Mientras diversas organizaciones
criminales presionan a empresas y gasolineros para que les compren el
hidrocarburo robado de los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex), la
paraestatal implementa medidas para evitar que el problema crezca.
Mexico,D.F 05/Mar/2015 Durante
2014, Pemex sufrió́ la ordeña clandestina en 4 mil 127 puntos de la
infraestructura con que cuenta para llevar el combustible a todo el país, lo
que significó una pérdida anual de 17 mil millones de pesos.
Y
aunque todos los días, policías de distintos niveles de gobierno anuncian la
captura de ladrones de gasolina o diésel, y se reporta el descubrimiento de
tomas clandestinas, bodegas de almacenamiento, auto tanques y miles de litros
de energéticos recuperados, el ilícito continúa cada vez con mayor fuerza.
La
venta de gasolina “barata” es un negocio visible a las orillas de carreteras y
hasta por Internet, pues mientras en la frontera Norte, el precio del
combustible bajó debido a la compra de producto del extranjero, en el Centro y
Sur del país los gasolineros que compran a Pemex no están dispuestos a
disminuir el precio debido a su alto costo.
Cárteles
que originalmente tienen su origen en el trafico de drogas incursionaron al
negocio del robo de hidrocarburo –entre sus actividades delictivas alternas– y
han batallado para la colocación de grandes cantidades de gasolina y diésel
robado, pues el volumen obtenido no se desplaza con la venta al menudeo.
Por
ello, las organizaciones delictivas utilizan la amenaza para que las grandes
industrias y los franquiciatarios de estaciones de servicio compren los
carburantes a un precio menor al oficial, so pena de quemarles las
instalaciones, privarles de la libertad, o asesinarlos a ellos o sus
familiares.
CONTINGENCIAS Y DESABASTO
La
falta de seguridad de Petróleos Mexicanos y la incompetencia de las autoridades
encargadas de la seguridad pública, investigación de los delitos y los
recovecos de la administración de justicia, motivaron que el robo de hidrocarburos
se elevara en el país a problema de seguridad nacional.
La
impunidad de las bandas criminales que diversificaron sus actividades, la
corrupción en cuerpos policiales, las infiltraciones y la falta de controles
adecuados durante mucho tiempo en Pemex, dispararon el fenómeno que hoy se
intenta solucionar con un cambio de estrategia.
Las
más de 11 mil 600 tomas clandestinas registradas en estadísticas de la
paraestatal de 2008 a la fecha, han ocasionado contingencias ambientales por la
fuga de combustible, incendios y explosiones en furtivos almacenes, así́ como
la evacuación de comunidades completas ante el riesgo que esto representa.
Estas
practicas trajeron consigo desabasto de gasolina Magna y Premium en diversas
entidades del país desde finales del año pasado, y se ha agudizado durante
2015 en estados como Jalisco, Michoacán, Puebla, Tabasco y Tlaxcala.
En
el caso de la zona metropolitana de Guadalajara han sido tres las ocasiones que
se ha dejado de vender el producto, debido a reparaciones del poliducto
proveniente de Salamanca, por perforaciones realizadas por los llamados
“chupaductos” desde octubre de 2014.
También,
los transportistas resultaron afectados con el robo de vehículos tipo
autotanque para el trasiego del combustible robado. Piperos que transportaban
agua o sustancias de cualquier tipo, fueron desapoderados por delincuentes
urgidos de contenedores para mover el cuantioso botín.
Tan
solo en Tabasco, en 2014 se reportó el robo de más de 20 pipas que se
encargaban de dar servicio a estaciones de gasolina, según datos de la Unión de
Expendedores de Petróleo de Tabasco, Norte de Chiapas y Poniente de Campeche.
En Jalisco, en dos ocasiones, delincuentes sustrajeron pipas con combustible
que ya habían sido aseguradas por la Procuraduría General de la Republica
(PGR).
ACCIÓN DE LOS CÁRTELES
La
primera de las organizaciones criminales -dedicada al narcotráfico- que
incursionó en el robo y trafico de hidrocarburos fueron Los Zetas; sin
embargo, averiguaciones previas iniciadas por la PGR en los últimos dos años
muestran como el Cártel del Golfo, Los Caballeros Templarios y Jalisco Nueva
Generación, también se disputan el mercado negro de los energéticos.
Aliados
o en pugna, Los Zetas y el Cártel del Golfo se han dedicado al robo de
gasolina, petróleo crudo o gas para comercializarlo a gasolinerías o
refinerías texanas. Estas prácticas no se pueden concebir sin el auxilio de
personas capacitadas para perforar las tuberías, por lo que es obvia la
participación de empleados o ex trabajadores de Pemex.
En
diciembre ultimo, el Presidente del Consejo de Vigilancia de la Sección 10 del
Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), Jorge
Wade Zúñiga, negó́ la implicación de empleados de la paraestatal, pero dejó
entrever que en los pasillos se habla del tema.
El
Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) se disputa el trafico de combustible
con Los Caballeros Templarios en Guanajuato, Michoacán y Jalisco. Además del
tráfico de mariguana, metanfetaminas y operación de narcolaboratorios, los
sicarios de ambos clanes se dedican a la ordeña de ductos.
Los
liderados por Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho” han ido incluso contra el
Ejército Mexicano, y durante una emboscada en el municipio de Guachinango, el
año pasado prendieron fuego a un camión militar que había recuperado
gasolina robada. Cuatro soldados murieron calcinados.
