Cuando menos desde finales del siglo XX, desde el sexenio de Ernesto Zedillo hasta la administración que hoy encabeza Andrés Manuel López Obrador, los gobiernos de México han sido “ingenuos” en sus estrategias para combatir a los grupos del crimen organizado, advierte el académico y periodista Ricardo Raphael.
VOCES COINCIDENTES:
Muestra de ello —dice— es la convicción del gobierno lopezobradorista de que la entrega de apoyos económicos a la juventud será una acción clave para mantenerla alejada de la delincuencia. Y otro ejemplo más grave —agrega— es pensar que capturar a los líderes de grupos delictivos es suficiente para frenar tanto sus actividades como la violencia que generan, cuando las autoridades tendrían que ir detrás de las estructuras completas.
“Es ingenuidad lo que hoy veo cuando resulta que con 2,500 pesos se cree que estos jóvenes de orígenes modestos ya no van a entrar a la guerra”, señala Raphael, en referencia a uno de los programas estrella de la actual administración federal.
“Estás frente a una empresa que tiene muchos departamentos o negocios (...) Si quitas al director mañana, como en cualquier empresa, se sustituye. Si tú quieres obligar a que esta violencia se vaya a vivir debajo de las coladeras, que es lo máximo que puedes hacer, lo que tienes que hacer es desmantelar esas empresas”, agrega.
A propósito de su más reciente libro, Hijo de la guerra (editorial Seix Barral), una novela de no ficción en la que toca los orígenes de ‘Los Zetas’ —con base en el testimonio de un hombre que afirma ser el ‘Z9’, uno de sus fundadores, y a través de herramientas del periodismo y de la literatura—, Raphael habla no solo de este grupo delictivo, sino de cómo este creó un estilo para cometer actos violentos y de los aspectos que las autoridades han pasado por alto en sus estrategias para enfrentar a organizaciones criminales que trascienden fronteras.
Esta es la entrevista completa.
¿Qué tanto hay del ti real en la novela y qué tanto del ‘Z9’? ¿Existe un ‘Z9’ real?
El ‘Z9’ es un individuo que estuvo encerrado en la cárcel de Chiconautla, que el expediente judicial llama Galindo Mellado Cruz. Al mismo tiempo, es un personaje que mataron en Reynosa en 2014 y que yo visité en 2015. El gobierno lo dio por muerto. Él, que se llama a sí mismo un muerto vivo, dice: “Yo estaba en la cárcel, al que mataron es a otro”, y esa confusión es la que da origen a la novela, porque eso te lleva a investigar como lector y como escritor. Todo surge de una mentira que podría haber salido del gobierno. Tengo papeles que corroboran su muerte y tengo papeles que corroboran su vida, ambos producidos por la autoridad. Toda la novela se trata de corroborar eso.
Ahora, la persona con la que yo hablé es de carne y hueso, es un personaje que va agarrando muy rápido en la narración su propio perfil. Es su voz, son sus términos, yo hago un trabajo de edición, de limpieza, de economía para que ese personaje surja. Lo que no me imaginé es que lo más difícil iba a ser hacer el trasvase de mi propia persona al libro. Al principio, había más elementos de mi persona en versiones anteriores y no funcionaba. Caí en cuenta de que el ‘Z9’ era un personaje que había surgido de un espejo que yo usé para reflejarlo. Yo era el espejo donde él se reflejaba, por eso había surgido bien, y lo que tenía que hacer era proyectarme en un espejo, no yo meterme en el libro, sino verme reflejado por los ojos de él, de su madre, de su novia, de los custodios, de sus compañeros de celda.
La novela arranca con un momento fundamental de ‘Los Zetas’, en el que los personajes aluden a un contexto de pactos entre gobiernos y crimen o a la intromisión de Estados Unidos en México. ¿Algo de eso ha cambiado?
Fue una gran ingenuidad del gobierno mexicano la selección que hizo de los militares que formó como GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales). No había criterios, entendimiento de la realidad personal de esas vidas, y es alarmante ver cómo se recluta y se capacita a seres humanos que se quiere volver armas letales con tan poco criterio. Luego peor: los mandaron al Fuerte Hood y ahí les enseñan tácticas de interrogación militar, a torturar personas, el lenguaje de los cadáveres, cosas que hemos visto que los estadounidenses han hecho en Afganistán, Guatemala, Siria, Líbano. Esa base militar ha generado armas humanas terribles.
La mayor ingenuidad es cuando Ernesto Zedillo supone que hay que vaciar la PGR (Procuraduría General de la República), corren a 800 personas y colocan en su lugar a estos militares, y de pronto de militares letales los vuelven Policía Judicial. Muy pronto se corrompieron y su jefe, que era el delegado de la PGR en Tamaulipas y Coahuila, Carmen Oralio Castro Aparicio, presuntamente es quien los pone al servicio de Osiel Cárdenas Guillén.
Esa ingenuidad la he visto repetirse sin cesar. Es esa misma ingenuidad que Vicente Fox comete cuando estos 20 individuos originales, guardias de Osiel Cárdenas, reciben el encargo de formar un “ejército” de más de 400, que habrían llegado a 1,000, y el gobierno ni siquiera detecta lo que está pasando, y ahí empezó la guerra.
LOS INCORRUPTIBLE$:
Hubo ingenuidad de Felipe Calderón al querer enfrentar a estos militares con fuerza militar y la verdad es que muchas de esas fuerzas militares fueron cooptadas y corrompidas. Y me puedo seguir de largo”.
