con el fin de marcar sólo algunas cuestiones que me parece que pueden torcer más la pata y enredar más el nudo del pobre zancudo. Espero que no se quede mudo o que empiece a sudar. Le señalo esto porque voté por usted. Y no me arrepiento porque en su momento me parecieron y parecen buenas sus propuestas, lo que creo que está fallando es la forma en que las está realizando. Es importante, aunque no nos guste, aceptar la crítica y aprender de ella. No es conveniente que públicamente desmienta a sus colaboradores cercanos porque ello crea fracturas en el gobierno. Para ello existen los memorándums que usted maneja muy bien, así como las reuniones de gabinete y después hacer las aclaraciones necesarias porque es importante que la sociedad esté enterada.
Oscar Enrique Díaz Santos*
*Doctor en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México y especialista en gasto público y presupuesto