Si el Ejército regresa a los cuarteles, para dejar las tareas de seguridad pública, sería como la película Un día sin mexicanos; “creo que aquí el asunto estaría (en) quién toma la decisión de que las Fuerzas Armadas regresen a sus cuarteles ante la exigencia de la sociedad (de) que sigamos en las calles para protegerlos”, afirmó el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda.
Sobre cómo se tendría que trabajar para reconstruir las fuerzas policiales que se requieren, para que el Ejército regrese a los cuarteles, el general Cienfuegos explicó, en entrevista, que dicha tarea es un trabajo de toda la sociedad.
“Es algo en lo que todo el mundo debe estar involucrado; los gobiernos, la academia, todos los grupos que representan a la sociedad deberían aportar sobre qué hacemos en esto”.
En la conversación, en la que también se tocaron casos como los de Ayotzinapa y Tlatlaya, el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) destacó la importancia de reconstruir a las policías locales para que puedan cumplir con su obligación y que, cuando sea necesario, cuenten con el apoyo de las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, dijo que no ve “compromisos bien tomados” en algunos estados. “Estamos reconstruyendo las policías desde la administración pasada, aquí llevamos casi tres años y esfuerzos…”
—Pareciera que los gobiernos prefieren descansar en decir “mándenme tropas que solucionen las cosas”, sin generar sus propias instituciones de seguridad.
—Es una solución que los gobiernos locales han encontrado para sus problemas, pero no es la mejor solución –respondió el general Cienfuegos.
“Soy el primero en desear vuelta a los cuarteles”
El secretario de la Defensa Nacional asegura que no hay ningún interés por adueñarse de las tareas policiacas, pues permanecen en las calles por una exigencia de la propia sociedad. Y, en este contexto, el general reta: “¿Quién tomaría la decisión de que las Fuerzas Armadas regresen a sus cuarteles?”
“Si ahorita me ordenaran que mañana a las seis de la mañana no haya un soldado en las calles, mañana no habría en las calles un solo soldado”, sostiene el secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, en respuesta a quienes sugieren que el Ejército mexicano pretende adueñarse de las labores policiacas en el país.
“Pero si eso ocurriera yo me lo imagino como aquella películaUn día sin mexicanos. Yo me pregunto: ¿Quién tomaría la decisión de que las Fuerzas Armadas regresen a sus cuarteles ante la exigencia de la sociedad de que sigamos estando en las calles para protegerlos”, reflexiona el general durante la plática que mantuvimos el martes pasado en sus oficinas.
Hemos logrado desarticular, sostiene Cienfuegos, los grandes cárteles, que se van fragmentando y convirtiéndose en bandas que pelean entre sí y que extorsionan, roban, secuestran, matan. “Eso es lo que le molesta al ciudadano: que se metan a su casa, que le roben su vehículo, que le secuestren a un familiar, que lo extorsionen en su negocio” y para combatir esos delitos se requiere reconstruir a las policías, pero lamenta no ver que “se avance a la velocidad que, por lo menos nosotros, quisiéramos”. Si no tenemos policías, insiste, “ningún concepto va a funcionar”.
Se dice extrañado de que no se puedan sacar adelante leyes para regular la participación de las Fuerzas Armadas en la seguridad interior y que haya quienes piensen que si se aprueban esas leyes el Ejército no querrá regresar de las calles a los cuarteles, pero recuerda que a lo largo de su historia el Ejército ha demostrado que no tiene aspiraciones políticas.
Sobre Ayotzinapa, recuerda que los responsables de los hechos están detenidos y están siendo procesados, que penalmente no hay responsabilidad alguna de la institución militar. Insiste en que los cuarteles del Ejército mexicano están abiertos todos los días para la sociedad, pero sostiene que ante quienes quieren ir a esos cuarteles a supuestamente investigar sobre ese capítulo, “no estamos dispuestos a permitirlo, es un señalamiento que no es propio para nosotros porque no hemos cometido nada”.
