Ha muerto Laura Morán Servín, azote del fiscal general de México, Alejandro Gertz, protagonistas ambos de una batalla familiar, a la que México asistió en vivo, durante los años centrales del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Tenía 97 años. Morán fue la pareja durante décadas del hermano del fiscal, Federico Gertz, hasta la muerte de este en 2015. Inició entonces una batalla por el relato, que llegó poco después a las catacumbas del derecho penal. El hoy fiscal denunció a Morán y dos de sus hijas por el asesinato de Federico por omisión de cuidados.
Según Gertz, las mujeres no habían atendido adecuadamente a su hermano, enfermo de neumonía desde agosto de 2015. Federico Gertz, que entonces contaba 82 años, no gozaba de buena salud, según declaró la propia Morán a la Fiscalía de Ciudad de México, tras la muerte de su pareja. Portaba marcapasos, tenía problemas de visión por un herpes antiguo y parecía sufrir algún tipo de daño cerebral. Ese mes, se había golpeado la cabeza en una caída, y “había comenzado a presentar conductas referentes a que manifestaba que veía cosas inexistentes, ya que decía que veía ángeles y diablos en el piso”, dijo.
Fuera como fuera, Federico Gertz murió un mes más tarde, en septiembre de 2015, después de uno de los primeros episodios de la ruptura familiar. Convencido de que Morán no cuidaba bien de su hermano a propósito, mandó a su abogado a la Fiscalía de la capital a denunciarla por intento de homicidio. A ella y a sus dos hijas, Laura y Alejandra, nacidas de su anterior pareja, aunque ellas no vivieran allí. Gertz consiguió que la policía sacara a rastras a Federico Gertz de la casa que compartía con su pareja y lo metiera en una ambulancia.
Federico Gertz no se recuperó de la neumonía y el resto de sus males. Murió el 27 de septiembre de una congestión visceral generalizada, situación que no detuvo a su hermano, que mandó de nuevo al abogado a la fiscalía para que actualizara la denuncia. Ya no era intento de homicidio, sino homicidio. La relación estaba rota. A la vista de todo aquello, Laura Morán, que entonces contaba 88 años, sacó el dinero que tenía con Federico en cuentas comunes. Gertz diría luego que ella y sus hijas se habían dedicado a saquear los bienes de su hermano, mientras él agonizaba.
La denuncia no prosperó y Gertz, que entonces dirigía su propio negocio, la Universidad de las Américas A.C. denunció que la Fiscalía miraba para otro lado. Él no lo sabía todavía, pero esgrimía una argumento que luego usarían en su contra: que la clase política en el poder traficaba influencias para que el caso quedara en nada. Según Gertz, la familia Morán y descendientes gozaban de la protección de la presidencia. Una nieta de Laura Morán estaba casada con Alfredo Del Mazo, primo del entonces presidente, Enrique Peña Nieto. Y Peña se llevaba bien con el jefe de Gobierno de Ciudad de México, que en esa época controlaba la Fiscalía local.
Las cosas cambiaron con los años. En 2020, Gertz se había convertido en fiscal general, Mancera dormitaba en el senado y el PRI había perdido la presidencia en favor de Morena y López Obrador. Al mismo tiempo, Del Mazo había llegado al Gobierno del Estado de México, casi una tradición familiar. Artimañas mediante, la Fiscalía de Ciudad de México reactivó el caso contra Laura Morán y solo una de sus hijas, Alejandra. Laura junior, suegra de Del Mazo, quedaba misteriosamente fuera de la ecuación. Laura Morán tenía ya 93 años.
El caso aceleró. En octubre, policías de la Fiscalía detuvieron a Alejandra Cuevas y la mandaron a la cárcel. A la madre, que vivía ya medio enclaustrada y vivía pegada a una botella de oxígeno, la dejaron tranquila. Alejandra Cuevas vivió en prisión año y medio, periodo en que sus hijos urdieron un plan para exponer al fiscal, al que acusaban de extorsionarlos. Según explicó EL PAÍS en una serie de reportajes publicada en marzo de 2021, los hijos de Cuevas, nietos de Morán, se habían embarcado en una negociación con Gertz, para devolver el dinero que la abuela había sacado de las cuentas comunes con su hermano, entre otras cosas, a cambio de la liberación de su madre.
Gertz siempre negó que hubiera existido tal negociación. En una entrevista con este diario antes de publicar la serie, dijo: “Yo nunca he hecho una negociación para sacar de la cárcel a esa señora. Con esa claridad y esa contundencia. Las relaciones que yo tenga por el dinero, que es reparación del daño, son asunto de la señora Laura Morán y míos”. Para entonces, Gertz había cobrado un cheque de tres millones y medio de pesos de parte de su excuñada, dinero que correspondía a la cantidad retirada de las cuentas comunes de su hermano y Laura Morán.
La misma forma de esa negociación, que según Gertz no existió, resultaba increíble. Los hijos de Cuevas aseguraban que su interlocutor era un cuñado de Del Mazo. Este hacía de mensajero con el entonces gobernador del Estado de México, que a su vez hablaba con Gertz. Del Mazo nunca quiso hablar de este tema. Gertz nunca negó contactos con el gobernador. De cualquier manera, el cheque se cobró y los hijos de Cuevas devolvieron además decenas de obras de arte, alfombras y demás enseres de Federico Gertz, que seguían en manos de la familia Morán.
El caso se convirtió en un escándalo. Los hijos de Cuevas armaron una campaña mediática contra el fiscal, al que acusaban de haber usado su cargo y su poder para vengarse de la mujer y de su madre. Gertz batallaba en otros frentes, además, enfrentado al titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, presionado también para sacar adelante las investigaciones por el caso Odebrecht en el país. En noviembre de ese año, pidió a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que asumiera el pleito con su familia.
Le salió mal la jugada al fiscal. En marzo de 2022, el máximo tribunal tumbó el proceso por homicidio contra las dos mujeres. Cuevas salió de prisión horas después de que la Corte publicara su fallo. A su salida, Alejandra Cuevas repitió lo que había dicho muchas veces esos años, primero ante la Fiscalía de Ciudad de México, en 2015: que ella no había cuidado mal a Federico, entre otras cosas, porque no vivía con ellos. Sus hijos y ella siguieron con las críticas a Gertz, pero con el caso ya decidido, el asunto se apagó.
El fiscal nunca habló de su derrota. El país pasó página. Laura Morán siguió cumpliendo años. Según denunció su familia, nunca consiguió recuperar la pensión que Federico le había dejado en su testamento, 50.000 pesos mensuales y el alquiler de la casa, que rondaba los 30.000. En una visita a su casa hace casi tres años, en el adinerado barrio de Lomas de Tecamachalco, en Ciudad de México, la mujer aún estaba enfadada con Federico, por todo lo que había pasado a su muerte. Algunas de sus fotografías estaban volteadas, contra la pared. No quería verlo.
Fuente.-Pablo Ferri/Diario Español/ imagen/Libro/El Verdugo