La directora del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) comprobó que sólo la mitad del gasto que implica la atención de una emergencia médica es cubierta por la aseguradora, pues la otra mitad es celosamente cobrada por la cadena que forma el mercado de servicios de salud: hospitales, especialistas, laboratorios y servicios relacionados.
Moy compartió su testimonio en una columna publicada por la plataforma Opinión 51, dedicada a mujeres columnistas, la cual tituló Prohibido enfermarse, en la que advierte que “intentar usar un seguro médico puede ser dañino para la salud”.
Valeria Moy narra los contratiempos que tuvo al hacer uso del seguro de gastos médicos. Foto: Opinión 51.
La economista reseña los avatares que depara el uso de ese tipo de servicios en México, a partir de una estancia de 35 días en la que fue atendida su mamá, y tras la cual concluye que “hay que regular bien el mercado privado de servicios de salud, incluyendo a todos sus participantes”, pues “los abusos, casi me atrevería a decir las mafias, están por todos lados”.
DESFILE DE ESPECIALISTAS, PARA FACTURAR MÁS
Valeria Moy relata cómo la institución hospitalaria envió un desfile de médicos y especialistas para atender a su paciente, y los que no aparecieron físicamente enviaron sus recomendación y recetas para poder figurar en la cuenta final, todos los cuales enviaron facturas, cada cual, “de cinco dígitos”.
Explica: “Había internistas, neumólogos, infectólogos y cirujanos involucrados, a pesar de no haber habido cirugías. Cada uno por su lado. Tubos, cables, inyecciones, oxígeno de alto flujo, mascarillas, terapias. Nosotros, la familia, sin saber qué se necesitaba ni solicitar ningún tratamiento específico, solo veíamos entrar a los médicos, asumiendo, desde luego, que ellos, los expertos, sabían lo que estaban haciendo”.
Refiere la también columnista que “al parecer, los doctores contratados por la aseguradora deciden desde su oficina, sin jamás haber visto al paciente, qué es procedente y qué no”.
Al cabo de la sumas, Moy concluyó: “Los médicos acaban cobrándole la mitad al seguro y la mitad al cliente/paciente”.
FACTURACIÓN, EN UNA LISTA DE 16 PÁGINAS
Al final, el expediente de facturación estaba formado por “más de 16 hojas de gastos, una bitácora muy precisa de cada cosa que se utilizó en el tratamiento. Varios cepillos de dientes de 50 pesos cada uno. Oiga, solo le dieron uno. Uy, yo no sé, eso fue lo que me pasaron”. El seguro no cubre gastos personales –como los cepillos de dientes o los productos de aseo– eso lo sabíamos.
De esas 16 hojas de gastos, el seguro determinó como “desvíos” (vaya nombre), la mitad. No solo los productos de aseo, también decenas (no exagero) de análisis, pruebas y medicamentos que los médicos recetaron durante la estancia en terapia intermedia.
Desde el principio, y a pesar de que presentó la póliza de seguros, a la familia de Valeria Moy le exigieron una tarjeta de crédito.
Y cuando arguyó que el seguro contratado era de cobertura amplia, prácticamente le respondieron que eso era hipotético: “Oiga, señor agente de seguros, la póliza es sin límite. Bueno, sí, pero en realidad depende de lo que la aseguradora autorice, no sabría decirle, déjeme ver si lo podemos hacer por reembolso. Usted pague y luego vemos”.
Fuente.-@emeequis
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