El capo Ismael "El Mayo" Zambada aseguró ayer que en la reunión a la que acudió, fue secuestrado y luego llevado a Estados Unidos se encontraría con el Gobernador de Sinaloa, el morenista Rubén Rocha; con Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex Rector y Diputado federal electo, y con los hijos de Joaquín "El Chapo" Guzmán.
En un escrito difundido por su abogado, Zambada aseguró que el encuentro del 25 de julio era para resolver quién se quedaría al frente de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
"Joaquín Guzmán López", indicó "El Mayo" en el documento, "me pidió que asistiera a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro Estado".
El conflicto entre la UAS y Rocha -que también fue Rector de esa universidad de 1993 a 1997- inició en febrero del 2023 después de que el Congreso local, de mayoría morenista, aprobó reformas a la Ley de Educación Superior del Estado de Sinaloa que, entre otras cosas, modifica la manera de elegir a las autoridades universitarias.
De acuerdo con la carta de "El Mayo", la reunión fue en el rancho y centro de eventos Huertos del Pedregal, a las afueras de Culiacán.
Relató que al llegar al lugar encontró una gran cantidad de hombres armados con uniformes militares y supuso eran pistoleros de Guzmán López.
"Mientras caminaba hacia el área de la reunión, vi a Héctor Cuén y a uno de sus ayudantes", contó Zambada. "Los saludé brevemente antes de entrar a una habitación que tenía una mesa llena de frutas.
"Vi a Joaquín Guzmán López, a quien conozco desde que era un niño pequeño, y me hizo un gesto para que lo siguiera", narró. "Confiando en la naturaleza de la reunión y las personas involucradas, lo seguí sin dudar.
"Me llevaron a otra habitación que estaba a oscuras", añadió. "En cuanto puse un pie dentro de esa habitación, me tendieron una emboscada".
De acuerdo con "El Mayo", tras ser sometido, lo metieron a una camioneta y después de un recorrido de 20 o 25 minutos lo obligaron a subir a un avión privado que lo trasladó a Estados Unidos, en donde fue capturado por agentes federales de ese país.
Sobre Cuén Ojeda, que era líder del Partido Sinaloense (PAS), Zambada sostuvo que fue asesinado ese mismo día después de verlo, y no por la noche en un aparente intento de robo, como informó la Fiscalía de Sinaloa.
No cabe ni la mas minima duda, que para justificar el incremento a la matricula de inscripción de la Universidad Autonoma de Tamaulipas,le podrian sobrar motivos al incipiente Rector de la UAT,Damaso Anaya Alvarado,detenido en 2022 por hacer "cosas incorrectas',ya investido de rector y con traje en 2024,se pudiera ver un tanto correcto, pero no es asi.
Si los estudiantes de la Universidad y el conglomerado cuestionan su proceder, pues fue capaz de desviar el dinero de la educación para prestarle a sus amigos mas cercanos mas de 15 millones de pesos.
Los mismos que seran impagables, pues uno de ellos que se llevó un millon y se lo iban a descontar de la nomina,ya no trabaja en la Universidad porque un "escandalo sexual lo tumbo de la silla de Secretario de Administración",muy y pese a ser compadre del primo del Rector que gobierna Tamaulipas e identificado en Informes militares como Americo Villarreal Anaya,que ya presumía las ligas con la delincuencia organizada y donde se esconde la motivacion del desorden en materia de inseguridad de Tamaulipas.
De acuerdo con las nuevas fichas de deposito, el pago anterior de 2 mil 815 pesos, ahora bajo el nuevo rumbo de la universidad con nuevo rostro,sera de 3,315.00,que se entiende si comprendemos al rector que hace negocio pagando contratos a primos que son funcionarios de la Universidad y tambien contratistas.
Porque dinero si hay y en abundancia y lo estan saqueando como en los mejores tiempos de Hugo Guerra Garcia,primo del ex-gobernador Francisco Garcia Cabeza de Vaca y que a juzgar por las circunstancias actuales,el negocio se hace con primos.
Claro que con la ayuda invaluable de los responsable de censurar al gobierno y los entes públicos en su desempeño y buen uso de recursos, llamados "comunicadores sociales" o periodistas, donde muchos prefieren mejor una "mochada,embute,chayote,cochupo o soborno con cara de convenio para transar entre todos".
La Fiscalía General de Sinaloa que obedece las ordenes del gobernador de Morena Rubén Rocha Moya,quien ayer fue "enmarranado" con las delclaraciones en EE.UU del "Mayo Zambada", sostiene y mantiene como principal línea de investigación el robo de vehículo en el homicidio de Héctor Melesio Cuén Ojeda, ex Rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS).
En un comunicado, la dependencia se refirió a la versión que dio Ismael "El Mayo" Zambada, en la que afirmó que Cuén no fue asesinado en una gasolinera en un intento de robo de su camioneta.
