El domingo 29 los casos confirmados en California superaron los 6,200, en comparación con solo 23 en Baja California. Arizona tuvo 919 casos, muy pocos comparados a los 14 en la vecina Sonora. Nuevo México reportó 237 casos y en el estado de Chihuahua había seis.
La frontera entre Estados Unidos y México es la más transitada del mundo, con un estimado de un millón de cruces legales por día. Las economías de los vecinos están entrelazadas.
Entonces, ¿por qué hay una diferencia tan grande en los casos?
La disparidad refleja, en parte, un lapso de tiempo. México no informó su primer caso hasta el 27 de febrero, un mes después de que se detectó el virus en los Estados Unidos. Hasta el 29 de marzo, México contabilizaba 993 casos, menos de 1% del total de los de su vecino.
Pero México también está siguiendo una estrategia poco ortodoxa. Se basa menos en las pruebas y más en su propio modelo para guiar su respuesta a la pandemia. Cuando los países vecinos centroamericanos declararon estado de emergencia a mediados de marzo, México mantuvo abiertos sus aeropuertos, tiendas y oficinas gubernamentales; el gobierno no instó a una política general de quedarse en casa hasta la semana del 23 de marzo.
El enfoque de México equivale a una apuesta, reconoce su zar del coronavirus, Hugo López-Gatell.“Una apuesta técnicamente sólida”, dijo en una entrevista. Las autoridades están apostando a que pueden ajustar su respuesta ante el virus, incluso cuando este ha burlado a los funcionarios de salud en Estados Unidos y Europa.
Lo que está en juego es enorme. México aplazó las duras medidas de cierre para permitir que los ciudadanos trabajen por unas pocas semanas más. Casi 60% de la fuerza laboral trabaja en el sector informal —como fontaneros, jardineros, vendedores de tacos— y tienen poco o ningún ahorro.
Mantener a esos trabajadores en casa cuando no es absolutamente necesario, dijo López-Gatell, puede causar “daños aterradores”.
Pero si resulta que México esperó demasiado para introducir restricciones, advierten los analistas, podría sufrir una crisis como la de Italia o Nueva York, con muchos menos recursos. México tiene la mitad de camas de hospital per cápita que Estados Unidos y una cuarta parte de enfermeras, según las estadísticas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.
“El sistema de salud se sobrecargará mucho más rápido” que en otros países, dijo Eduardo González-Pier, exsubsecretario de Salud de México, la semana del 23 en una sesión informativa patrocinada por el Instituto de México en el Centro Woodrow Wilson en Washington.
La agitación en México generalmente genera temor a la propagación en Estados Unidos: oleadas de migración ilegal y narcóticos, problemas en el comercio. Por el momento, sin embargo, son los mexicanos los que se preocupan por los problemas híbridos. El sábado 28, los gobernadores de tres estados fronterizos mexicanos pidieron al presidente Andrés Manuel López Obrador que intensifique los controles para limitar la llegada del coronavirus de Estados Unidos.
México tiene una amplia experiencia con enfermedades infecciosas: fue el epicentro de la pandemia de gripe porcina de 2009. Pero a diferencia de muchas naciones, no se ha apresurado a ampliar las pruebas. López-Gatell, un respetado epidemiólogo con un doctorado de la Universidad Johns Hopkins —una institución que actualmente se distingue por un sitio web ampliamente citado que rastrea la pandemia— reconoció que el recuento oficial de México no refleja el número real de casos.
“Cualquier país del mundo que se tome en serio la salud pública sabe que hay una parte de la epidemia que es visible y una parte que no es visible”, dijo.
¿Qué tan grande es esa parte no visible? Los estudios académicos estiman que hay 10 a 15 veces más casos de gripe común cada año que los reportados, anotó López-Gatell.
Pero los números en bruto no son el punto, sostuvo. Lo importante, dijo, es identificar cuándo y dónde el virus comienza a crecer exponencialmente y descubrir eso es un poco como realizar una encuesta electoral presidencial. “No se entrevistan a 300 millones de estadounidenses”, dijo. “Existe un método científico para saber cuál es el tamaño” de la muestra necesaria para una encuesta precisa.
