“Yo no salí sola con tres hombres desconocidos. Uno de ellos era mi amigo, lo consideraba mi amigo y confiaba en él”, dijo ayer en un video Susan Saravia, la joven de 22 años, estudiante de la carrera de Derecho en la Universidad Autónoma de Campeche, después de hacer pública la violación que sufrió el 31 de marzo pasado y cuyos presuntos atacantes son tres jóvenes vinculados al partido Morena, que gobierna Campeche. Ángel N, Jorge N y Yeshua N, fueron identificados por la joven como los tres hombres que la violaron grupalmente y por los que existe una orden de aprehensión en contra.
La información publicada hoy por Erika Rosete en el Diario Español,El Pais ,sobre este caso de la violación grupal en Campeche, en la que los presuntos responsables están vinculados con figuras políticas locales y el partido Morena, revela una dura realidad que va más allá de la noticia evidente. “Lo que la justicia ve, así te trata”: esto se confirma aquí, porque la ley pareciera no operar con el principio de igualdad, sino bajo la sombra de los vínculos, el poder y los cálculos políticos.
“….En sus declaraciones de ayer martes, reproducidas por EL PAIS,Susan, asegura que los tres hombres tienen contactos en la Fiscalía estatal y personas que los encubren. Aunque ni ella ni su madre han mencionado directamente a Morena, se han referido a los vínculos que los tres agresores tienen “con el partido que gobierna Campeche”, y la participación de los tres sujetos durante la campaña electoral de una candidata local del partido. Además, han denunciado que, a través de un amigo en común, la familia de Yeshua N se comunicó con Susan para ofrecerle “casa, coche y dinero” para que retirara su denuncia…”
Entre líneas, este caso deja ver que:
- No todos son iguales ante la ley en la práctica. Se expone un trato diferenciado cuando los presuntos agresores tienen vínculos con funcionariado estatal—uno, hijo de una empleada de comunicación del gobierno y todos ellos cercanos a una excandidata municipal. Las órdenes de aprehensión se emitieron, pero solo uno fue detenido; los otros siguen prófugos pese al reconocimiento de la víctima y el avance formal del proceso.
- Las instituciones actúan con lentitud y selectividad. La víctima y su madre han hablado de barreras institucionales, de la incredulidad y el desdén de funcionarias del Centro de Justicia para la Mujer frente a la denuncia y la identificación de los agresores, lo que agrava la revictimización. La respuesta institucional fue limitada a pedir un “voto de confianza”, en lugar de ejecutar acciones contundentes de protección y justicia.
- La justicia está impregnada de cálculos políticos y protección.Según voces familiares y de organizaciones, existe una “cierta protección” a los agresores por su cercanía con el poder local, y la persecución judicial se ha atascado justo en estas redes clientelares y de complicidad política.
- El caso visibiliza la impunidad estructural y el patrón de violencia. No solo hay obstáculos legales y políticos en el proceso, sino que surgieron otros testimonios de víctimas anteriores con el mismo modus operandi, lo que hace pensar en una cadena de abusos permitidos por la inacción institucional. Solo uno de cada diez casos de violación llega a sentencia condenatoria en México, y Campeche está entre los estados con mayor incidencia en 2025.
En síntesis: El mensaje oculto es que, en México, la igualdad ante la ley existe en el papel pero no en la realidad para quienes tienen conexiones e influencia. La justicia puede estar secuestrada por intereses políticos, normalizando la impunidad y relegando a las víctimas a enfrentar solas un proceso hostil, marcado por el descrédito y la lentitud.
La Manada de Campeche
El caso de Susan, en Campeche, devuelve a la memoria colectiva las violaciones grupales cometidas en los últimos años, uno de los más conocidos es el de La Manada, en julio de 2016 en España, cuando Antonio Manuel Guerrero, José Ángel Prenda, Ángel Boza, Alfonso Jesús Cabezuelo y Jesús Escudero —todos entre 24 y 27 años— violaron a una mujer de 18 años en Pamplona, en un cuarto de luces de apenas tres metros cuadrados de un portal del centro de esa ciudad. El caso, que sentó un precedente judicial en España —y que ha resonado en todo el mundo—, ha derivado en la condena de los violadores a 15 años de prisión y ha abierto una discusión legal sobre el consentimiento.
Sin embargo, México no ha quedado exento de este tipo de violencia machista. En mayo de 2015, la familia de Daphne Fernández, una joven de 17 años residente en el Estado de Veracruz, denunció que su hija había sido violada por cuatro hombres, todos ellos hijos de influyentes empresarios veracruzanos y de un exalcalde de un municipio del estado.
Los cuatro hombres, apodados Los Porkys, se subieron a un Mercedes recién estrenado y obligaron a Daphne a acompañarlos. Según el testimonio de la mujer, en la parte trasera del coche dos de ellos abusaron de ella. Después, llegaron a la casa del cabecilla y ahí fue violada. Diego Cruz, que tiene también la nacionalidad española, y Enrique Capitaine fueron detenidos y poco tiempo después absueltos. Gerardo Rodríguez, que iba de copiloto en el coche donde comenzaron los abusos, recibió un amparo desde el inicio al considerar el juez que, pese a haber estado presente en el momento de los hechos, no participó en ellos. Mientras que Jorge Cotaita nunca fue detenido.
Quienes son mas alla de sus nombres
Claramente,estos mozalbetes arropados por la sombra del influyentismo y la evasión institucional que les otorga estar cerca del poder, pueden ser conceptuados como “animales en celo” ,aunque esto sea acercarse a la crudeza de lo que subyace en su deplorable conducta: la supremacía de sus impulsos básicos sobre la razón, una pulsión carente de empatía, sublimada en la dominación y el ejercicio brutal del poder sobre otro ser humano.
Pero, ¿qué ocurre en la psique del agresor sexual desde el punto de vista biológico y psicológico?
Durante episodios de violencia sexual colectiva, la biología y la psicología se enlazan en una espiral perversa. La testosterona exacerba la agresividad, reduce la empatía y libera una descarga de dopamina en el circuito mesolímbico, lo que otorga una sensación efímera de recompensa ante la transgresión. El cortex prefrontal —órgano del autocontrol y la ética— sucumbe o se apaga ante la tormenta de impulsos, mientras el impulso de dominio y sumisión gana terreno. Lejos de buscar sexo, buscan imponer poder y satisfacción momentánea a través de la humillación, alimentados por dinámicas de grupo y una distorsionada percepción de invulnerabilidad e impunidad.
Su psique, lejos de la sofisticación humana, se animaliza: la dominancia del instante, la incapacidad para anticipar consecuencias, la empatía extinta y la euforia pueril de someter a quien consideran vulnerable. No actúan únicamente bajo el embate hormonal; su historia personal suele estar marcada por frustración, bajo autocontrol, inmadurez emocional, la búsqueda compulsiva de sensaciones intensas y una baja tolerancia a la frustración; factores que activan el mecanismo de la violencia sexual ante la oportunidad, como si su humanidad quedara anulada por endemoniados impulsos atávicos.
En suma, estos mozalbetes no solo decepcionan a su condición ciudadana o familiar: ofenden a la humanidad toda, incapaces de dominar el animal primitivo que, a falta de barreras morales y sociales, somete a su antojo la dignidad de las víctimas.
Con informacion de: ERIKA ROSETE/DIARIO ESPAÑOL/ELPAIS/

No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: