A Dairo Duque Tamez, diagnosticado con trastorno bipolar, le pareció inofensivo tomar de una sucursal de Seven Eleven, en Coyoacán, cinco sustitutos de crema, de esos gratuitos en la compra de algún café, para echárselos a la bebida que había comprado en otro establecimiento. Pero los empleados del establecimiento lo acusaron de robo y permanece encerado en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial (Cevarepsi) desde el 17 de mayo pasado.
El hombre de nacionalidades colombiana y mexicana relató a La Razón que su detención tuvo lugar a un costado del Centro de Coyoacán, donde la empleada de una tienda de autoservicio aseguró percatarse de la acción por medio del sistema de vigilancia.
De acuerdo con la averiguación previa FCY/COY-1/T3/00513/16-05, Duque y Marín sostuvieron una rencilla verbal en la que intervinieron dos motopatrulleros a la altura del Jardín Hidalgo. Uno de ellos, Juan José Falcón, asegura en su declaración que al momento de la detención no hubo constancia del robo.
Además, consta en la investigación que “las muestras de café marca Lyncott calidad Premium… no tienen valor”, por lo que éste fue establecido mediante un “proceso pericial” en 7.50 pesos.
El hombre de 36 años fue trasladado al Cevarepsi, ubicado en la delegación Xochimilco, mismo en el que hasta algunas semanas permaneció recluido Erick Javier Najar Montaño bajo la acusación de la cadena Soriana de haber intentado robar una Coca Cola y dos manzanas, productos valuados en 21 pesos.
Las declaraciones del acusado y los exámenes médicos que se le realizaron a Duque Tamez indican el padecimiento de trastorno bipolar. Su condición en el momento del incidente se explica por la falta de medicación que tiene por objeto el estabilizar su estado de ánimo a fin de mitigar episodios de manía o depresión.
EL ENCUENTRO. El hombre de tez morena espera su primera audiencia y sólo mantiene contacto con un familiar suyo para salir lo antes posible.
Al intentar tomar una imagen del encuentro, Tairo rechaza la petición en su actual estado y lamenta la pérdida de su cabellera a causa de las reglas del encierro en el que se encuentra, pero se muestra orgullosos de la imagen que consta en su expediente, donde aún se aprecia con ella.
En las instalaciones del Centro Psicosocial, Duque Tamez asegura a estar harto de que se le cuestione sobre qué lo llevó a ser aprehendido y enviado a prisión.
“Estoy cansado de que todos me pregunten en dónde estoy. Estoy triste porque estoy compartiendo la vida con cientos de personas nuevas aquí, encerrado”, reclama en su primera oportunidad.
No cesa de preguntar a los responsables de este centro cuándo se le permitirá salir. Incluso pide que su familia le envíe 500 pesos para poder seguir su camino como “trotamundos”.
Y es que, presume, antes de haber regresado a México hace tres meses, visitó países como Turquía, Alemania, España y Bélgica con recursos apenas suficientes para trasladarse, pues los habitantes de las naciones siempre le han apoyado con comida y resguardo.
Dijo que aún piensa en hacer otras salidas: “me falta el viaje de mi vida, el viaje con algún amigo o una pareja. Hay que regular los Seven Eleven, los Elektra, los Walmart. Es injusto lo que hacen con la gente, acusar a quienes son inocentes no puede estar permitido. Tampoco puede ser que haya gente muriendo de hambre y no exista quién la ayude”, remarcó.
Hasta hoy día, Duque Tamez permanece a la espera de su primera audiencia ante el juez para determinar su responsabilidad en el caso que pesa sobre él. Al respecto, la diputada local y presidenta de la Comisión de Reclusorios de la Asamblea Legislativa local, Rebeca Peralta, da seguimiento a su situación, como lo hiciera con el de Erick Najar Montaño, liberado tras un mes de encierro con la misma acusación de la tienda Soriana.
Delinquen por hambre. Otro caso es el de Beatriz Morales Hernández, quien fue encarcelada el 17 de febrero pasado en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan por robar 200 pesos para comer también en un Seven Eleven.
Ella tenía “antecedentes” porque en meses anteriores robó una bolsa de papitas fritas, por lo que permaneció recluida en el Juzgado 69 Penal. Refiere al ser cuestionada por su reincidencia que la desesperación de no poseer recursos para poder saciar su hambre la llevó a repetir la conducta.
Asimismo, en 2014 se presentó el caso de “Ana”, una madre de familia que hurtó una mermelada, un envase de Nutella y un envase de café con leche, todos por un monto total de 69 pesos en una sucursal de la cadena Walmart.
Durante el proceso legal en su contra, la acusada aseguró que no tuvo mayor opción que intentar sustraer alimentos en alguna tienda dada su carencia económica y la necesidad de alimentar a sus hijos; sin embargo, el Ministerio público le fijó una fianza de 9 mil 80 pesos.
“Tiendas no tienen sensibilidad”
La presidenta de la Comisión Especial de Reclusorios en la Asamblea Legislativa local, Rebeca Peralta, lamenta que las grandes cadenas comerciales de autoservicios y sus equipos legales carezcan de sensibilidad para abordar querellas contra personas con discapacidad intelectual y por robo famélico.
Resaltó que en visitas por los diferentes centros penitenciarios de la Ciudad de México ha podido datar en los registros a un total de 240 internos por robo menor, quienes podrían alcanzar la libertad si las partes acusadoras retiraran los cargos.
“Es increíble que los dueños y los trabajadores de los establecimientos comerciales no tengan la sensibilidad para comprender que esas personas no están en sus cabales y los envíen al Ministerio Público por robo y de ahí a los Juzgados donde sufren un calvario a pesar de que físicamente se observa su discapacidad”, comentó.
Asimismo adelantó que ha pedido la revisión de estos casos para que se pueda determinar la libertad de los presos.
Fuente.- Luis Alberto Alonso
|