Los grupos criminales en México tienen años usando tecnología similar a la que usa el gobierno federal, incluso en ciudades como Culiacán, tienen oficinas parecidas al C4, dónde no sólo vigilan intersecciones mediante cámaras de seguridad propias y tienen todo tipo de información, sino que también hackean cámaras de vigilancia de negocios establecidos.
Jesús Torres, consultor en temas de seguridad cibernética, señaló que, en la actualidad, hay cámaras de seguridad en varios puntos de la ciudad que no pertenecen al C4, lo cual muestra cómo la delincuencia organizada se ha modernizando para detectar la presencia de fuerzas armadas o enemigos, para de ese modo operar con mayor tranquilidad.
“Hoy por hoy, los punteros siguen siendo la vigilancia más efectiva que tienen los grupos criminales, pero eso no quita que no usen las cámaras, y que hayan creado o utilicen aplicaciones disfrazadas de comida para repartir droga, y la reparten compañías legítimas que no saben que en realidad llevan droga; y es como usan la tecnología para realizar sus actividades”, dijo Torres, quien tiene años proveyendo tecnología y asesoría cibernética al gobierno federal.
La tecnología como bastión de los grupos criminales en México es apenas un aspecto del tema, pues está documentado que el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), usa sofisticados drones para ubicar y atacar a sus enemigos con explosivos, los cuales son operados a distancias superiores a los mil 500 metros de dónde ocurre el ataque.
Joaquín el Chapo Guzmán, habría sido uno de los pioneros en el uso de tecnología, según trascendió durante el llamado “Juicio del siglo” en 2019, cuando Christian Rodríguez, uno de los testigos protegidos, viajó desde Colombia hasta Badiraguato para instalar antenas en diferentes puntos de la sierra para agilizar la comunicación entre el capo y sus grupos de seguridad, y ser informado de manera oportuna cuando el Ejército, o la Marina fueran por él.
“También le desarrolló un software especial para espiar a personas en su entorno, y también a mujeres que tenía, para saber con quién se comunicaban, por eso me llamaba todo el tiempo, pidiéndome cosas para el software espía”, dijo Rodríguez al ser careado con Guzmán Loera.
Ante esta realidad, el gobierno federal no quiso quedarse atrás, y fue durante la administración de Felipe Calderón que se invirtió en tecnología como nunca antes para comprar sistemas de rastreo de internet, espionaje de teléfonos móviles, especialmente Blackberry, así como un software para controlar a distancia computadoras y detectar contraseñas, según esto para combatir a la delincuencia organizada.
“Tenemos que estar a la vanguardia, porque el crimen organizado usa tecnología muy avanzada, desde instalar cosas simples, como un puesto de tacos afuera de una zona militar para vigilar el movimiento de tropas, hasta usar un sistema sofisticado de escuchas para controlar las frecuencias de las fuerzas armadas”, emitió en su momento Sedena, en un comunicado.
Fue entonces que el gobierno de México puso en operación un sistema conocido como Plataforma México, un concepto tecnológico avanzado de telecomunicaciones y sistemas de información, que integra todas las bases de datos relativas a la seguridad pública, con la finalidad de que se cuente con todos los elementos de información, para que las instancias policiales y de procuración de justicia de todo el país esté conectadas.
Esta herramienta siguió usándose con el ex presidente Enrique Peña Nieto, que desarrolló una base de datos conocida como AFIS (Automatic Fingerprints Identification System), que buscaba integrar imágenes de huellas dactilares, palmares y latentes y cotejarlas contra el Registro Nacional de Huellas Dactilares.
Jesús Torres señaló que ese proyecto se descuidó con la administración de Andrés Manuel López Obrador, según esto por “supuestos celos políticos”, ya que el actual presidente no quería usar ninguna herramienta de sus antecesores, y por lo que la AFIS ya no se alimentó y al no dársele seguimiento, desapareció.
“Era muy efectiva porque, por ejemplo, los datos en una escena del crimen se subían a la red de vínculos, incluyendo la información del occiso, su número de teléfono, número de placas del vehículo involucrado, y en lo inmediato se sabía si la persona tenía antecedentes penales en ese o en otro estado, o si el auto estuvo involucrado en otro homicidio, o si el teléfono de la persona estaba conectado con alguna extorsión… pero todo eso terminó”, explicó Torres.
Una tecnología similar usa ahora el Cártel de Sinaloa, pues según reportes extraoficiales, las diferentes facciones tienen casas de seguridad, las llamadas “oficinas”, desde donde monitorean las principales vías de acceso a la ciudad a través de sus cámaras de seguridad y de “hackear” cámaras de negocios, pero también mantienen bases que operan profesionales que meten toda la información de quienes trabajan para el cártel, incluyendo fotos, nombres, domicilios, número de teléfono, así como armas, autos y todo el equipo que se les proporcione para que operen, y eso incluye armamento, radios, municiones, los cuales deben reportar de vuelta.
“Hay casos donde la policía que está en la nómina del cártel, o la misma mafia, detiene a un pistolero o una mula que anda por ahí, y como no todos se conocen porque es una organización muy grande, llaman a su propio C4, y piden que lo identifiquen, y si todo está bien, lo dejan ir, pero si no, pues puede que pidan que lo entreguen a tal lugar”, dijo una persona familiarizada con este tipo de operaciones.
De acuerdo a información recabada de pistoleros, ya no se usan los scanner, como en años pasados, sino que las diferentes facciones que integran el Cártel de Sinaloa mantienen un radio de todas las corporaciones policiacas y federales para saber qué hacen, así como instalación de antenas para tener su propia red de comunicaciones que el gobierno no pueda cortar. Y su propio sistema de navegación satélital, para burlar a la policía y movilizar más cocaína sudamericana por el mar, así como el uso de aplicaciones como la Flight Radar, que reporta toda nave aérea que viaje a Sinaloa, incluyendo aviones militares.
****Artículo publicado el 23 de julio de 2023 en la edición 1069 del semanario Ríodoce.