Esas líneas son parte de dos mensajes de texto interceptados por la DEA y que vienen en el expediente que envió Estados Unidos a México con las evidencias que recogieron para acusar al general Salvador Cienfuegos de estar coludido con el crimen organizado.
Quien escribe el mensaje es un personaje identificado por la DEA como “Samantha” y el receptor es un tal “Spartacus”. Los textos fueron enviados a las 20:04 horas del miércoles 9 de diciembre de 2015, con instrucciones para dar un saludo afectuoso a, presuntamente, el entonces secretario de la Defensa Nacional, quien se reuniría esa noche con integrantes del clan de los Beltrán-Leyva.
La comunicación entre ambos personajes espiados por la DEA está en el expediente de 751 hojas dadas a conocer hoy por la Secretaría de Relaciones Exteriores a través de su cuenta de Twitter y que han sido desestimadas por la Fiscalía General de la República, que ayer por la noche exoneró al general retirado.
La trama comienza unos minutos antes, a las 19:52 horas, cuando “Spartacus” le envía dos mensajes seguidos a “Samantha”: “Ya vamos (...) Para con el padrino”, en referencia al supuesto alias que usaba Salvador Cienfuegos en sus operaciones criminales.
“Samantha” responde minutos después con tres mensajes: “Es otro boleto el padrino (...) Es el segundo presidente (...) Hable tranquilo con él”. Y enseguida expresa el orgullo que siente la organización criminal a la que pertenece por establecer contacto con el titular de la Sedena.
A las 19:59 horas, “Spartacus” regresa un mensaje a su interlocutor actualizando su ruta: “Vamos a la Secretaría de la Defensa”.
Pero minutos más tarde el plan se frustra: a las 20:05 horas “Spartacus” avisa que un hombre, presuntamente un militar cercano al general, le acaba de anunciar que no se podrá ver de inmediato con el general.
“Samantha” no puede ocultar su frustración en los siguientes mensajes: “Ya es un enredo esto (...) Se da a desear”.
Pero “Spartacus” no pierde la calma. Él asegura que sí puede concretar una reunión con el militar de más alto rango en el país. Y, según los mensajes interceptados, la materializó horas más tarde.
Primeras tres páginas del expediente enviado por Estados Unidos.
HALLAZGOS POR ACCIDENTE
La evidencia de la DEA está contenida en un archivo enviado por Timothy J. Shea, actual titular de la agencia antidrogas, el 29 de octubre de 2020, para el canciller Marcelo Ebrard, quien había solicitado una copia de las evidencias contra el militar mexicano y acusaba al gobierno de Estados Unidos de violar acuerdos internacionales al arrestarlo en California sin notificar al gobierno de México.
El archivo empieza con una carta de dos hojas en las que el funcionario estadounidense asegura que los hallazgos que presuntamente incriminan al general Salvador Cienfuegos son una casualidad: la DEA investigaba en 2013 a una red de distribuidores minoristas de heroína en Las Vegas, Nevada, cuando dieron con las actividades de Juan Francisco Patrón Sánchez, “El H2”, lugarteniente del cártel de los Beltrán Leyva.
Al seguirle la pista a ese capo mexicano, los agentes de la DEA dieron con otro capo, Daniel Silva Garate, quien supuestamente servía de enlace entre “El H2” y el general Salvador Cienfuegos, a quien el gobierno estadounidense ubicó como el hombre que restringía operativos militares en Nayarit para favorecer al crimen organizado.
Según Timothy J. Shea, la DEA no investigó al general Salvador Cienfuegos como un objetivo principal y tampoco interceptó sus comunicaciones directamente: gracias a los mensajes espiados es que el gobierno de Estados Unidos se ubicó al militar mexicano como un coconspirador del cártel de los Beltrán-Leyva, así como receptor de sobornos millonarios.
“Samantha” sería el nombre clave del “H2” y “Spartacus” sería Daniel Silva Garate, el presunto enlace entre crimen organizado y el gobierno del expresidente Enrique Peña Nieto.
“VAMOS A HACER ALGO GRANDE”
A las 10:32 de la noche del mismo miércoles 9 de diciembre, “Samantha” se desespera: “No ha visto al padrino”. Al instante, “Spartacus” responde: “Pues según vamos a comer. Es un señor güero, güero”.