En el caso Tlatlaya sostiene que el Ejército ha sufrido en lo que va de esta administración más de 940 agresiones y Tlatlaya fue una más de ellas. “Yo he insistido en que es importante, urgente, que se lleve a cabo el juicio y si nosotros somos responsables que cada quien reciba el castigo que le corresponda, pero si no lo son que se diga claramente que los soldados son inocentes”.
Respecto a la polémica disposición que ordenaría “abatir” a los delincuentes, dice que todo se debe a un lamentable error. La disposición original que tiene más de 37 instrucciones muy precisas sobre las operaciones, la mayoría de ellas enfocadas al tema de respetar derechos humanos dice “abatir homicidios perpetrados por los delincuentes en horas de oscuridad”, alguien, agrega el general, “le quitó perpetrados por delincuentes, y eso le cambia el contexto a todo”.
Esta es la entrevista que mantuvimos con el general Cienfuegos.
—Algún día leí que colocar en la Defensa Nacional a un general que se llamaba Salvador Cienfuegos era, por el nombre, como designar a un personaje de García Márquez, un nombre muy fuerte al que se le pueden otorgar toda una serie de atributos. Más allá del nombre garcíamarquiano, ¿qué se siente llegar a la Secretaría de la Defensa Nacional?
—Bueno, yo creo que todos los que escogemos esta carrera y que nos decidimos por ingresar al Colegio Militar, de manera escondida, por ahí traemos la ilusión, la esperanza, la meta de llegar a ser secretario de la Defensa Nacional. Todos queremos, pero no todos llegamos, para mí es una gran fortuna, un honor poder estar en esta situación que me permite, por un lado, apoyar las políticas nacionales y, por otro lado, buscar el desarrollo de nuestras Fuerzas Armadas.
—Lo hace en un momento muy difícil. Hay 50 mil hombres y mujeres del Ejército en las calles, luchando, trabajando por la seguridad; no es normal que tal cantidad de elementos tengan que estar trabajando en esas labores...
—Bueno, en realidad es un momento crítico, pero no diría que es el único que ha vivido el país. En mi experiencia de más de 50 años formando parte de esta importante institución, pues, ha habido momentos críticos en la vida nacional en que hemos tenido que participar también, y estamos educados para afrontar los retos y hacerlo de la mejor manera posible.
—Se está produciendo una reeducación en el Ejército en varios aspectos, uno es derechos humanos. ¿Cómo se está llevando a cabo?
—Hay temas que son transversales, que hay que atenderlos en todos nuestros sistemas, nosotros tenemos sistemas educativos, sistema de adiestramiento, un sistema logístico, un sistema administrativo, sistema de recursos humanos, sistema judicial militar, en todos estos sistemas tenemos trabajo.
“En el área de adiestramiento y educación, que son dos asuntos diferentes, pero que van complementados, nosotros educamos a nuestros cuadros de mando para que vayan ante la parte de las tropas, donde se recibe el adiestramiento y de aquí regresan a perfeccionarse al sistema educativo, entonces esto es una interacción permanente.
“En todos estos sistemas, educativo y de adiestramiento, más los demás que señalaba, atendemos el asunto, por ejemplo, de derechos humanos, de equidad de género o derecho Internacional Humanitario, que era un tema que no se veía antes. Todos estos nuevos temas que han venido cobrando importancia en los últimos años, los vamos incorporando de manera transversal. Usted, para poder aprobar, calificar un adiestramiento o poder terminar en su área educativa, tendrá que presentar exámenes sobre estos temas y tendrá que pasarlos, eso es un hecho.
“Por otro lado, en el sistema de recursos humanos tenemos lo que llamamos la ‘promoción’, que son exámenes de oposición para obtener la siguiente jerarquía.”
—Aquí nadie se opone a la evaluación...
—Aquí no, nadie se puede oponer a ser evaluado. Todos estos son temas que son parte de los exámenes, o sea, todo el personal militar, desde el último soldado hasta el general más encumbrado, tendrá que estar participando.
—¿Hay una formación diferente del soldado mexicano?
