Hubo un tiempo en que la Comisión Federal de Electricidad se promovía como "una empresa de clase mundial". Hoy esa frase sólo lleva a la risa. La CFE nunca ha sido competitiva; no habría subsistido de no haber sido un monopolio estatal. El propio Manuel Bartlett declaró cuando se le designó director: "Llego a que me enseñen qué se ha hecho y poner los correctivos y no sea una empresa moribunda". Las medidas que está tomando, sin embargo, sólo están empeorando la situación.
Este 28 de diciembre se registró un apagón que dejó sin electricidad a 10.3 millones de usuarios, 19 por ciento del total nacional, en el centro, occidente y noreste.
Si bien la CFE explicó que "la salida de operación de dos líneas de transmisión... provocó que la frecuencia del Sistema se incrementara en 61.8 hertz y salieran de operación 16 centrales eléctricas", añadió que "se informarán las causas que provocaron el desbalance en el Sistema y serán definidas a partir de un modelo de simulación que determinará cuántas intermitentes y convencionales generaban bajo las condiciones operativas de hoy".
Un apagón puede ocurrir en cualquier sistema por razones técnicas. Hasta el momento no sabemos por qué salieron de operación las líneas de transmisión que provocaron el cierre de las 16 centrales.
El Presidente López Obrador aseguró ayer que el apagón "no se va a repetir", posición al menos aventurada cuando no se conocen las causas, pero aprovechó para retomar la posición ideológica de que "se está rescatando a la Comisión Federal de Electricidad" y que quienes querían privatizarla para "hacer jugosos negocios" van a decir "que no funciona".
El tema no debería ser ideológico. La CFE arrastra los vicios de cualquier empresa que no enfrenta competencia, pero también los lastres de los precios subsidiados a muchos consumidores y un fuerte monto de impagos históricos, en cierta medida producto de un movimiento político que el propio López Obrador lanzó contra la empresa para protestar por sus derrotas electorales en Tabasco.
Aún así, aunque la CFE tuvo una pérdida neta de 67 mil 845 millones de pesos de enero a septiembre de 2020, la razón son las fluctuaciones cambiarias, ya que registró una utilidad de operación de 93 mil 073 millones.
Los verdaderos problemas se perfilan en el futuro. El sistema eléctrico nacional se benefició en los últimos años de una serie de inversiones privadas en generación que proporcionaron electricidad de buena calidad y a buen precio.
El Gobierno de López Obrador, sin embargo, ha frenado las nuevas inversiones privadas. De momento sigue habiendo oferta, pero en los próximos años será insuficiente para enfrentar la demanda.
El apagón de este día de los inocentes no es el único registrado en el actual Gobierno, por eso es tan peligroso prometer que no se va a repetir. En 2019 hubo dos importantes apagones en el sureste; pero, aunque Bartlett afirmó que se habían debido a quemas de pastizales, la aparente razón fue la saturación de la única línea de transmisión a esa región.
López Obrador ha expresado muchas veces nostalgia por los tiempos del viejo PRI en que todo era mejor en el País. Yo crecí, como él, en los años de Luis Echeverría, y recuerdo cómo todas las tardes había apagones programados porque no había suficiente energía.
Quizá ese será el precio que tendremos que pagar nuevamente por la insistencia de manejar la electricidad con instrumentos ideológicos en vez de técnicos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: