Un hombre que dijo tener conexiones con una familia adinerada estafó al empresario Ricardo Salinas Pliego con 400 millones de dólares, reveló el periódico The Wall Street Journal (WSJ).
¿Quién pensaría que Ricardo Salinas Pliego, señor de los canales de TV, magnate impoluto, podría caer en la trampa de unos estafadores tan descarados que parecían sacados de una telenovela –de esas que él mismo solía transmitir en horario estelar?
En la primavera del 2021, con el bitcoin a la alza y el ánimo en todo lo alto, Salinas planeaba brincar de lleno a la piscina de las criptomonedas. Pero para darse ese chapuzón, necesitaba 400 millones de dólares fresquecitos. Para no perder estilo, ofreció como garantía acciones por más de mil millones de dólares. Porque si lo vas a hacer, hazlo grande, ¿no?
Ya encarrerado, pidió préstamos a bancos de confianza, pero para el último empujón una recomendación suiza lo llevó al mítico “Fondo de Capital Astor”. Su interlocutor: Gregory Mitchell, supuesto pez gordo con conexiones con la aristocrática familia Astor (sí, la misma de los hoteles Waldorf-Astoria… no se podía pedir más glamour).
Y para dejarlo claro, el CEO de Astor Capital, un hombre de nombre Thomas Astor Mellon, apareció desde un yate, hablando con acento estadounidense –como buen millonario internacional. Acuerdos sellados con leones y blasones familiares, videollamadas con vistas al mar: ni en Netflix escriben guiones tan jugosos.
Pero la realidad superó a la ficción. Tres años después, Salinas se dio cuenta: fue timado. Sus acciones volaron, y sus socios de jet-set desaparecieron. El tal Gregory Mitchell era, en realidad, Vak Sklarov, un estafador ucraniano con su propio historial carcelario. Y el carismático “Thomas Astor Mellon” resultó ser Alexey Skachkov, un georgiano con el currículum digno de un villano: recetas falsas, joyas robadas. Ni Lupita Ferrer en sus mejores tiempos.
“Me siento como un completo idiota. ¿Cómo pude caer en esto?”, confesaría más tarde Salinas Pliego, mandando el orgullo de millonario al suelo y el prestigio familiar, directo a la sección de memes.
Tras el fraude, el empresario logró una orden en Londres para congelar fondos y comenzó una cacería estilo James Bond para rastrear el dinero por tribunales en Nueva York, mientras los criminales navegaban por las islas griegas, con propiedades, yate y todo el kit del perfecto villano internacional.
Para rematar: Sklarov ya había hecho de las suyas antes, logrando apoderarse de acciones valoradas en 750 millones de dólares de otros incautos con aspiraciones de grandeza. Al menos, en este dramón financiero, Salinas Pliego no fue el único… aunque seguramente fue el más célebre.
Moral de la historia: hasta los ricos, cuando sueñan en grande, pueden despertar en una pesadilla. ¡Y ojo con hacer negocios por Zoom desde un yate! —que nunca falte el toque de elegancia, porque el ridículo, como el dinero, tampoco discrimina.

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