Eran dos hipopótamos hembras y un macho cuando el narcotraficante Pablo Escobar los trajo a Colombia en un avión privado hasta el aeropuerto de Rionegro y los trasladó hasta la Hacienda Nápoles.
Fue en los años 80. Cuatro décadas después, esa versión criminal del Arca de Noé es un problema social y ecológico de peso para Colombia. Los llamados hipopótamos de Escobar, una especie invasora y peligrosa, se han reproducido de tal forma que ahora hay cerca de 160 animales libres por la cuenca del río Magdalena que conecta a seis departamentos.
Y HASTA ORGULLOSOS POSAN:
La herencia que dejó el narco ha trascendido lo criminal y tiene efectos ambientales y sociales que podrían agudizarse con los años. El país lleva años debatiendo si esterilizarlos o matarlos, mientras los hipopótamos siguen causando estragos y accidentes con los humanos. Los Gobiernos han tenido todo tipo de aproximaciones desde la inacción que los ha dejado reproducir, hasta la castración química o la caza, como ocurrió con el famoso hipopótamo Pepe —abatido en 2009— pasando por dejarlos en libertad por las cuencas de los ríos. Ahora, se ha planteado una nueva solución que suena tan cinematográfica y titánica como lo fue traerlos aquella vez en los 80.
Las autoridades de Antioquia anunciaron que intentarán trasladar al menos 70 hipopótamos hacia India y México y esperan lograr acuerdos también con Ecuador, Filipinas y Botswana, que también quieren recibir a algunos de ellos. 60 serían llevados al Greens Zoological Rescue and Rehabilitation Kingdom en Gujarat (India) y otros 10 al santuario Ostok de Culiacán (México).
Pero la noticia ha disparado muchas preguntas. ¿Quién lo paga? ¿Cómo se hace semejante traslado con animales que pesan una tonelada? ¿Cómo evitarán trasladar el problema de la reproducción a esos países? Desde la Gobernación de Antioquia explican que tienen toda la logística lista aunque todavía les falta la autorización del Gobierno de Gustavo Petro.
La historia de esta alternativa surgió hace un año y medio de la mano de Ernesto Zazueta, presidente del Ostok, e involucra a tres países: México, India y Argentina, este último porque una productora de allá la que documentaría el traslado. Con los recursos de la producción del programa Cargas Imposibles se pagarían los guacales donde deben ser encerrados los hipopótamos para sus viajes, dice la Gobernación. Zazueta es también el enlace con India y se comprometió a recibir 10 en su santuario mexicano.
La noticia es por ahora un anuncio porque aún falta la autorización del Ministerio del Medio Ambiente. Aunque Lina Marcela Ríos, gerente de Protección Animal de la Gobernación de Antioquia, dice que están avanzando. La funcionaria asegura también que, una vez tengan la licencia, se tardarían dos meses en todo el proceso. Pero eso es justamente lo que más inquieta a biólogos y expertos que han estudiado a los hipopótamos en el país y consideran que es mucho más engorroso y lento de lo que dice el Gobierno regional.
Un hipopótamo es alimentado con zanahorias en el Parque Nápoles.
“Lo más caro es el transporte aéreo y los guacales, dinero que pondría India”, explica Ríos en conversación con EL PAÍS. Pero antes del traslado aéreo, que ya es complejo, está la captura de los animales. Ríos dice que lo harán a través de cebo en las noches con zanahorias, un trabajo que sí asume Colombia. “El Gobierno nacional y el local”, asegura ella y agrega que esa labor cuesta 600 millones de pesos, incluido el recurso humano que haría la captura. Sin embargo, los animales no viajarían esterilizados. “Los procesos de control de natalidad y contención los debe asumir el país de destino, son muy costosos. Nosotros no podemos hacer la esterilización”.
La opción de llevarlos al extranjero es una medida de carácter regional que no resolvería el problema que ha trascendido a otros departamentos, apunta Nataly Castelblanco, doctora en Ecología y Desarrollo Sustentable. En 2021 ella realizó el estudio científico publicado en la revista Biological Conservation que sostiene que hacia 2034 la población de hipopótamos en Colombia podría superar los 1.400 ejemplares. Ahora considera que fue una predicción conservadora, “según los últimos análisis la tasa de reproducción es del 15% y el 48% son crías y juveniles”, agrega.
La investigación, que causó la ira del movimiento animalista, señala que “en ausencia de una intensa presión de sacrificio o caza, el tamaño de la población seguirá aumentando constantemente”. La han llamado alarmista, pero ella considera necesario seguir insistiendo. “Si no se soluciona el problema ahora y sigue la inacción del Gobierno, va a continuar el crecimiento y amenazas a las ciénagas y a las personas” dice. Los hipopótamos pueden conducir a la extinción de ecosistemas locales donde se mueven y hacen modificaciones a la vegetación que son irreversibles, indica también Rafael Moreno, doctor en Ciencias, Ecología y Biología evolutiva.