"Eso no es lo que ocurrió. Lo mataron a la misma hora y en el mismo lugar donde me secuestraron. Héctor Cuén era amigo mío desde hacía mucho tiempo, y lamento profundamente su muerte, así como la desaparición de José Rosario Heras López y Rodolfo Chaidez, a quienes nadie ha vuelto a ver ni a saber de ellos", indicó el capo.
Al respecto, la Fiscalía precisó que la carpeta de investigación continúa trabajándose por todo un equipo ministerial, peritos e investigadores, "cuya principal línea, sin descartar ninguna otra que pueda surgir en el transcurso de las indagatorias, se establece la tentativa del robo de vehículo".
"Esto consta en las declaraciones del principal testigo de los hechos, acompañante y amigo muy cercano de la familia de Héctor Melesio Cuén, así como en otras pruebas videográficas y periciales", añadió.
Respecto a la petición del Gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha, para que la Fiscalía General de la República (FGR) atraiga el caso, la dependencia sostuvo que no existe obstáculo.
Como si no hubiera gobierno y casi 300 mil militares en las calles,cinco mujeres fueron asesinadas y un niño de tan solo 2 años resultó herido durante un ataque armado al interior de una vivienda en el Municipio de Penjamillo, al norte de Michoacán.
El hecho se registró la tarde de este sábado 10 de agosto en un domicilio de la Calle Joaquín Amaro, en la tenencia de Ziquítaro, donde la Fiscalía Regional de La Piedadfue alertada sobre un ataque armado.
Al atender el reporte, las autoridades encontraron, en primer lugar, un vehículo incendiado a las afueras de la propiedad.
Cuando ingresaron, los elementos hallaron los cuerpos de Ana María C., de 80 años de edad; su hija, Angélica L., de 47 años, y el de su nieta, M.R.L, de 17 años, así como el de Yeimi Noelia G., de 24, y Florivel M., de 27 años, de quienes no se especificó su parentesco con las otras víctimas.
"A simple vista, las víctimas presentan heridas por proyectil de arma de fuego, por lo que fueron trasladadas al Servicio Médico Forense (SEMEFO) para que se les practique la necropsia de ley", señaló la Fiscalía en un comunicado.
En cuanto al niño herido, la dependencia
indicó que realiza los respectivos actos para ubicarlo, luego de haber sido trasladado a un hospital para su atención.
Israel “El Mayo” Zambada acaba de publicar una declaración a través de su abogado en la cual afirma que el día de su captura, llevada a cabo mediante una emboscada patrocinada por El Chapito, iba a sostener una reunión con el gobernador morenista del estado de Sinaloa, entre otros personajes del mundo político estatal.
"Me pidieron que asistiera a una reunión para ayudar a resolver diferencias entre los líderes políticos en nuestro estado. Estaba al tanto de una disputa en curso entre Rubén Rocha Moya, el Gobernador de Sinaloa, y Héctor Melesio Cuén Ojeda (diputado electo que fue ejecutado el mismo día de la captura de Zambada) sobre quién debería liderar la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS)”.
Añadió que llegó con un comandante de la Policía Judicial de Sinaloa como su escolta, a quien identificó como José Rosario Heras López, y quien lleva más de dos semanas desaparecido.
La revelación de Zambada sobre los eventos ocurridos el pasado 25 de julio sacude nuevamente los cimientos de la política en México. Los detalles ofrecidos por el capo muestran la escalofriante relación que persiste entre las instituciones y el crimen organizado.
La UAS, una institución que debería ser símbolo de progreso y conocimiento se encuentra en el centro de una disputa de poder que dejó como saldo la muerte de Héctor Melesio Cuén, ex rector de esta y político influyente. Este episodio deja en evidencia cómo la violencia y la traición son herramientas comunes en las luchas por el control en nuestro México.
No es solo un juego de poder entre delincuentes; es un reflejo de la debilidad y complicidad de las autoridades. El hecho de que Zambada sea transportado a Estados Unidos bajo coacción demuestra la injerencia extranjera en la lucha contra el narcotráfico, mientras que, en territorio nacional, las autoridades permanecen, por decir lo menos, pasivas ante las cuatro carpetas de investigación en contra de El Mayo.
López Obrador y Claudia Sheinbaum visitaron ayer hoy Sinaloa y ahí negaron rotundamente cualquier vínculo con Zambada.
Solamente hay que recordarles que a Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Federal, lo arrestaron, enjuiciaron y fue declarado culpable con dichos como el de ayer.
*Consultor en seguridad y manejo de crisis
Con informacion de-@CarlosSeoaneN/ ElUniversal/imagenes/Twitter
La Fiscalía General del Estado de Sinaloa (FGE) ceñida a los intereses del Gobernador de Morena,Ruben Rocha Moya, acusado ayer por el Mayo Zambada, emitió un comunicado "muy conveniente" para desentenderse del "Comandante José Rosario Heras López", señalado por Ismael “El Mayo” Zambada García como uno de sus escoltas, confirmando que sí pertenece a la corporación como parte de la Policía de Investigación,pero que "Rosario" tenía permiso por periodo vacacional del 15 al 30 de julio.
