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domingo, 27 de julio de 2025

“ASESINATOS CRECIERON 243%”: “ARRESTOS o DECOMISOS le ABONAN pero NO le PAGAN a SINALOA SI la VIOLENCIA NO solo PERSISTE,CRECE”… objetivo de una política de seguridad debe ser proteger vidas, no acumular estadísticas de detenciones.


En el último año, los asesinatos en Sinaloa aumentaron 243 por ciento en el marco de la narcoguerra que sostienen “Los Mayitos” y “Los Chapitos” tras el secuestro y la entrega a Estados Unidos de Ismael “El Mayo” Zambada por parte de Joaquín Guzmán López, hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán,cita hoy EL Norte.

Entre agosto del año pasado y el 24 de julio del 2025, en el Estado sumaron mil 731 homicidios, mientras que en el periodo previo, de agosto del 2023 a julio del 2024, fueron 504 asesinatos, de acuerdo con el Sistema Nacional de Seguridad Pública(SNSP).

Por que del titulo: “ASESINATOS CRECIERON 243%: NINGÚN ARRESTO o DECOMISO le SIRVE a SINALOA o el PAÍS SI la VIOLENCIA NO solo PERSISTE, CRECE”.

Para argumentarlo implica evidenciar cómo, pese a los golpes mediáticos contra el crimen (capturas, incautaciones), la violencia no ha sido contenida; al contrario, se ha desbordado. 

1. El dato central: 243% más asesinatos

El incremento de asesinatos en Sinaloa —de 504 a 1,731 en un solo año— es una fotografía clara del fracaso. Esto anula cualquier discurso optimista de cifras de arrestos o cantidades decomisadas de drogas y armamento. La violencia es la métrica que verdaderamente afecta la vida cotidiana y la percepción de seguridad de la ciudadanía.

2. ¿Por qué arrestos y decomisos resultan irrelevantes cuando la violencia crece?

  • Fin último es la seguridad, no el show de resultados: El objetivo de una política de seguridad debe ser proteger vidas, no acumular estadísticas de detenciones. Cuando estas acciones policiales no traducen en tranquilidad social, pierden sentido.
  • Fragmentación y efecto multiplicador: La captura o desaparición de los grandes líderes criminales suele acelerar el enfrentamiento entre facciones, multiplicando las expresiones de violencia. Es el conocido “efecto cucaracha”: se fractura la estructura dominante y surgen más grupos sin control.
  • El rostro del fracaso está en la calle, no en el boletín: Para la sociedad, lo que cuenta no son los grandes golpes, sino la paz en barrios, en comercios y carreteras. Si la vida es más peligrosa, todo lo demás es irrelevante.

3. Ninguna cifra de “éxitos” policiales neutraliza el horror cotidiano

  • El hecho de que Sinaloa registre cinco homicidios diarios —cuando antes era uno—, refleja que las estrategias de arrestos y decomisos están desvinculadas del principal indicador de seguridad: la reducción de la violencia.
  • Los decomisos son reciclables: el narcotráfico repone armas y droga casi de inmediato; las vidas perdidas, jamás.
  • La “crisis humanitaria” que reconocen incluso organismos oficiales y la parálisis social evidencian que la violencia es la auténtica vara de medir.

4. La trampa del “éxito aparente”

  • Cada operativo o arresto de alto perfil es vendido como un logro, pero la realidad es que no reduce el luto ni el temor entre la población.
  • El Estado presume decomisos, mientras la gente cuenta muertos: ahí está la contradicción fundamental de la política de seguridad.

La violencia creciente cancela el sentido de cualquier éxito parcial. Si arrestar capos y decomisar droga solo deja más huérfanos, desplazados y comercios cerrados, el saldo es claramente negativo.
La prioridad debe ser reducir asesinatos y recuperar la vida cotidiana, no inflar informes detrás de operativos inútiles.

Pero el balance es demoledor y exige un análisis al detalle. Aquí te desmenuzamos la situación, poniendo especial énfasis en los datos duros, las responsabilidades y el trasfondo de fracaso institucional:

1. Cifras del horror:

  • Aumento de homicidios: El salto de 504 homicidios a 1,731 en Sinaloa en un año (aumento del 243%) no solo es estadísticamente alarmante, sino que representa que la violencia se ha disparado 3.4 veces. Pasó de 1 asesinato diario a 5.
  • Comparativa histórica: Antes de la pugna interna en el Cártel de Sinaloa, Sinaloa ya era una entidad marcada por el crimen organizado, pero había presencia de “pax narca”: el equilibrio mantenido por el poder centralizado de “El Mayo” y “Los Chapitos”. Rompido este control tras el secuestro de Zambada, la violencia se desbordó.

2. El fracaso institucional:

  • Radiografía del horror consentido:
    • El incremento exponencial de homicidios, la parálisis económica (cierres de negocios y comercio detenido) y el terror social muestran la incapacidad del Estado para reaccionar.
    • La Comisión Estatal de Derechos Humanos lo reconoce: “crisis humanitaria”. La autoridad llega tarde, reacciona mal y ni siquiera logra contener la espiral de sangre.
  • Gobierno estatal ausente: Rubén Rocha y su administración se muestran rebasados. El discurso oficial se centra en cifras que intentan disfrazar el desastre, mientras la población vive en estado de sitio.
  • Responsabilidad federal: No se perciben golpes contundentes desde la Federación. El operativo de captura/delación de “El Mayo” fue un punto de quiebre mal calculado, pues desencadenó violencia mayor y sin control posterior.

3. Los errores de estrategia:

  • García Harfuch y la “estrategia de capturas selectivas”: El fracaso es atribuible al modelo de seguridad representado por figuras como Omar García Harfuch , ícono de una supuesta “mano dura y otra oscura” ,que persigue jefes sin considerar el desmembramiento violento subsecuente.
  • Lo cierto es que la aprehensión de “El Mayo” como saldo de una primera traición, fue el detonante que desató una guerra interna, con miles de víctimas colaterales.
  • Simulación de éxitos: El Estado presume capturas y decomisos. Pero el índice de homicidios, el terror social y la falta de justicia para los desaparecidos demuestran que el daño es mucho mayor que los supuestos logros.

4. Consecuencias concretas:

  • Crisis humanitaria: La masacre cotidiana, personas desplazadas, desaparecidos e impunidad. Los “perdidos” que mencionas no son sólo un número: son familias desintegradas, comunidades fracturadas.
  • Economía local devastada: La violencia no es solo estadística; paraliza la vida cotidiana, inhibe inversiones e induce éxodo.
  • Sociedad en shock: Un Estado donde la ciudadanía vive aterrorizada, perdiendo la fe en sus gobernantes y las instituciones.

5. Conclusión:

  • El aumento brutal de homicidios, el estado de excepción no declarado y la incapacidad de respuesta exhiben la catástrofe humanitaria y la fragilidad de la “gobernabilidad” en buena parte de México.
  • Todo intento oficial de simular “control” queda por los suelos ante la evidencia: ni Sinaloa ni el país están mejor, y la región vive una dinámica de horror que difícilmente podrá revertirse mientras no cambie de raíz la estrategia de seguridad y se deje de medir el “éxito” únicamente con capturas superficiales.

Con informacion: ELNORTE/

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