—Creo que la parte de los valores, de la ética, de la moral, ha sido un concepto que hemos estado profundizando mucho desde hace ya varias décadas. Para nosotros, valores como el honor, la lealtad, el patriotismo, el valor, la disposición, el espíritu de cuerpo y la entrega son asuntos que todos los días estamos viendo, tanto en las unidades como en los planteles y ahí hemos ido permeando; la calidad de la gente que vamos reclutando, que va pasando a formar parte de las Fuerzas Armadas, también cada vez es mejor, más calificada, con mejores niveles académicos y eso nos permite avanzar mucho más rápido.
—Ninguna institución conoce el territorio nacional como el Ejército mexicano. ¿Cómo ve usted el país en estos momentos? ¿El Ejército mexicano cómo siente la posibilidad de avanzar en su responsabilidad de la seguridad interior del país?
—Bien, yo pienso que ha habido como una especie de evolución de la forma en que estábamos viendo la inseguridad. Cuando empieza esta administración que es la que me corresponde ser responsable, leíamos que los problemas estaban en extensas superficies, que el problema abarcaba estados, dos o más estados de manera generalizada, hoy, a poquito menos de tres años, el problema persiste, pero no en la misma dimensión.
“Hoy tenemos también estos problemas de violencia, de ilícitos de diferentes tipos, gran impacto y otros que no son de tan importantes impactos, los seguimos atendiendo, pero ahora está muy focalizado, antes se hablaba del estado de Tamaulipas, hoy hablamos del área de la Frontera Chica o hablamos de la parte de Tampico-Ciudad Madero o El Mante, ya son puntos más focalizados, ya no es la amplitud, por un lado, por otro…
—O sea, ¿se fueron aislando los focos?
—Sí, se fueron acotando, se fueron reduciendo a donde ellos, quizás, se sentían con mayores posibilidades de subsistir. Paralelamente esto ha originado que muchos que quieren ser, se vayan fragmentado y van haciendo bandas, que son mucho más difíciles de atender y de controlar, éstas son las que se están peleando en estos puntos focalizados que yo señalo y que están generando esa percepción importante de violencia. Pero no es lo mismo hoy, que hace tres años.
—Eso es muy importante porque hay quienes dicen: bueno, para qué combatimos o detenemos a grandes capos si luego la violencia continúa igual porque sus bandas se desgranan y terminan peleando entre ellos o generando violencia o se dedican al secuestro y a la extorsión.
—Son bandas más difíciles de ubicar y de identificar. A mí me parece que el problema está, hoy, en que estas bandas ya no viven de los delitos de gran impacto, ya no es el narcotráfico o la venta de armas.
—Son bandas que, en muchos casos, no han puesto un gramo de cocaína del otro lado de la frontera…
—No, claro que no.
—Se dedican a otro tipo de delincuencia.
—Pues sí, pero esos delitos que estas bandas cometen son los que le duelen al ciudadano. Es el robo, la extorsión, el secuestro, el homicidio; eso es lo que le molesta realmente al ciudadano, porque le afecta directamente a él, a su familia y a su patrimonio.
“Al ciudadano, a lo mejor, no le interesa si se capturan cien kilos o mil kilos o 10 mil kilos de la droga que usted me quiera decir, es importante, quizás, pero no pasa de ahí; pero que se metan a su casa, que le roben su vehículo, que le secuestren a un familiar, que lo extorsionen por su negocio o que lo obliguen a tomar actitudes que van en contra de su dignidad, de su patrimonio, eso molesta muchísimo al ciudadano.
—¿Cómo combatir esos delitos?
—Reconstruyendo las policías, son asuntos de policía.
—Pero esa base es la que no tenemos, ¿no? Las policías son la pata de la que cojea el Estado en términos de seguridad.
—Así es. A nosotros nos preocupa porque, hoy, ya estamos haciendo funciones de policía, de policía municipal o de policía estatal y no somos una institución importante en cuanto a sus efectivos, pero tenemos muchas tareas que cumplir. Es importante impulsar, avanzar en la reconstrucción de policías, son mandatos que se han dado y que no veo que avancen a la velocidad que, al menos, nosotros quisiéramos.