Sin embargo, su familia lo reportó como desaparecido el domingo 28, tres días después de los hechos en donde Zambada García fuera presuntamente secuestrado.
En la carta, Ismael Zambada “el Mayo” señala que las dos personas que entraron con él a la reunión eran José Rosario Heras López, comandante de la Policía Judicial del Estado de Sinaloa, y Rodolfo Chaidez, miembro de su equipo de seguridad desde hacía mucho tiempo.
Al respecto, la FGE emitió un posicionamiento en lo que se refiere a la presunta participación de este elemento de la Policía de Investigación como parte de la guardia personal del líder del cartel de Sinaloa, ahora recluso en Estados Unidos.
“Se informa que sí existe un agente activo de investigación con el nombre señalado de Rosario Heras, adscrito a órdenes de aprehensión, quien contaba con su periodo vacacional del 15 al 30 de julio de 2024”.
En la carta, el Mayo Zambada afirma que fueron emboscados y que tanto Heras como Cháidez permanecen en calidad de desaparecidos. El primero ya cuenta con un reporte en la Fiscalía.
De acuerdo a la FGE, la familia del policía presentó denuncia el 28 de julio por desaparición desde el 25 de ese mismo mes cuando salió a visitar a sus padres en la sindicatura de Culiacancito, comunidad cercana al lugar donde presuntamente se habría dado la reunión.
También, el capo señala que Melesio Cuen, asesinado ese mismo jueves 25, habría sido asesinado en el lugar de la reunión a la que asistiría también el gobernador Rubén Rocha Moya, descartando el móvil de intento de robo de vehículo.
Al respecto, la autoridad investigadora insistió en que esta línea de investigación se mantiene como una de las principales.
“En relación con la publicación de una presunta carta de Ismael Zambada, detenido recientemente en Estados Unidos, la Fiscal General del Estado, Sara Bruna Quiñónez Estrada precisó que la carpeta de investigación continúa trabajándose por todo un equipo ministerial, peritos e investigadores, cuya principal línea, sin descartar ninguna otra que pueda surgir en el transcurso de las indagatorias, se establece la tentativa del robo de vehículo”, señala el comunicado.
Ismael Zambada ha publicado ayer sábado la hasta hoy versión más detallada de su caída. El recuento coincide con lo que el embajador de Estados Unidos dijo apenas la víspera —que El Mayo no se entregó—, mas revela posibles vínculos del narcotraficante con el gobernador Rubén Rocha.
Según El Mayo Zambada, para someterlo y llevarlo a la fuerza a EE UU, le pidieron que se encontrara con dos políticos: el mandatario sinaloense, y Héctor Melesio Cuén, hombre fuerte de la Universidad Autónoma de Sinaloa y diputado electo por la alianza.
Cuén y Rocha habían sido aliados en el pasado reciente (el primero inició el sexenio del segundo como secretario de Salud), pero sus diferencias crecieron hasta enfrentarlos en los comicios de este año. El líder de la universidad presidía a su vez el Partido Sinaloense, PAS.
Cuén fue asesinado el 25 de julio, día en que a todo México sacudió la noticia del arresto en un aeropuerto cercano a El Paso, Texas, de Zambada. La muerte del líder universitario cimbró a la política de Sinaloa y de inmediato surgieron versiones de que ambos hechos estaban relacionados. El Mayo aporta elementos al respecto.
En la carta publicada hoy, Zambada reitera que fue víctima de engaño y violencia por parte de Joaquín Loera López, hijo de su amigo y cofundador del Cártel de Sinaloa, para llevarlo a EEUU. Pero la verdadera revelación es que iban a encontrarse con Rubén Rocha.
“Guzmán López me pidió asistir a una reunión para ayudar a resolver las diferencias entre líderes políticos de nuestro estado”, dice la misiva de Zambada. “Estaba al tanto de la disputa entre el gobernador Rubén Rocha y Héctor Melesio Cuén (…) Se me dijo que Cuén y el gobernador Rocha, Iván Guzmán Salazar (otro hijo del Chapo) también estarían presentes en la reunión”.
Un dato más de la carta debe ser destacado antes de abordar el escándalo político que la misma ha estallado. Zambada asegura que en el asesinato de Cuén ocurrió en el mismo sitio (a las afueras de Culiacán) y momento en que él fue raptado.
La versión de Zambada llena al fin algunos de los vacíos que ni el gobierno de México, y para el caso ni el de Washington, habían solventado de uno de los eventos más inverosímiles en medio siglo de rocambolescas, sin dejar de ser trágicas, historias del narco mexicano.
Pero ese mismo relato desata nuevas conjeturas, y pone contra la pared a Morena, y no necesariamente por los dichos de un narcotraficante, sino porque existe un contexto sobre el personaje más conspicuo de la carta del Mayo.
