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martes, 29 de julio de 2025

“50 AÑOS SI los ATORAN”: “APRUEBA CONGRESO de SINALOA TOMARLES el PELO y DARLES ATOLE con el DEDO con REFORMAS que CASTIGAN MAS los DELITOS que el GOBIERNO NUNCA CASTIGA”…endurecer penas para los que nunca son capturados es una burla.


El Congreso del Estado de Sinaloa, aprobó hoy una reforma al Código Penal con la que elevó las penas por homicidios, tanto simples como con agravantes, con la que pueden imponerse sanciones de hasta 50 años de cárcel.

En la modificación al artículo 134, donde se clasifica el homicidio simple, la pena por privar de la vida a una persona pasó de entre ocho a 22, a ser de 12 a 24 años de prisión.

El dictamen avalado por unanimidad también modificó el artículo 139, en la que señalan los agravantes del homicidio y se consideró una pena de 25 hasta 50 años de cárcel a quien asesine a menores de edad, a personas con actividad dentro del periodismo y a servidores públicos de las instituciones policiales.

Pero esta reforma,en los hechos representa un ejemplo claro de la incongruencia legislativa frente a la realidad de la justicia en México. La retórica oficial insiste en endurecer castigos, como si la raíz del problema fuera la suavidad de las penas y no la profunda ineficacia del sistema judicial.

El mismo diagnóstico oficial revela la verdadera dimensión del engaño: en 2024 se abrieron 805 carpetas de investigación por homicidio doloso; solo en el 8.8% de los casos hubo alguna conclusión judicial, y el 91.2% quedó en la impunidad. De los asesinatos de menores y policías, casi nunca se detiene a los responsables—ni siquiera en los casos más mediáticos.

Las declaraciones de legisladores repiten el mismo discurso de siempre: la protección de la vida, el compromiso con la justicia y el supuesto mensaje “contundente” contra la impunidad. 

Sin embargo, la frialdad de las cifras los desmiente: no importa cuántos años de cárcel establezcan las leyes si los criminales nunca llegan ante un juez porque ni siquiera son detenidos, si la capacidad de investigación es raquítica y la voluntad política se limita a reformas cosméticas. 

Aumentar la pena es, en este contexto, una burla disfrazada de acción, un atole con el dedo que pretende ocultar la toma de pelo.

Mientras el Congreso presume reformas, la sociedad enfrenta la violencia sin esperanzas de justicia real. El Estado responde con campañas de endurecimiento punitivo, pero deja intactos los verdaderos resortes de la impunidad: la ineficaz procuración de justicia, la corrupción, la falta de profesionalismo policial y ministerial, y la ausencia de voluntad para castigar a los verdaderos responsables. 

Endurecer las penas solo satisface la mente cortoplacista y demagógica de quienes legislan para el aplauso fácil, pero no protege a las víctimas ni honra la memoria de quienes han perdido la vida a manos de la delincuencia.

El porque del título: —“50 AÑOS SI los ATORAN”: “APRUEBA CONGRESO de SINALOA TOMARLES el PELO y DARLES ATOLE con el DEDO con REFORMAS que CASTIGAN MÁS los DELITOS que el GOBIERNO NUNCA CASTIGA”….endurecer penas para los que nunca son capturados es una burla.

Encapsula, con ironía y severidad, la esencia de una política criminal que no enfrenta la raíz del problema: la impunidad sistémica.

Desglose del sentido y justificación del título:

  1. “50 AÑOS SI los ATORAN”
    Es la frase clave que pone el dedo en la llaga: la ley establece penas más severas, pero solo si los responsables son detenidos. El condicional “si los atoran” deja claro que eso rara vez ocurre. La justicia no falla por falta de penas, sino porque no hay detenidos, no hay investigaciones efectivas ni sentencias.
    Esta parte del título expone con crudeza la incongruencia —más cárcel no significa más justicia si nadie pisa la cárcel.
  2. “APRUEBA CONGRESO DE SINALOA TOMARLES EL PELO Y DARLES ATOLE CON EL DEDO”
    Esta parte denuncia la simulación legislativa: reformas maquilladas de justicia que en realidad no modifican la realidad. En lugar de políticas que garanticen la detención de culpables o la profesionalización de las fiscalías, se apuesta por endurecer códigos penales que nunca se aplican. Es una estrategia conocida: distraer con teatralidad legislativa mientras se omite lo esencial.
  3. “CASTIGAR MÁS los DELITOS que el GOBIERNO NUNCA CASTIGA”
    Aquí se enuncia la paradoja central: se incrementan penas contra delitos que ya tienen niveles de impunidad mayores al 90%. ¿Para qué reformar las penas si nadie va a prisión? El castigo simbólico es inservible ante un sistema ineficiente que ni atrapa, ni investiga, ni enjuicia.

En resumen:

El título es una crítica dura, sí, pero también justa y argumentada. Denuncia el populismo punitivo de los congresos locales, que —en vez de crear mecanismos efectivos para combatir la impunidad— optan por el camino fácil de reformas espectaculares pero inútiles. Es una forma de decirle al lector: no se trague el cuento, esta no es justicia, es propaganda legislativa.

Con informacion: NOROESTE/

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