Desde el comienzo del brote, las autoridades mexicanas examinaron a los posibles portadores de coronavirus, personas con síntomas como fiebre y tos seca que habían visitado recientemente un país con casos conocidos. Cuando se confirmó un diagnóstico, los funcionarios trataron de rastrear y aislar los contactos de la víctima.
Las autoridades también estuieron atentos a picos inusuales en casos de gripe estacional, pero no detectaron ninguno.
El 24 de marzo, México declaró que el virus había pasado a una nueva fase y se estaba propagando sin control en las comunidades.
Desde entonces, las estaciones de monitoreo en todo el país, en hospitales y centros de atención primaria, han estado examinando alrededor del 10% de los pacientes sospechosos de coronavirus con síntomas leves. Todas las personas con síntomas graves se hacen la prueba, dijo López-Gatell.
“Esto permite tener la información para construir estimaciones”, dijo.
En total, México ha realizado alrededor de 65 pruebas por millón de habitantes. Eso se compara con 2,250 por millón en Estados Unidos.
El enfoque de México varía drásticamente del modelo muy elogiado de Corea del Sur, que redujo la curva del coronavirus a través de pruebas masivas, y el seguimiento agresivo y el aislamiento de las víctimas y sus contactos.
Carlos del Río, epidemiólogo de la Universidad Emory en Atlanta, dice que México se ha movido demasiado lento.
“A los países que han realizado pruebas (extensas) les está yendo mejor que a los que no”, dijo del Río, exjefe del Consejo Nacional del SIDA de México.
Alejandro Macías, excomisionado nacional de la influenza de México, dijo que no se habían hecho suficientes pruebas tempranas para determinar con confianza cuándo comenzó la transmisión comunitaria. “No creo que haya suficiente presupuesto”, dijo.
Otros dicen que se ha puesto demasiado énfasis en las pruebas.
"Es como si las pruebas resolvieran el problema. Eso no está claro en absoluto “, dijo Samuel Ponce de León, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Nadie ha podido replicar el éxito de Corea del Sur”, dijo.
Por supuesto, se suponía que señalar el momento en que los casos de coronavirus comenzaron a explotar era solo el primer paso para tratar de domar la pandemia. El segundo fue ordenar medidas duras para “aplanar la curva” de enfermedades y evitar que los hospitales se vean abrumados.
México cerró las escuelas y la mayoría de las oficinas gubernamentales la semana pasada e instó a los ciudadanos a permanecer en sus casas. Sin embargo, para el sábado 28, el movimiento de personas en Ciudad de México había disminuido en solo 30%, dijo López-Gatell a los periodistas. Le suplicó a los mexicanos que se queden en casa: “Esta es nuestra última oportunidad”.
Si los mexicanos no han recibido el mensaje, podría ser en parte culpa del mensajero en jefe. Durante semanas, incluso cuando las autoridades de salud pidieron a los ciudadanos que se abstuvieran de besarse y abrazarse, López Obrador se sumergió en una multitud de admiradores, dándoles palmadas en la espalda y dándoles la mano. Hasta hace poco detuvo sus actos masivos.
Funcionarios estatales y locales han criticado la estrategia del gobierno federal de México. Y hay mucho escepticismo sobre el número de casos.
Pero los expertos médicos dicen que hay pocas dudas de que haya más casos en el lado estadounidense de la frontera. Los californianos y los texanos tienen más lazos con Europa y Asia —regiones con grandes brotes— que las personas que viven en el norte de México.
Y en una señal reveladora del número de víctimas de la pandemia, México ha tenido solo 20 muertes hasta ahora, en comparación con más de 2,500para su vecino del norte.
Si hubiera un número dramáticamente mayor de casos, dijo Ponce de León, los hospitales mexicanos estarían luchando con la misma carga de pacientes que actualmente abruma a algunos hospitales de Estados Unidos. “Y no tenemos eso”, dijo. “Lo tendremos, pero estamos en un momento diferente en la epidemia”.
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