Rubén Rocha inició el sexenio como senador de la República del movimiento de López Obrador. Con una larga carrera pública, a pocos sorprendió que se perfilara como uno de los cuadros que saltaron de la llamada Cámara Alta a una candidatura a gobernador en 2021.
En ese año, mientras las elecciones legislativas reconfiguraron el poder de la oposición, que logró el peso suficiente para construir en San Lázaro el bloque de contención, en los comicios de gubernaturas Morena dejó claro que su inercia era hacia el dominio de más territorio.
Sinaloa fue una de las 12 de 15 entidades que el oficialismo conquistó entonces, pero el acento del triunfo de Rocha (entre otros, pero ese particularmente) fue el de la sospecha: como múltiples reportajes han descrito, se dio una operación criminal para contener a la oposición.
En las horas previas a la elección del 6 de junio de 2021, el encargado de la operación electoral del PRI en Sinaloa fue retenido de forma ilegal por parte de personajes no identificados: en el mejor de los casos, otros movilizadores recibieron órdenes de no salir de casa.
Sinaloa no fue el único lugar en donde hubo violencia en ese año. Ni tampoco destacó en originalidad a la hora de ver que aspirantes renunciaban a sus aspiraciones por amenazas veladas o cumplidas. Pero sí fue donde la operación para retener y desbancar opositores fue más burda.
Tras los comicios, la oposición acudió ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) para describir la injerencia criminal, y a partir de esa denuncia, de investigaciones propias y de colegas, Héctor de Mauleón publicó en Nexos (en su edición de septiembre de 2022) “La elección del narco”.
En una de las partes relativas a Sinaloa, De Mauleón reporta: “Otra de las víctimas le contó de manera anónima al periodista Ismael Bojórquez (del semanario Ríodoce) que el objetivo de la operación era hacer ganar al candidato de Morena a la gubernatura del estado, Rubén Rocha Moya: ‘Si no gana Rocha, los vamos a matar’. La operación tenía como fin, asimismo, asegurar el triunfo del candidato a la alcaldía de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro.
“De acuerdo con Ríodoce, al advertir que sus colaboradores habían sido ‘levantados’, el candidato priista Faustino Hernández comentó: ‘Si me hubieran dicho, yo me bajo [de la contienda]’.
“Hernández había tenido que pedir la venia de Ismael El Mayo Zambada antes de lanzar su candidatura. A la fracción del Cártel de Sinaloa que dirigen los hijos del Chapo la decisión no le gustó. La noche anterior a la jornada electoral se desató el operativo que le iba a permitir al cártel robarse la elección”.
El contexto de esa elección reemerge hoy con el comunicado de Zambada. Justo es decir que el día de la trampa al narcotraficante hoy detenido en EE UU el gobernador de Sinaloa no estaba en la entidad y que, por supuesto, es solo la versión de una parte interesada.
Sin embargo, no es estigmatización contra Sinaloa dar por sentado que un mandatario estatal tiene posibilidades y/o costumbre de dialogar con líderes criminales. Qué si no eso fue en tiempo pasado, es decir priistas, la llamada pax narca, qué si no eso es lo que ahora incluso miembros de la Iglesia Católica intentan abiertamente para pacificar, por ejemplo, Guerrero.
En su carta, El Mayo se presenta como quien, con su fuerza criminal, ayudaría a dos peso completo de Sinaloa a volver al terreno de la concordia, ¿a lograr una pax narca que incluía al gobernador y a quien estaba llamado a ser una influyente voz en San Lázaro?
No menos grave con respecto a Rocha es otra de las aseveraciones del Mayo. En su relato sostiene que llegó acompañado de cuatro custodios, pero que al final solo se quedaron con él dos: uno de ellos el propio narcotraficante lo identifica como comandante de la judicial: ¿el gobernador no sabía de los servicios de custodia hacia un criminal top de un comandante de su estado?
“Creo que es importante que la verdad salga a la luz”, dice Zambada casi al final de su carta. El problema es que con los detalles que el sinaloense revela, al movimiento que triunfó el 2 de junio no le conviene que se inquiera sobre eso que el narcotraficante dice en su texto: que fue precisamente porque “confiaba” en las personas que iban a reunirse, que entró sin dudar al cuarto donde finalmente sería sometido.
Y en esa reunión, así tenga coartada para decir que él no estaba ni en su estado, Zambada contaba con la presencia de Rubén Rocha.
Mientras más detalles surgen de los hechos de 2024 más nacen dudas y preguntas sobre aquella operación criminal que impidió a los opositores a Morena movilizar a sus cuadros en la elección del 2021, fecha en que Rocha se convirtió en gobernador de Sinaloa.
Desde que el 25 de julio se conoció de la caída del Mayo Zambada se temió por una escalada de violencia. Ojalá no se dé: el propio narcotraficante pide en su carta evitar ese recurso: “hemos caminado esa ruta antes, y todos pierden”.
Lo que parece inevitable, en cambio, es el terremoto político en torno al gobernador Rocha, surgido de una elección manchada por el narco, y ahora protagonista del señuelo que se puso a Ismael Mayo Zambada para entregarlo a EE UU.