—Hay quienes dicen que en esa reconstrucción de las policías, pensando en experiencias internacionales, estoy pensando en Colombia, tendría que hacerse a partir de una formación que les diera el Ejército mexicano.
—Puede ser. De alguna manera hemos participado con algunos estados, capacitándoles de manera somera a sus efectivos de policía, pero no es suficiente, se necesitan policías formados, reconocidos, que tengan buenos sueldos, que tengan seguridad social, que tengan el respaldo de la sociedad para poder cumplir con sus cometidos.
“Hoy no podemos pensar que un policía municipal va a contener a estas bandas de delincuentes u otras mayores. La policía municipal no está para eso, no puede con eso, necesitamos otro concepto de trabajo de la policía, pero si no tenemos policías, ningún concepto va a funcionar.
—Y, en ese sentido, lo que se encuentran ustedes es que la comunidad lo que exige es que llegue el Ejército para hacer funciones de Policía en la propia comunidad, ¿no?
—Ese es un gran tema. Hay voces que dicen los soldados, ya, a sus cuarteles. Si fuera así, pues yo levantaría la mano de inmediato.
—Usted sería el primero.
—Nosotros no lo pedimos, nos lo ordenaron y lo cumplimos, y lo hacemos de la mejor manera que podemos, pero el gran problema está en que la sociedad, hoy, es la que exige que estemos en las calles. Los ciudadanos son los que nos piden ‘no se vayan, no se vayan a retirar, por favor ayúdenos’.
“Yo acabo de estar en Morelos y se me acercaron algunas personas a decir: ‘Oiga, esto requiere de que estén ustedes también por acá’. Fui a Jalisco y ¿qué le digo? Tamaulipas, Michoacán... muchos lugares donde el punto central de la violencia, de los ilícitos está bien identificado, pero donde no está trabajando la policía, no hay o, si hay, no se ve.”
—O si está, trabaja con los malos, ¿no?
—Bueno, pues yo creo que ejemplos de esos hay muchos, lamentablemente. Tenemos que reconstruir a los policías, es una labor importantísima la de las policías, pero en México los dejamos olvidados muchos años. Hay que reconstruirlos, hay que volverlos a retomar, volver a hacer policías capaces, bien, bien capacitados, que cuenten con lo menos que se puede requerir para que ellos cumplan con esta obligación y cuando sea necesario nosotros apoyaremos los esfuerzos.
“Sin embargo, yo no veo, insisto, compromisos bien tomados en algunos estados para que esto camine. Y yo insistiría, y lo hago a través de ustedes, que veamos la forma de que esto avance; estamos reconstruyendo las policías desde la administración pasada, aquí llevamos casi tres años.
—Pareciera que los muchos gobiernos estatales prefieren descansar en decir ‘mándenme tropas que solucionen las cosas’, sin generar sus propias instituciones de seguridad.
—Pues es una solución que los gobiernos locales han encontrado para sus problemas, pero no es la mejor solución. Nuestros soldados ya no pueden hacer más, son muchas las tareas que cumplimos y si están pensando en que nosotros vamos a hacer funciones que les corresponden a las policías, pues no vamos a ser suficientes; somos, proporcionalmente hablando, el Ejército más pequeño del mundo, considerando la extensión territorial, el número de habitantes que tenemos, las fronteras que tenemos, el mar, las costas…
—Y las tareas que tienen, que otro Ejército no tiene.
—Muchísimas tareas que van desde el programa DN3, que usted conoce, el apoyo a las comunidades con labor social, estas cuestiones de seguridad, el resguardo de las instalaciones estratégicas, en fin, hay algunos legisladores que han propuesto que nos hagamos cargo de las aduanas, por ejemplo. No, pues ya no, ¿verdad?
—Muchas de esas tareas de seguridad cotidiana que realiza el Ejército no es algo que las Fuerzas Armadas hayan pedido, sino que las autoridades y la sociedad le han reclamado que esté en esos lugares. Me llama la atención que personajes, algunos muy respetables, dicen ya es hora, el Ejército se tiene que retirar a los cuarteles, ¿quién va a cubrir eso? ¿Qué sucede en Tamaulipas, qué sucede en Michoacán, qué sucede en Jalisco?
