El desarrollador inmobiliario Eric Perardi conocía desde hacía siete años a Saint Jovite Youngblood, cuando sus hijos comenzaron a jugar juntos al hockey en una prestigiosa escuela de Austin, Texas.
Peraldi, un empresario divorciado dos veces, disfrutaba de los encuentros de fin de semana, donde entre hombres solían compartir sus impresiones de los partidos.
Aunque era un exitoso hombre de negocios, también demostró ser demasiado crédulo. Propietario de Perardi Development, una empresa que construyó un enorme complejo deportivo en Texas, así como torres médicas entre otros grandes proyectos, Perardi vivía muy bien, en una casa de 1.5 millones de dólares. Así es difícil de creer que un hombre con tanta experiencia haya sido estafado con una historia tan ‘peliculesca’.
En 2023 Saint Jovite tenía 51 años, era un tipo alto, de cabello negro azabache y mal encarado, por eso cuando le contó a Perardi que había sido parte de la unidad de operaciones especiales llamada Delta Force del Ejército de Estados Unidos –un área élite de contrainsurgencia– el desarrollador le creyó sin dudarlo.
De hecho Saint Jovite se hacía llamar Kota Youngblood, su supuesta clave militar.
Un día de julio del 2022, Youngblood llamó a Perardi y le pidió urgentemente que se encontraran. Según él tenía que entregarle una información muy delicada que lo involucraba a él y su familia.
Cuando llegó al lugar acordado, le lanzó al empresario: había datos confidenciales que revelaban que él y su familia estaban en peligro.
Según la historia de Youngblood, sus informantes le revelaron que la segunda ex esposa del empresario se había involucrado con integrantes de un cártel mexicano al que le debía muchos dólares. Pero no sólo eso, sino que a través de la empresa de bienes raíces había comprometido recursos con los narcos. El cártel de El Chapo había marcado a la inmobiliaria.
Perardi, quien al parecer no tenía relación con su ex esposa, le creyó de inmediato, para tratar de resolver el asunto le soltó primero 70 mil dólares, después 86 mil y luego 83 mil en sólo un mes.
Saint Jovite le pidió que hiciera los pagos a un vendedor de relojes viejos llamado James Holloway.
Le dijo que como en el negocio de las antigüedades se realizaban transacciones grandes en efectivo, no levantaría sospechas en el banco. Que esa era la mejor manera de enviarle dinero a los cárteles mexicanos.
Pero Saint Jovite Youngblood nunca fue parte del Ejército, no existía absolutamente ningún registro de haber pasado por alguna dependencia militar o policial.
En realidad era un ex vendedor de autos con una debilidad; tenía compulsión por las apuestas, era un jugador empedernido. Sin embargo, había logrado colarse en círculos de gente rica a quien engañó muy fácilmente. Le bastó con crear páginas de internet falsas con artículos y notas donde se le retrataba como un ex veterano militar ejemplar.
MILENIO obtuvo documentos que revelan que entre 2021 y julio de 2023, Saint Jovite Youngblood logró engañar a otras 32 personas a quienes aterrorizó con la amenaza de que sus familias estaban en peligro y en la mira de los cárteles mexicanos. Durante esos años logró estafarlos con 12 millones 766 mil 384 dólares.
Presiones de alto grado
Hasta octubre de 2022, Eric Perardi, con ayuda de sus familiares, ya había dado 900 mil dólares para supuestamente protegerse “del cártel”.
Sin embargo, para octubre de ese año se quedaron sin fondos. Aun así, Youngblood siguió presionando y le advirtió que si no pagaban, la gente de El Chapo iba a tomar represalias muy pronto.
Y algunas señales llegaron, en efecto. Primero al empresario le robaron su auto y también algunos de sus familiares fueron víctimas de otros delitos.
Pero los bienes materiales no fueron la mayor pérdida, pues por ese entonces comenzaron a encontrar páginas en internet que exponían supuestos secretos de la familia.
Aparecían fotos y textos que aseguraban que a Perardi le gustaba de salir con niñas menores de edad, a quienes les daban drogas a cambio de favores sexuales, o que era integrante de un cártel de la droga en México.
La familia también empezó a recibir llamadas telefónicas. Al otro lado de la línea les decían “Tic Tac, tienes que pagar”, de lo contrario serían asesinados por la noche en su casa.