Cosas de la política, hoy Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum están en Sinaloa. El primero ya dio una primera opinión. Pidió esperar a que Rocha dé su versión. Sí. No necesariamente será hoy cuando surja toda la verdad. Ni el lunes como cree AMLO. Pero surgirá.
Porque para empezar, el juicio en EE UU en contra del narcotraficante, con sus esperables revelaciones, está lejos de siquiera haber iniciado.
Con informacion.-Salvador Camarena/Diario Español/
La orden era clara. Tenían tres segundos para entrar al mar y enjuagar los uniformes. Lloviznaba y las olas agitaban el agua con violencia, lo suficiente para despertar las alertas de una ciudad acostumbrada a un mar poco amigable.
Parados en la orilla, más de 200 cadetes tenían una certeza: sabían que si no cumplían la orden, serían castigados. Así se acostumbraba entre esas filas de aspirantes a la Guardia Nacional. No dormir, no comer, no hablar con su familia eran las reprimendas más usuales. A veces unas duras golpizas.
Para evitar la penitencia, la mayoría se lanzó aquella tarde al agua. Las olas comenzaron a arrastrarlos hacia adentro. Intentaron sujetarse entre ellos, devolverse a tierra firme. Pero la furia del Pacífico lo hacía imposible. Once jóvenes desaparecieron en la costa de Ensenada, Baja California, el pasado 20 de febrero. Faltaban apenas 11 días para su graduación en la fuerza de seguridad. Cuatro fueron rescatados con vida. Siete muchachos, que tenían entre 18 y 29 años, murieron ahogados.
Los días que siguieron a la tragedia se amontonaron los detalles de lo sucedido en un abanico de versiones. Lo primero que se dijo a algunas familias ese mismo martes fue que se había tratado de un entrenamiento acuático. Horas después, la explicación pasó de ser un accidente a una mala decisión. Algunos militares llegaron a mencionar la palabra novatada. El tiempo no ayudó a aclarar los hechos. Cada documento que envió el Ejército a los padres retrataba un mar de contradicciones. En algún papel apuntaron que los muchachos habían entrado al agua por decisión propia y en su tiempo libre. En otro, admitieron que había sido una orden dada por un superior.
No fue hasta un mes después cuando comenzó a aclararse la tragedia, al surgir el tema en la conferencia de prensa del presidente Andrés Manuel López Obrador. El secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, admitió entonces que se había tratado de “una falla” del director del centro de adiestramiento, David López Ordaz, apodado como El Diablo, a cargo de los jóvenes aquella tarde.
El titular del Ejército aseguró que el teniente coronel se encontraba detenido y sería juzgado en los tribunales militares por desobediencia. Los rumores internos, sin embargo, apuntaban en sentido contrario: varias voces afirmaban que estaba libre. Las quejas estallaron, y con ellas, decenas de acusaciones de abuso de autoridad, maltratos y extorsiones salieron a la luz, como una pequeña muestra de lo que se vive en los cuarteles.
A seis meses de la tragedia, EL PAÍS reconstruye con las familias de las víctimas de esta negligencia el momento que llevó a la desaparición de los cadetes, las horas y días de búsqueda, y el calvario que atravesaban los jóvenes en El Ciprés, la base militar conocida en la fuerza castrense mexicana como El paso de la muerte.
Contradicciones y ocultamiento
Fabiola Frías Lanfar mira de reojo las rocas de la playa Monalisa, apenas a unos metros del complejo militar El Ciprés. No quiere acercarse, aún recuerda cómo encontraron allí el cuerpo sin vida de su hijo Carlos, de 20 años. Tenía puestas sus botas y su cinturón táctico. Han pasado meses desde que la mujer se parara frente a las cámaras en las escalinatas del edificio estatal en Ensenada y reclamara a las autoridades la verdad. Ahora, sentada bajo una sombrilla de paja, revive su pesadilla, sobre la que todavía tiene enormes vacíos de información.
Ese martes, pasado el mediodía, los 207 reclutas de la Guardia Nacional habían acabado su entrenamiento en la pista del combatiente —una serie de obstáculos que los soldados deben atravesar en el menor tiempo posible. Minutos antes de lanzarse a la playa, por órdenes del teniente coronel David López Ordaz, Frías Lanfar alcanzó a enviarle un video a su madre. En las imágenes se veía a un grupo de muchachos intentando recuperar el aliento. Se escuchaban risas de fondo. Fabiola entendió que su hijo estaba contento, apenas le quedaban unos días para entrar formalmente a la Guardia Nacional. Al verlo, se quedó tranquila.
