Vaya semana accidentada la que tuvo el expresidente boliviano Evo Morales desde la “sugerencia” del ejército en La Paz para renunciar al Palacio Quemado hasta el exilio en México, donde la Cuarta Transformación, que lo convirtió en superstar, le brinda un trato privilegiado que ni ya saben quién disfruta, comenzando por el largo vuelo en un jet ejecutivo que lo trajo aquí.
¿Pero cómo es la vida cotidiana del exlíder cocalero? El Foco pudo darle seguimiento durante un día de actividades oficiales y lo presenta a sus lectores...
7:00 a 9:00 horas:
Desayuno continental (por eso de la solidaridad de los pueblos). Cascarita de futbol (deporte favorito de Evo) con los exguardias del Estado Mayor Presidencial en algún refugio de la izquierda perfumada en la Ciudad de México. Curso intensivo de beisbol (deporte desconocido en Cochabamba, pero favorito en Macuspana).
10:00 a 12:00 horas:
Clínica impartida por el huésped distinguido a cuadros selectos de Morena (Gerardo Fernández Noroña, Mario Delgado y Dolores Padierna, entre otros)y titulada “Cómo abortar golpes de Estado fifís y conservadores”.
14:00 a 16:00 horas:
Comida con el club de fans bolivarianos de la Cuarta Transformación, cortesía de legisladores de Morena que armaron una llama —perdón— una vaca de 500 pesos por cabeza para pagarla. Plato principal: pejelagarto con papas andinas.
16:00 horas en adelante:
Sesión de declaraciones a la prensa sobre la situación en Bolivia. El hermano podrá violar las reglas de discreción del asilo, al fin que México reconoció su victoria electoral y que la proclamada mandataria interina Jeanine Áñez, de la vela perpetua del Altiplano, no cree en la diosa Pachamama.
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