Se
responsabiliza a Nueva Generación de operar la ordeña de los ductos de Pemex
y la venta del producto en las regiones Valles, Sierra de Amula, Sierra Madre y
Costa Sur, en el Estado de Jalisco. También son indiciados por la ejecución
de dos policías investigadores que incumplieron tratos con los criminales y se
les investiga por la desaparición de Ricardo Hernández Garduño, cuando
fungía como director de la Policía de Ahualulco de Mercado.
Por
su parte, Los Caballeros Templarios crearon todo un imperio para entrar al
negocio de la gasolina e incluso ejecutaron a un alto funcionario de la planta
de Pemex en Lázaro Cárdenas, Michoacán, que no se prestó al “lavado”
(reventa) de los combustibles robados mediante documentación oficial.
En
una acción de la PGR fue intervenida la empresa Petro Bajío, infiltrada por
las huestes del narcotraficante Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, e
investigada por el hurto de cuatro millones de litros de gasolina mensualmente.
Fueron asegurados unos 40 autotanques que transporataban hidrocarburos en
Michoacán, Guanajuato y Tamaulipas, las dos últimas entidades enlistadas como
las de mayor incidencia en este tipo de delitos.
GASOLINEROS DE RODILLAS
El
año pasado, una llamada anónima recibida en la Subprocuraduría Especializada
de Investigación en Delincuencia Organizada (SEIDO) puso al descubierto el
poder de Los Caballeros Templarios en el tráfico de hidrocarburos y las
amenazas sufridas por empresarios de corredores industriales, distribuidores de
combustibles a gran escala y gasolineros.
El
telefonema alertaba que Los Caballeros Templarios se dedican a robar y vender
gasolina y gas en varios puntos de la zona centro del país, como son
Querétaro, Hidal- go, Estado de México, Veracruz, Jalisco y Aguascalientes.
“Lo anterior, lo sé porque soy empresario de Jalisco y conozco muy bien el
medio, de hecho, por motivos de seguridad no quiero proporcionar mi identidad,
ni el nombre de mi empresa (…)”, dijo una voz masculina.
El
denunciante afirmaba que el “grupo de sujetos están realizando un
hostigamiento constante a su servidor y al personal que labora en la empresa para
que compre su producto, señalando que no tendremos ningún problema porque
ellos ya tienen todo arreglado con la Policía, y que además nos entregan
documentación para que no tengamos problemas de nada”.
La
primera ocasión que el empresario fue molestado por los delincuentes ocurrió
en octubre de 2013, cuando un sujeto exigió hablar con él o, caso contrario,
quemaría la empresa. El enviado del Cártel de Los Caballeros Templarios
llevaba el mensaje de su jefe “Joel”. Le ordenaba comprarle tres pipas a la
semana, o si no, “me levantaría a mí y a mi familia… pese al miedo no
accedí, le pedí que se retirara”. La Policía llegó dos horas después.
En
enero de 2014, dos personas se presentaron a la empresa “para ofrecerme un
negocio, en el cual ganaban ellos y ganaba yo, pues entregarían en mi empresa
de dos a tres pipas de los combustibles que necesitara a un muy buen precio y
con facilidad para pagar el producto en una semana”.
El
acusador agregó que los tipos le garantizaban la facturación de la gasolina y
protección contra cualquier acción, ya que su jefe Joel tenía mucho poder,
incluso le daban una lista de los empresarios que ya eran sus clientes. La
persona anónima contestó a sus interlocutores que no quería problemas y le
dieron unos días para pensarlo.
La
tercera visita al empresario ocurrió a mediados de 2014. Un individuo que dijo
llamarse Alejandro Becerril Sanabria llegó a la compañía con dos camionetas
llenas de gente y dos autotanques con razón social TEDISA. “Me dijo que el
tiempo se había acabado y ya me traía lo que me tocaba, y si no aceptaba que
descargaran el producto, que me atuviera a las consecuencias con Los Caballeros
(Templarios), ya que ellos solo quieren amigos en la zona y no les gustan los
testigos”.
El
denunciante no permitió que ingresaran los vehículos con combustible y optó
por parar actividades y cerrar la empresa, por miedo a las represalias de los
delincuentes.
A
los días decidió avisar a la PGR del suceso y puso en conocimiento del
Ministerio Público la lista que los criminales le proporcionaron de los
supuestos clientes.
Las
investigaciones probaron el dicho del delator como cierto. Un operativo
efectuado en Jalisco, Querétaro y Distrito Federal, permitió el
desmantelamiento de una célula de los Templarios que robaba mensualmente 2
millones de litros de combustibles a Pemex. En 14 cateos fueron detenidos cinco
miembros de la organización, además de que se aseguraron 7 millones 900 mil
pesos en efectivo, 20 mil dólares americanos en efectivo, 15 relojes finos,
sofisticadas joyas, una máquina contadora de dinero y una báscula digital.
La
PGR aseguró diez inmuebles, 21 tracto-camiones, 28 remolques, 30 teléfonos
celulares, ocho automóviles y 17 camionetas de lujo; cinco motocicletas,
cuatro armas cortas, un arma larga, 190 cartuchos de diversos calibres, 12
tanques de almacenamiento metálicos, tres tinacos, 250 mil litros de
combustible y equipos de cómputo.
Fueron
clausuradas empresas distribuidoras de hidrocarburos y gasolinerías que
compraban el producto robado, en los municipios de El Salto y Tlaquepaque.