—Si se me ordenara que mañana a las seis de la mañana no haya un soldado en la calle, si ahorita me lo dijeran, mañana no habría un solo soldado en la calle. Pero yo me imagino esto como esa película de Un día sin mexicanos. Creo que aquí el asunto sería Yo me pregunto: ¿Quién toma la decisión de que las Fuerzas Armadas regresen a sus cuarteles ante la exigencia de la sociedad que sigamos estando en las calles para protegerlos? Eso es un tema importante.
—Sí . Y la respuesta tendría que estar en una exigencia, quizás, de la sociedad o de la sociedad política hacia las autoridades, las de todos los niveles, para trabajar para crear esas fuerzas que se requieren para que las Fuerzas Armadas regresen a los cuarteles...
—Claro, es que éste no es un trabajo del gobierno o de los gobiernos o de las Fuerzas Armadas, es un trabajo de toda la sociedad, es algo en lo que todo el mundo debe estar involucrado. Los gobiernos, los niveles de gobierno, la sociedad, la academia, todos los grupos que representan a la sociedad deberían de aportar sobre qué hacemos en esto. Nosotros hacemos lo que nos están pidiendo, pero obviamente que hay otros temas que se tienen que atender, como la salud, el empleo y la educación.
—Y que todo eso, la salud, la educación, redunda en la seguridad.
—Claro, teniendo eso, la sociedad tiene que componerse. Pero también, por otro lado, sin seguridad, a veces, no se pueden hacer las cosas, o sea, la seguridad y desarrollo dicen que van de la mano, hay que atenderlas así.
—Me llama la atención un punto importante: no tenemos una ley a la altura de las responsabilidades que le hemos dado a las Fuerzas Armadas en los temas de seguridad interior. Y que yo recuerde van por lo menos tres sexenios que las Fuerzas Armadas vienen reclamando: “Señores legisladores, pónganos un marco legal para saber a qué atenernos legalmente”.
—Definitivamente es un tema que ha sido recurrente, los que me precedieron en esta posición han intentado hacer algo. Nosotros también estamos impulsando que se haga algo sobre este particular, que es algo que los legisladores tendrán que determinar, hasta dónde y cómo y cuándo.
“Pero los intentos que han habido, desde mi punto de vista, se han partidizado y eso ha hecho que se desvíe la intención original; hay probablemente algún temor de que si legalmente nos ponen en las calles con un marco jurídico que nos respalde, a lo mejor al rato no nos queremos ir a hacer lo que nos toca, ¿no? Las funciones propias como Fuerzas Armadas y yo creo que es un temor infundado.
Estas Fuerzas Armadas han sido ejemplo por muchísimos años de lo que debe ser el honor y la lealtad y de trabajar para la sociedad y para los gobiernos. Entonces, esa partecita, que a veces se pone por ahí, de qué hacer con los soldados cuando estén en las calles y luego haya que regresarlos, que les preocupa, no debe ser preocupación de nadie, nosotros no tenemos aspiraciones políticas, ni de ningún otro orden, queremos cumplir con lo que nos toca y hacerlo de la mejor manera.
—Pero además es desconocer la historia del Ejército mexicano y su relación con el poder civil.
—Sí, definitivamente. Ese es un problema de historia que habrá que repasar, no nos han visto en una condición de un Ejército efectivamente emanado del pueblo y para el pueblo, aquí todos venimos del pueblo. Mi mamá fue una sargento en el Ejército, estuvo en una oficina, era escribiente, y me dio la oportunidad esta institución de llegar hasta donde estoy; y, como yo, el 99 por ciento de los soldados que tenemos somos de ese origen, nuestras familias están ahí. Hay otros ejércitos en otras partes del mundo, donde el Ejército es más bien una élite, aquí no, aquí no hay una élite, somos los mismos y no tenemos ninguna otra aspiración que no sea cumplir con nuestro deber y queremos hacerlo bien y para hacerlo mejor necesitamos ese respaldo jurídico.
fuente.-