Los efectos en los ecosistemas son solo una de las aristas del problema; otra son los impactos en las personas. En África se registran cada año 500 muertes causadas por hipopótamos. En Colombia, a pesar del crecimiento de esta población y de que estos son animales agresivos y territoriales, considerados los más peligrosos del planeta, ha habido suerte. Todos los expertos que han seguido el avance del problema están a la espera de que el Ministerio del Medio Ambiente publique un informe al respecto.
En los últimos años se han registrado tres accidentes con humanos. En uno de ellos, la persona recibió un mordisco y quedó con problemas psiquiátricos; en otro la víctima fue un hombre que quiso robarse una cría para venderla y fue atacado por la hembra; y el más conocido fue en un accidente vial. El hipopótamo es el tercer animal terrestre en tamaño y puede alcanzar hasta las tres toneladas de peso, así que encontrarse a uno puede ser mortal.
La mayoría de los habitantes de Doradal (Antioquia) sabe de los peligros de cruzarse con estos animales, pero en esa región existe una relación ambivalente con ellos. Los aman, les rinden culto, les temen. Para muchos, se han convertido en una fuente de ingreso a través del turismo. Los hipopótamos se han vuelto casi en un personaje mítico que recuerda la presencia permanente y pesada del narcotráfico.
Sin embargo, como afirma David Echeverri, jefe de la oficina de la gestión de la diversidad del ente de conservación ambiental regional, Cornare, la gente “no dimensiona” las consecuencias nefastas de estos animales. “Como no se han presentado muertes, la gente sigue teniendo una percepción positiva de los hipopótamos y no hace presión para que se adopten medidas más drásticas. Pero, una vez ocurra un accidente mortal, eso va a cambiar”, advierte Echeverri, quien lleva 10 años capturando y esterilizando hipopótamos en Antioquia.
Un hipopótamo en la calle del Parque Nápoles.
El sacrificio sanitario o la eutanasia de estos animales no deja de estar en la ecuación. Aunque el debate con el movimiento animalista que tiene representación en el Congreso es fuerte. En 2009 la polarización llegó a su momento más álgido cuando fue abatido Pepe, el primer hipopótamo de la manada. Murió por disparos de cazadores alemanes, acompañados del Ejército. La fotografía del grupo con el cadáver del animal como un trofeo generó rechazo y recordó la del propio Escobar muerto en un tejado de Medellín.
No puede ser solución de fondo
La reubicación en el extranjero no puede ser la única opción para manejar el problema, ni presentarse como la panacea, insisten los expertos Castelblanco y Echeverri. “Esta no es la solución de fondo, pero sí puede ayudar a disminuir la problemática. Reubicarlos en zoológicos con garantías de manejo se ha planteado como una posibilidad y alternativa junto a la castración y la esterilización”, dice el funcionario de Cornare.
Una niña posa para una foto en la boca de una estatua de hipopótamo en el Parque Nápoles.
Moreno, quien realizó una investigación sobre los efectos entre los hipopótamos y los humanos para el Instituto Humboldt, concuerda con ellos. “Todo suma, pero soy bastante escéptico de que se pueda trasladar ese número de animales en condiciones que respeten las medidas internacionales”, dice. Aclara que los hipopótamos tendrían que llegar castrados de forma quirúrgica. “No pueden llevar esa bomba de tiempo a México y a Gujarat”.
En los últimos años, Cornare ha esterilizado a 13 hipopótamos y reubicado a cinco en zoológicos del país. Pero saben que capturar a 70 y encerrarlos en corrales no tiene precedentes. “Es un grupo poblacional de 80 en la zona. No es fácil; tampoco imposible”, agrega. Eso sí, no será tan sencillo con los hipopótamos que hayan avanzado por el río Magdalena.
Por eso Castelblanco dice que la Ministra del Medio Ambiente, Susana Muhamad, debe presentar un plan nacional para atender esta problemática. “Ya no es algo solo de Antioquia, sino un problema nacional. El tema de los hipopótamos hace rato se nos fue de las manos”, dice, y considera que el traslado al extranjero alivia, pero no soluciona el problema. Cuarenta años después de que Escobar trajera esos animales de contrabando, Colombia aún no sabe bien qué hacer para detenerlos. Como el narcotráfico, se siguen reproduciendo.
Hipopótamos en el Parque Nápoles, antes hacienda, en Puerto Triunfo en 2020.
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