Eric Perardi no soportó más y a finales del 2023 reanudó los pagos por protección. Aun así las publicaciones difamatorias ya habían sido desperdigadas entre sus amigos y familiares, lo que le generó una crisis de reputación que impactó en su negocio y su estado de ánimo.
Fue por eso que a principios de 2023, sin un centavo, quebrado emocional y financieramente acudió al Buró Federal de Investigaciones, el FBI, al que le refirió: “Me están extorsionando”.
Youngblood era buscado por el FBI
El 1 de mayo de 2023 el FBI comenzó con la operación encubierta para detener a Youngblood.
Prepararon a Eric Perardi para que le presentara a uno de sus agentes al estafador; se haría pasar por un familiar que le ayudaría a pagar la deuda del cártel.
En ese encuentro entre el agente encubierto y Saint Jovite, este último le presumió sus supuestos diez años en el Ejército, que había estado viviendo en Moscú, Hong Kong, Johannesburgo, Sudán y Marruecos, incluso que hasta su padre había sido agente del FBI y había sido asesinado. Una familia de patriotas.
No se midió en sus referencias: agregó que tenía una maestría en física cuántica y que también había sido jugador de póquer profesional.
También le advirtió que el cártel estaba enojado y para seguir protegiendo a Eric necesitaba 76 mil dólares más. En total el cártel pedía 4 millones de dólares.
Perfilaba a sus víctimas: todas tenían recursos
Según las investigaciones, Youngblood buscaba a sus víctimas en campos de golf, en aviones, en tiendas de antigüedades o subastas, solían ser propietarios o gerentes de empresas, dirigían un negocio y la gran mayoría estaban jubilados.
Casos como el del vendedor de relojes llamado James Holloway son un ejemplo: en confianza le dijo que su hija corría peligro, que uno de los narcotraficantes la quería para él, así que si no lo ayudaba vendrían por ella y sería vendida entre los narcos mexicanos. Terminó pagando 2 millones de dólares por protección.
Después lo obligaría a recibir en sus cuentas de banco el dinero que le enviaban otras víctimas de extorsión. Este es uno de los casos más extremos pues Holloway hasta tuvo que vender su casa para entregarle el dinero a Youngblood.
No conforme con eso, el extorsionador le dijo a Holloway que debía abandonar Texas, cambiarse su nombre legalmente e incluso hacerse un tatuaje con su nuevo nombre para que el cártel no lo encontrara. Y lo hizo. Todo, sin chistar. En 2023 el FBI lo encontró escondido en un hotel de Florida, con su familia.
Mientras aterrorizó a sus víctimas y los hizo vender sus bienes materiales, el extorsionador utilizó la mayor parte del dinero en viajes a Las Vegas para apostar en casinos y tener noches de desenfreno.
Youngblood fue detenido
En julio de 2023 fue detenido por el FBI cuando iba a hacer un viaje de apuestas a Las Vegas. Llevaba consigo 18 mil dólares que más tarde se comprobaría era el pago de una extorsión.
Durante el juicio, en agosto de 2023, las autoridades del juzgado en Texas y de la policía expresaron su sorpresa que gente “educada” en los negocios hubiera creído que un cártel de la droga los había puesto en su lista negra, así, de la nada.
Pero no fueron pocas las personas que cayeron en esa trampa, hasta el momento las autoridades han detectado 32 víctimas por todo el país.
Nadie entendía, por ejemplo, que un hombre como el señor Eric, con 60 millones en capital y más de 170 millones en financiación de deuda para sus proyectos, pudo creer que El Chapo quería su cabeza.
“En Estados Unidos si alguien va a recibir (…) si tiene una amenaza inmediata a la vida de miembros de la familia, es bastante común que la gente llame, ya sea al 911 o al FBI”, decían los fiscales en las audiencias en la Corte del Oeste de Texas el año pasado.
Sentencia para Youngblood
El 5 de diciembre de 2023 Saint Jovite Youngblood, ex vendedor de coches que se hizo pasar por miembro de las Fuerzas Delta, fue sentenciado a pasar 40 años en una prisión por fraude electrónico y un cargo de lavado de dinero.
Muchas de las víctimas fueron esquilmadas económicamente, pero al menos ellas y sus familias han recobrado la paz en sus vidas.
Con informacion: MILENIO/
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