Norma Otilia Hernández Martínez, ex Edil de Morena en Chilpancingo exhibida en 2023 con su esposo en un desayuno con un líder criminal,igual que como Americo Villarreal cenó con Zeta en marzo de 2022, presentó en el Senado una iniciativa para darle a esa cámara la facultad de desaparecer los poderes en los municipios que hayan perdido gobernabilidad debido a la inseguridad y el crimen organizado.
“Se presenta esta iniciativa porque conocemos lo que padecen los municipios, en cuanto a fuerza policial, recursos económicos e inteligencia, por lo que se necesita la fuerza de la federación que evidentemente en materia de seguridad es superior a la municipal, ya que cuenta con el presupuesto e instituciones como lo es guardia nacional y las fuerzas armadas”..
La actuación de Norma Otilia Hernández Martínez, exalcaldesa de Chilpancingo por Morena, es un caso paradigmático de doble moral y contradicción política en el contexto de la narcopolítica mexicana. Su trayectoria reciente ilustra cómo el discurso público puede distanciarse radicalmente de la conducta privada y de los hechos comprobados.
Reunión con líder criminal y consecuencias políticas
En julio de 2023, se difundió un video donde Hernández Martínez aparece, junto a su esposo, en una reunión con Celso Ortega Jiménez, identificado por la Fiscalía de Guerrero como líder del grupo criminal “Los Ardillos”.
La reunión ocurrió pocos días después de que ella asumiera la alcaldía y en una zona controlada por dicha organización. La difusión del video provocó su expulsión de Morena, bajo el argumento de que su conducta atentó contra los principios y la imagen del partido, así como contra la paz social y el bienestar de la población.
Aunque Hernández admitió la autenticidad del encuentro, negó haber pactado con el grupo criminal y argumentó que la reunión fue motivada por la crisis de violencia que vivía Chilpancingo, señalando que “la gente me pedía auxilio” y que la situación era insostenible para la población.
Posteriormente, afirmó que el video había sido manipulado y que ella desconocía la identidad criminal de Ortega Jiménez en ese momento, asegurando que creía estar saludando a un comandante de policía comunitario.
Restitución en Morena y discurso de victimización
Tras su expulsión, Hernández impugnó la decisión y, en marzo de 2025, el Tribunal Electoral del Estado de Guerrero ordenó restituirle sus derechos partidistas, argumentando que no se podía tomar como prueba suficiente una información difundida en medios de comunicación. Así, recuperó su militancia y fue nombrada consejera estatal de Morena, pese a la controversia generada y a las investigaciones abiertas en su contra.
Durante este proceso, Hernández se presentó reiteradamente como víctima de persecución política y violencia de género, comparando su situación con las “traiciones” sufridas por el propio Andrés Manuel López Obrador en su carrera política. Alegó que la campaña en su contra era orquestada por poderes fácticos y que su expulsión respondía a intereses internos dentro de Morena.
La iniciativa en el Senado: ¿doble moral?
En este contexto, resulta llamativo que Hernández haya presentado en el Senado una iniciativa para facultar a la cámara alta a desaparecer poderes en municipios donde la gobernabilidad esté comprometida por la delincuencia organizada. Justificó la propuesta por su experiencia como alcaldesa y la falta de capacidad de los municipios para enfrentar la inseguridad, subrayando la necesidad de intervención federal.
La contradicción es evidente: la misma funcionaria que fue exhibida en una reunión con un presunto líder criminal, y cuya gestión estuvo marcada por hechos de violencia e inseguridad, ahora impulsa una reforma para combatir la narcopolítica desde el ámbito federal.
La iniciativa, en teoría, busca evitar que los municipios caigan en manos del crimen, pero proviene de una figura que ha sido señalada precisamente por vínculos o, al menos, cercanía con actores criminales.
Conclusión
El caso de Norma Otilia Hernández Martínez ,como el de Americo Villarreal en Tamaulipas,es un ejemplo claro de como los “desayunos y las cenas con narcos” pueden ser diluidos en doble moral política.
Mientras en lo público promueven reformas o humanismo trasformador, en lo privado han sido señalados por conductas que, en los hechos, los vinculan con el fenómeno que dicen combatir.
Esta situación no solo erosiona la confianza en las instituciones y los partidos, sino que también refleja la complejidad y los riesgos de la narcopolítica en México, donde la línea entre la autoridad y la criminalidad puede volverse difusa, y el discurso anticrimen puede ser instrumentalizado por quienes han sido parte del problema.
Con informacion: ELNORTE/





