Una protesta por tanqueta norteamericana en el puente internacional de Nuevo Laredo ha sido calificada por activistas y medios como un acto de “intimidación” y “violencia simbólica”, resaltando el enojo de cuestionadas figuras sociales que tradicionalmente se han arrendado a intereses non sanctos.
Sin embargo, el abordaje de la protesta —y el enfoque mediático que resalta la amenaza externa— puede ser visto como sesgado cuando se ignora o minimiza el contexto de violencia interna y control territorial que ejercen grupos criminales como los Zetas y el Cártel del Noreste (CDN) que amenazan cotidianamente a Nuevo Laredo,recientemente fueron materia de escandalo,pues el abogado del CDN era también asesor del Gobernador Americo Villarreal.
Argumento crítico respecto al sesgo
- “indignación selectiva”: La molestia mostrada ante la tanqueta estadounidense contrasta con la falta de movilización equivalente —o incluso el silencio— ante la violencia extrema y la coacción ejercidas desde hace años por los Zetas, el Cártel del Noreste (escisión de los Zetas) y otras organizaciones que mantienen amedrentada a la sociedad neolaredense. La intimidación de estos grupos, que han controlado territorio, autoridades municipales e incluso a la prensa, es una amenaza cotidiana mucho más cercana y letal para los habitantes.
- Control violento del territorio: Los Zetas y sus sucesores han convertido a Nuevo Laredo en un enclave estratégico, sometiendo a la sociedad a extorsiones, amenazas, secuestros y ejecuciones. Históricamente, han subordinado a policías municipales, silenciado medios y restringido el activismo social —situaciones documentadas tanto en investigaciones periodísticas como académicas.
- Realidad de inseguridad permanente: La violencia ligada al crimen organizado y las grandes “plazas” sigue siendo parte del horizonte cotidiano de Nuevo Laredo y tiene un impacto mucho más inmediato y devastador que la presencia temporal y fuertemente monitoreada de fuerzas externas, como una tanqueta norteamericana.
- Autocensura y represión local: El miedo impuesto por los cárteles ha obligado a medios y población a la autocensura, impidiendo incluso el registro público de las agresiones, desapariciones y masacres, fenómeno que limita la atención social y mediática a la violencia interna, mientras que una imagen polémica —como la de una tanqueta apuntando al sur— resulta aprovechada para canalizar la indignación hacia el lado “externo”.
Conclusión
El debate sobre la “intimidación” que representa una tanqueta estadounidense en la frontera es válido en términos de soberanía y diplomacia, pero la indignación resulta superficial e incluso hipócrita si no se reconoce con igual o mayor fuerza la “amenaza perpetua” que los grupos criminales ejercen sobre la vida cotidiana de los neolaredenses.
La verdadera seguridad y dignidad de la población dependen ante todo de enfrentar con honestidad y coherencia tanto las presiones externas como, sobre todo, las formas de violencia interna que han colonizado el horizonte social de la región durante décadas.
Con informacion: MEDIOS/REDES/

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