La tarde que desaparecieron los jóvenes, casi ningún padre recibió la llamada del Ejército. No fue hasta muchas horas después que se enteraron de lo que había pasado. La mayoría ya había escuchado la noticia en la radio o en la televisión. No sabían entonces los nombres de las víctimas, pero todos temieron lo peor. Una de las versiones oficiales, que aparece en un informe de la Dirección General de Justicia Militar y al que tuvo acceso este periódico, detalla que López Ordaz reunió a los cadetes en la playa sobre las 14.00 horas y les ordenó limpiar sus uniformes en el mar. Cuando los mandos estaban listos para volver al cuartel, “los reclutas manifestaron a viva voz que había compañeros que estaban siendo arrastrados por las corrientes”.
En la desesperación por rescatar a sus amigos, el batallón hizo una cadena humana. Esta parte del relato, confirmado por varios testigos y familiares de las víctimas, no figura en ninguna de las versiones de las autoridades. Aunque sí fue detallada por el fiscal en la audiencia inicial del juicio en julio. Al frente de esa larga fila de soldados quedó Óscar Abraham Sánchez Reyna, de 18 años. El padre de este cadete, Óscar Sánchez, un médico cirujano retirado del Ejército, dice que su hijo no sabía nadar, pero cree que la amistad que había construido con sus compañeros lo llevó a intentar salvarlos. Cuando el agua arrastró a El Chicken, como le decían al muchacho nacido en Oaxaca, la cadena se deshizo y se les ordenó volver a tierra.
En las horas siguientes, tanto la Marina como los bomberos se volcaron en la búsqueda. En lanchas y por tierra se lanzaron a buscarlos, sorprendidos, porque ese día la autoridad portuaria había alertado no entrar al mar. Fabiola y su hijo mayor, también militar, llegaron a El Ciprés el martes por la noche. La búsqueda se había pausado hasta la mañana siguiente. La conversación que mantuvieron con los jefes militares fue subida de tono, recuerda la mujer. “Mi hijo les empieza a decir groserías, les dice: ‘¿Qué pasó mi general? ¿Quién dio esa orden? No debería de haberse dado’. Nadie contestaba”, cuenta.
A la familia de Arturo Sarmiento Gaxiola les hablaron de un entrenamiento en el agua, algo que no está establecido para quienes no se forman en la Marina. Eloísa, la mamá del cadete de 29 años, preguntó entonces por qué los chicos habían entrado al mar con uniforme y equipo táctico. “Un militar me dijo: ‘Pues es que también tienen que usar la lógica, si están recibiendo una orden de meterse con uniformes, ¿cómo se les ocurre?’. Y yo me encabroné y le dije: ‘Usted, comandante o teniente, ¿por qué está en ese lugar? ¿Por obedecer o desobedecer órdenes?”.
Un instructor del centro de adiestramiento grabó una nota de voz que acabó en el teléfono de la madre de un joven cadete que sobrevivió a la tragedia. Martha, nombre ficticio que se le asigna por seguridad, cuenta que el militar aseguró que era habitual que López Ordaz llevara a los reclutas al mar. Pero ese día, todo se salió de control rápidamente. “Las olas estaban muy fuertes y los morrillos se metieron muy al fondo, llegó una ola gigante y jaló como a 30. Ya cuando vieron que los estaba jalando, empezaron a salir algunos, poco a poco. Pero llegaban unas olas tras olas, hasta que al final no pudieron salir siete”, dice el instructor.
Ninguno de los sobrevivientes ha hablado públicamente. Algunos conversaron con los familiares de los cadetes muertos y alcanzaron a contar qué había pasado. Después de la tragedia, el Ejército los aisló, dice Martha. Primero los encerraron, luego los movieron a otro cuartel y les quitaron los teléfonos para que no pudieran hablar con nadie. Solo se les permitió avisar a sus familias que estaban con vida. La madre del recluta que alcanzó a salir del agua pudo ver a su hijo siete veces desde el 20 de febrero, pero nunca quiso hablar de lo sucedido. “Probablemente lo tengan amenazado”.
Los días previos: enfermedades, abusos y extorsión
Sentada en el comedor de su casa en Hermosillo, junto a velas y fotografías de Arturo sobre la mesa, Eloísa Gaxiola insiste en que su hijo no quería preocuparla. Recuerda la única vez que se enteró de algo que le inquietó. “Era hiperactivo, no podía dejar de moverse. Estando en una fila con sus compañeros, no dejaba de mover las piernas cuando un superior gritó que se quedaran quietos. No imaginó que se refiriera a él”. Hasta que sintió un golpe duro en su nuca. “Él iba a aguantar porque quería estar ahí, no quería salirse. Ya se miraba en un futuro ahí”, comenta.
Las 190 hectáreas del campo militar de El Ciprés eran supuestamente un espacio seguro para los cadetes que llegaban cada año. En lugar de eso, las experiencias que vivían entre esos muros llevaron a apodar el sitio como El paso de la muerte. El centro de adiestramiento es una prueba de ocho semanas que deben superar tanto los aspirantes a la Guardia Nacional, como los de la Marina y el Ejército. Debían adaptarse a la vida militar, prepararse física y mentalmente para convertirse en miembros de una fuerza que enfrenta cada día los horrores más profundos de México. Pero la primera batalla la dieron dentro.
Golpes, insultos y extorsiones eran parte del día a día de los reclutas. El 13 de febrero, una semana antes de la tragedia, Martha recibió una llamada de un amigo de su hijo. Le informaba que el muchacho se había desmayado al ser golpeado por López Ordaz. Pasaron tres días hasta que pudo comunicarse con su hijo. El joven no quiso darle detalles y se negó a la petición que le hizo su madre de volver a casa. “¿Yo, fracasado? No”, le dijo. Volverse un desertor es un temor común dentro de las fuerzas de seguridad, que lleva a los reclutas a aguantar palizas sin decir palabra.
Los abusos que vivían los cadetes eran constantes. Lo que fuera se califica de violación a los derechos humanos, dentro se dice forjar carácter, comenta un miembro del Ejército que no quiere ser citado. Un video compartido por uno de ellos a su madre muestra a todo un batallón haciendo lagartijas bajo una fuerte lluvia, en medio de la noche. Otras imágenes enviadas por los propios jóvenes a sus cercanos revelan moretones y golpes que llegaron a necesitar de suturas y vendajes
Conversación de Fernando Isaías Pérez López.
Frente a un pequeño y pintoresco altar, la madre, los tíos y la abuela de Fernando Isaías Pérez López admiten que desconocían la pesadilla que soportaba cada día el muchacho. En conversaciones que tuvo por Whatsapp con su padrino y su padre, sin embargo, dejó el rastro del tormento. En una foto mostró cómo le habían abierto el labio de un balazo durante un entrenamiento. En otra imagen enseñó su pierna golpeada. “Aquí nos pegan machín [fuerte]”, se lee en un mensaje. “Me dio mi sargento con el PR24″, dice en referencia al bastón que usan las fuerzas de seguridad. “Él aguantaba mucho”, piensa la madre, María del Consuelo López. “Quería un buen futuro para él, para su hermana y para mí”.
La búsqueda de una oportunidad laboral había empujado a estos cadetes al Ejército. Como los casos de Luis Vilchis o Michael Arellano Wilkinson, de 21 y 20 años. Los familiares de este último cuentan que ese estilo de vida de limitaciones y horarios de madrugada fue solo una continuación de la vida dura que tuvo el joven, que creció en un orfanato y no tuvo un hogar propio, sino hasta cuatro años antes de su muerte. Los testimonios apuntan a que los entrenamientos eran tan hostiles y largos que no tenían tiempo para descansar, por eso la posibilidad de dormir se monetizaba.
Como si los maltratos no fueran suficientes, la mayoría de los jóvenes sufría extorsiones. Los superiores les pedían dinero a cambio de comer, dormir o evitar un encierro. Casi todas las familias conservan aún registros de las transferencias bancarias que hicieron para que sus hijos pudieran vivir en paz. Enviaban semanalmente entre 300 y 1.500 pesos (de 16 a 80 dólares), de acuerdo a lo que pudo acreditar este periódico. Jonathan Sarmiento, hermano de Arturo, relata: “Me habló una vez y me dijo: ‘Oye carnal, hazme el paro, quiero dormir una hora, pero me cobran 700 pesos (poco más de 37 dólares)’. Allá adentro todo se paga”.
Las pruebas del terror que azotaba a la base militar llegaron también en forma de mensajes a las familias de los cadetes. Una madre, que no quiso dar su nombre, escribió que su hijo había dejado El Ciprés porque “era un infierno”. El muchacho no quiso hablar durante días sobre lo que había pasado, hasta que finalmente se animó. “Me contó todo: cómo los golpeaban, cómo en la madrugada cuando dejaba de llover ellos tenían que secar el piso arrastrándose y cuando terminaban a las 3.00 o 4.00 de la mañana les decían que querían ver sus uniformes impecables”. Este periódico consultó a la Secretaría de la Defensa sobre estas acusaciones y sobre la tragedia del 20 de febrero, pero hasta la publicación no recibió respuesta.
Las malas condiciones empujaron a los cadetes constantemente a enfermedades, principalmente gripe o tos. Adriana Reyna, tía de Óscar Abraham Sánchez, quien lo crió durante un tiempo como su propio hijo, dice que era normal que los metieran a una alberca con agua helada en pleno invierno. Su sobrino les contó un día que se sentía muy mal, tenía problemas en las vías respiratorias. La familia le recomendó ir a la enfermería. “Decía: ‘Es que si vamos a buscar atención médica, nos regañan”, recuerda Reyna sentada en el sillón de su casa, en el Estado de México. Óscar acabó al tiempo con medicamentos inyectables y atención médica.
El Diablo
Los días que siguieron a la tragedia, López Ordaz se mantuvo al frente del centro de adiestramiento. Familiares de víctimas y supervivientes estiman que se quedó en su puesto al menos hasta inicios de marzo, cuando una reportera habló del caso en la conferencia presidencial. Sandoval dijo entonces que el teniente coronel tiene un proceso pendiente en el ámbito militar por abuso de autoridad y desobediencia, por haberse salido del procedimiento establecido del entrenamiento. En el civil, fue vinculado a proceso recientemente por homicidio culposo. El caso provocó además que López Obrador emitiera esta semana un decreto para prohibir las novatadas en la institución castrense.
