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viernes, 25 de julio de 2025

“ABANDONADO a su SUERTE ?”: “TODOS vs el COMANDANTE H dejan VER HIPOCRESIA de ACCIONES TARDIAS de QUIENES CRIARON los CUERVOS y ahora TIENEN MUCHOS”…dispuestos a protegerse hasta el último minuto, y simular limpieza después del desastre.


Tarde, pero sin sueño. México nos regala una tragicomedia en la que el protagonista, el Morenista Hernán Bermúdez Requena,el llamado “Comandante H”, pasa de “zar anticrimen” a prófugo de la justicia internacional. 

Resulta que ahora las diligentes Secretarías de Hacienda y Gobernación alzan la voz, indignadas, y anuncian el congelamiento de cuentas bancarias de Bermúdez, de empresas cercanas, socios y familiares. También suspenden permisos de juegos y apuestas vinculados a sus amistades. Todo esto tras detectar “operaciones financieras inusuales, transferencias atípicas y posibles simulaciones fiscales”.

Cuánta voluntad súbita. Las dependencias federales remiten al combate permanente contra el lavado de dinero y la corrupción, cuando, en realidad, los reflectores apuntan a hechos que desde hace años estaban documentados. 

Desde 2021, los servicios de inteligencia del Ejército sabían que “El Abuelo” —así apodado Bermúdez— lideraba “La Barredora”, banda criminal nacida de los propios cuerpos policiacos y activa en extorsión, tráfico y narcomenudeo en Tabasco.

La película no es policial, es tragicómica: el personaje es encumbrado por la administración de Adán Augusto López, ahora alto mando de Morena en el Senado y viejo amigo del hoy prófugo. Mientras tanto, la secretaria de Gobernación, solidaria, arropaba al jefe que “nunca sospechó” a pesar de que su subordinado paseaba entre la política y el crimen organizado. La amistad de 33 años pesaba más que los reportes militares, las alertas rojas o el sentido común.

¿Y ahora? El gobierno que lo protegió y le abrió las puertas se dice escandalizado. Las cuentas y permisos se congelan justo después de que “El Abuelo” ya huyó del país —el 26 de enero, días antes de que un juez emitiera orden de aprehensión. Solo cuando la presión social y mediática es insostenible, las autoridades deciden “actuar”, en un despliegue de simulación institucional. El Estado, que pudo haber impedido su ascenso criminal, más bien lo impulsó.

Mientras, Adán Augusto repite: “no sospeché de él”. Y el gobierno federal, igual que tantas veces, manda señales tardías, queriendo convencernos de su “compromiso” con la legalidad.

Esta es la verdadera trama: una élite política que sólo voltea la mirada cuando el escándalo amenaza con salpicar demasiado alto. Si el guion fuera honesto, el título no sería “Lo abandonó la suerte”, sino “Lo amparó el sistema… hasta que fue insostenible”. Porque lo que se exhibe hoy, más que justicia, es la hipocresía de un sistema dispuesto a protegerse hasta el último minuto, y simular limpieza después del desastre.

Con informacion: ELNORTE/

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