'Hijo de la guerra' es la primera novela de Ricardo Raphael, quien ha publicado otros libros sobre política y sociedad civil. En ella, a través del género de la no ficción, cuenta la historia del 'Z9', un hombre que afirma ser uno de los fundadores de 'Los Zetas'. (Expansión Política)
‘Los Zetas’ ya no ocupan titulares como lo hacían en años como 2010. ¿Qué queda de ellos? ¿El grupo ya quedó desmantelado?
‘Los Zetas’ generaron un estilo de terror, de miedo, de lucha contra los enemigos, que se volvió único. Luego eso fue copiado por el resto de las empresas criminales, que a su vez desarrollaron sus propios cuerpos de seguridad. ‘Los Pelones’, por ejemplo, que son la línea de fuego de los Beltrán Leyva, que es una reacción a ‘Los Zetas’. El virus se volvió contagioso.
A lo de los ‘Los Zetas’ lo llamaría un modus operandi. Veo al Cártel Jalisco Nueva Generación y reconozco el modus operandi que cuenta el ‘Z9’. Ves cómo el Cártel de Sinaloa obtuvo ese tipo de comportamientos y también otras bandas: ‘Los Matazetas’, ‘La Familia Michoacana’, ‘Guerreros Unidos’, ‘Los Rojos’. No te imaginarías toda la letalidad que hoy observas sin ‘Los Zetas’: son una cultura de la violencia que se extendió a todo el crimen organizado… Hoy, mantienen cierto bastión en el norte de Tamaulipas, pero esto es irrelevante, porque son los padres de toda esta violencia.
Son como la cepa inicial del virus.
Sí, y no sabemos dónde están ‘Los Zetas’ originales. Galindo Mellado se esconde en Chiconautla y hoy estaría libre si lo que dice es verdad. ¿Dónde está Heriberto Lazcano realmente, qué pasó con su cuerpo? El ‘Z9’ dice que estaría viviendo fuera del país. Luego tienes a otros que simplemente se esfumaron, algunos que estarían en Estados Unidos, pero sí hay una suerte de velo protector que te hace preguntarte hasta dónde ellos pactaron, ‘Los Zetas’ fundadores, su desaparición. Negociaron la posibilidad de seguir con vida, en otra vida, y eso dejó descabezado a aquel grupo y por eso la organización se desplomó.
Vuelvo al tema de las ingenuidades. ¿Qué otras ingenuidades ves en este gobierno?
Una cosa que se ha dicho mucho, pero no se entendió lo suficiente, y lo explica Hijo de la guerra, es que estás frente a una empresa que tiene muchos departamentos o negocios: trata de personas, migración, narcotráfico, cobro de derecho de piso, ofrecen seguridad, evolucionan, innovan. Y por otro lado, están participando en muchas empresas legales, incluso relevantes. En ese sentido, si quitas al director mañana, como en cualquier empresa, se sustituye. Si tú quieres obligar a que esta violencia se vaya a vivir debajo de las coladeras, que es lo máximo que puedes hacer, lo que tienes que hacer es desmantelar esas empresas, y yo no veo ningún tipo de trabajo serio para desmantelarlas.
La idea de que haya presencia de la Guardia Nacional en todo el territorio en principio es buena, porque el Estado está ausente y eso ha permitido el avance de estas organizaciones, pero aunque mandaras a muchos soldados: ve lo que pasó en Sinaloa. Mientras la empresa exista, no importa que ‘el Chapo’, que era el director, haya sido procesado. Hay quien lo sustituyó muy rápido.
¿Qué lectura se puede dar a lo que pasó en Sinaloa?
Que la empresa sobrevive, está intacta. De nada sirve tomar al director general y llevártelo a Nueva York, y yo no veo ninguna estrategia de desmantelamiento de estas empresas. No veo habilidades en la Unidad de Inteligencia Financiera para realmente congelar cuentas. No veo en la Fiscalía General capacidades para realmente llevar hasta las últimas consecuencias los procesos y las averiguaciones contra los integrantes de estas empresas. No veo al área de inteligencia del Estado. No veo a las procuradurías locales.
No veo nada de las capacidades que me parecerían necesarias para desmantelar esta maquinaria letal. No me parece que haya sido una idea genial ir por los directores de las empresas, como hizo Calderón. No creo que sea funcional arrojar al Ejército para que les persiga, y sí me pregunto si no serán prejuicios, muy distantes de la realidad, los que llevan una y otra vez a tomar decisiones equivocadas.
¿Hoy cuáles de estas empresas criminales deben preocuparnos?
Creo que 40% del territorio está tomado por estas empresas. Una mutación que ha sido eficaz ha sido el Cártel Jalisco Nueva Generación, que abreva del origen de ‘Los Zetas’. Vimos el jueves (17 de octubre) el poderío del Cártel de Sinaloa. Creo que sigue habiendo fuerzas en Michoacán que no están completamente vinculadas la una a la otra: existen todavía ‘Los Valencia’ y ‘Los Cuinis’. En el noreste seguimos viendo fuerzas dispersas. A veces es peor el crimen desorganizado que el organizado.
Ahora, ¿cuántas de estas organizaciones no tienen un nombre equivocado? Quizá todas. Periodísticamente, se puede decir “Cártel Jalisco”, “Cártel de Sinaloa”, pero en realidad muchos directivos de estas empresas están en Estados Unidos, se manejan desde ahí, son transnacionales. ¿De veras nos vamos a creer que se manejan desde Badiraguato, Aguililla o Reynosa? ¡Por favor! En ese sentido, sí traemos un problema global que no hemos podido resolver, porque la falta de confianza entre las autoridades estadounidenses y mexicanas, que es evidente todo el tiempo, es el principal obstáculo para aprehender de manera amplia el fenómeno.
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