El fin del sueño militarEL PAÍS habla con los familiares de los cadetes.
La tragedia sirvió además para sacar a la luz otros abusos de El Diablo. Entre las decenas de mensajes que aún reciben las familias de los cadetes, está el de la madre de una mujer soldado que decidió desertar cuando supuestamente López Ordaz comenzó a acosarla. “Como no le hizo caso, se vino lo peor: por todo la golpeaban”, se lee en la comunicación. Otra madre contó que su hija dejó el curso después de que el teniente coronel la tirara al suelo y le lesionara la cadera. La muchacha levantó un acta contra el alto mando. “Sigue esperando una respuesta a esa demanda, ya que a dos días de graduarse le dijeron que ella sola se había caído”.
Los abusos sistemáticos dentro del Ejército quedaron registrados también en los múltiples correos filtrados por el grupo de hackers Guacamaya a finales del 2022. Allí hay documentos que retratan las condiciones en las que viven los soldados en El paso de la muerte. En los papeles de la Sedena, por ejemplo, hay un caso de violación agravada de un superior a una joven cadete, que le denunció ante la justicia militar. En 2018, un capitán de Infantería ordenó a dos mujeres soldados salir del complejo militar, embriagarse y presuntamente abusó de una de ellas en su coche. Otros registros relatan quejas por malas condiciones y maltratos continuos en ese y otros centros.
María, Adriana, Eloísa. Las madres de los jóvenes que aquel martes se metieron al mar y no salieron habían enviado a sus hijos a formarse como soldados con la esperanza de que encaminaran su vida y con la certeza de que serían cuidados. “Queríamos que fueran unos jóvenes de bien, no ser maltratados. Ser rígidos, pero no ser abusados”, dice Fabiola. El agua se tragó ese 20 de febrero siete vidas, con aspiraciones e ideas de lo que el futuro debe ser. Dejó, en su lugar, una insistente búsqueda de justicia y muchas preguntas sin responder.
“¿Qué clase de jóvenes estamos formando a golpes?”, cuestionaba un familiar meses después de la tragedia. Son esos soldados los que luego “salen a la calle a cuidar a los mexicanos”.
Durante los últimos seis años, el Ejército se resguardó bajo el manto protector de López Obrador, que le dio más poder del que nunca había amasado. Bajo la retórica presidencial, cuestionar a la Guardia Nacional o criticarla significaba volverse un enemigo de México.
Entre tantas dudas que aún residen en las casas de los cadetes muertos, las familias se preguntan si las vidas de sus muchachos serán suficientes para romper la muralla presidencial que protege la institución castrense y castigar la trágica novatada.
CRÉDITOS:
Texto: Erika Rosete y Georgina Zerega
Fotografía y video: Mónica González y Nayeli Cruz
Diseño y programación: Mónica Juárez Martín y luis V. Guillén
Desde 2019 ya lo buscaban, ya habia recompensa por capturarlo y vaya usted a saber porque la Fiscalía de Tamaulipas,la que aun dirige el "Doctor en Mañas y francotirador chilango del CDV" Irving Barrios Mojica,nunca lo encontro ,si siempre supieron donde estaba JORGE LUIS CHÁVEZ HERNÁNDEZ, alias "EL FLACO" de los Zetas Vieja Escuela (ZVE).
Pero ahora que "patearon el bote equivocado" y el lider delictivo de los Zetas Vieja Escuela" (ZVE),aliado de "Choy-7",los "Metros" y hasta la Marina por un "chico rato" les reventó la base que sirve de Cuartel a la Guardia Estatal en Abasolo,ahora si publicitan que tiene una exigua RECOMPENSA de hasta $850 mil pesos, a quien o quienes proporcionen información exacta, veraz y útil, que ayude a su localización, ubicación y captura.
Pero esa afanosa búsqueda del "Flaco que les ha acomodado una recia a los Escorpiones", contrasta con la nula búsqueda de "veintitantos asesinos" de Guardias Estatales,la mayoría cometidos por "Escorpiones" del Cartel del Golfo de Matamoros,los que todo indica siguen teniendo "permiso para matar y no hay tos si son policias de su gobernador aliado" Americo Villarreal Anaya comprometido hasta la medula con este grupo de criminales a los que recien les premio con la candidatura y ellos a el con la Alcaldia de Matamoros.
A la luz de las circunstanciaste "Flaco" tiene mucho que decir y antes que lo silencien, de los sobornos a la Guardia Estatal,del arreglo con el gobierno de Villarreal Anaya y su gabinete de Seguridad, dando su versión de aquella efímera alianza de 2023 ,que tenía el y sus aliados con el gobierno que luego los traiciono y termino recrudeciendo la guerra.