“Spartacus” describe al general Salvador Cienfuegos como un hombre mayor, rubio, de mejillas rosadas, bien educado y con uniforme. Su descripción tiene aciertos y errores: el entonces secretario de la Defensa Nacional sí es un adulto mayor –tenía 67 aquel año– y con los cachetes afectados por el acné de su juventud, pero no es rubio.
“Spartacus” continúa dando avisos a su jefe: “Vamos a ir a un lugar (...) Muy calmado para que no nos molesten (...) Lomas de Chapultepec (...) Aquí me trae a una casa bien grande”.
El hombre a quien la DEA ubica como Daniel Isaac Silva relata que, al llegar a la casa donde presuntamente es su cita con el general Salvador Cienfuegos, la atención que recibe es excelente.
Incluso, dice, se siente “pequeño” en comparación con los lujos del militar de cuatro estrellas. La instrucción que recibe es quedarse en esa casa tanto tiempo como sea necesario para llegar a un acuerdo que permita a la organización criminal asentarse, al menos, en Mazatlán, desplazando al Cártel de Sinaloa.
A las 22:55 horas, “Spartacus” comunica una buena noticia para “Samantha”: “Dice (el general Salvador Cienfuegos) que vamos a hacer algo grande de usted”. Su interlocutor responde: “Dígale que de mi parte nunca va a tener un problema”.
¿TAMBIÉN OSORIO CHONG?
La comunicación interceptada continúa entre “Samantha” y “Spartacus”, quien presuntamente textea con el general Salvador Cienfuegos al lado: supuestamente hay un acuerdo para que el cártel de los Beltrán-Leyva en Nayarit reciba drogas provenientes de Colombia con protección federal.
“Que duerma usted tranquilo que a usted un operativo no le entran (..) Y que él le va a ayudar a ganar su tierra para que no esté gastando”, comunica “Spartacus” a “Samantha”, quien responde “se lo agradecemos mucho, dígale que no sabemos cómo pagar su ayuda”.
Minutos más tarde, feliz, “Samantha” ofrece una salida a un campo de golf para el general Salvador Cienfuegos. Ofrece presentarle amigos y pide que el militar llegue con “el amigo Osorio”, acaso Miguel Ángel Osorio Chong, el entonces secretario de Gobernación.
“Dígale que traigo un gusto que nunca había sentido, que me siento tranquilo y vamos a seguir haciendo las cosas bien”, escribe “Samantha”. “(Dígale) Que primero Dios sueño con ser grande, pero también quiero cambiar la historia de la mafia, que no me anden buscando para matarme, quiero hacer todo lo mejor que pueda para que me quieran (...) Yo de mi parte jamás le daré un problema, (antes) me muero que quedarle mal”.
Más tarde, “Spartacus” comunica una supuesta respuesta del general Salvador Cienfuegos: “A usted jamás se lo van a chingar con marinos ni con militares”.
LA FISONOMÍA DE CIENFUEGOS
La Fiscalía General de la República asegura que las fallas en la descripción de la imagen del general Salvador Cienfuegos, junto con supuestos mensajes SMS redactados por el militar mexicano con faltas de ortografía, hacen pensar que Daniel Isaac Silva nunca se reunió con el extitular de la Sedena y que engañó al “H2” con falsas citas con funcionarios mexicanos para para embolsarse el dinero de los sobornos.
La DEA cree lo contrario: que la descripción que hizo que Daniel Isaac Silva del general Salvador Cienfuegos es un pequeño matiz; que el general en retiro con maestría en Administración Militar fingió faltas de ortografía para despistar las investigaciones y que los datos aportados por el capo coinciden con la agenda del militar mexicano.
La agencia de Estados Unidos también cree que el cese de operativos militares contra “El H2” y los Beltrán-Leyva en Nayarit coinciden con las fechas en que supuestamente el general Salvador Cienfuegos ofreció protección al crimen organizado.
Pero el gobierno mexicano se ha mantenido firme: según la revisión que hicieron en dos meses de un expediente armado en dos años, ni el capo ni el general en retiro se reunieron.
Mientras tanto, el gobierno de Estados Unidos anunció que podrían reactivar la investigación contra el extitular de la Secretaría de la Defensa Nacional: ellos creen que las conversaciones entre “Samantha” y “Spartacus” sí confirman el contubernio entre criminales y militares mexicanos.
Fuente.-@oscarbalmen/
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