En la antesala del proceso interno para la elección de la candidata o candidato, Morena se divide entre tres: el grupo del senador y aspirante a gobernador, Américo Villarreal Anaya; los monrealistas representados por el delegado federal Rodolfo González Valderrama, y los alcaldes liderados por Maki Ortiz Domínguez.
Así como en campañas electorales el partido guinda se alimentó de figuras influyentes de otras corrientes políticas, la primera muestra del conflicto interno fue la pérdida de la mayoría en la LXV Legislatura del Congreso de Tamaulipas por el comúnmente llamado “chapulineo”.
Las renuncias de las diputadas Leticia Sánchez Guillermo, de Morena, y Lidia Martínez, del PT, pusieron de cabeza a la Cuarta Transformación que, por primera vez, ganó en las urnas el control absoluto del Poder Legislativo. Sin embargo, eso duró solo unos minutos tras la toma de protesta de las y los legisladores el pasado jueves 30 de septiembre.
Desde sus inicios en México y Tamaulipas, Morena sumó a cuadros considerados secundarios, algunos con nombre y otros con perfil en territorio, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), a quienes convirtió en sus líderes y candidatos al Congreso de la Unión en la elección de 2018.
En la pasada elección presidencial, la estructura de Morena en Tamaulipas se apuntaló con los expriistas Erasmo González, Mario López, Américo Villarreal; los expanistas José Ramón Gómez Leal y Carlos Cantúrosas Villarreal, y el perredista Adrián Oseguera. Por otro lado, el apoyo a los fundadores del partido se concentró en Guadalupe Covarrubias, hoy senadora del país, y la familia Deándar en la frontera.
Sin embargo, los comicios de 2021 representaron la apertura de puertas a figuras externas que, sin ser militantes, tomaron un peso específico dentro del partido. Morena en alianza con los partidos Verde Ecologista de México (PVEM) y del Trabajo (PT) arropó a personajes como el expriista Tomás Gloria Requena; y el grupo panistas de la exalcaldesa de Reynosa y confirmó su relación con la familia Canturosas Villarreal.
A la par de los comicios de este año y en un momento decisivo con el proceso de desafuero del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, en la LXIV Legislatura, el movimiento de izquierda comenzó a padecer por la división de su grupo parlamentario. Las y los legisladores Leticia Sánchez Guillermo, Guillermina Medina Reyes, Rigoberto Ramos Ordóñez y Ulises Trejo Martínez empezaron a votar a favor de las iniciativas del PAN. Las diputadas apoyaron de facto todos las propuestas panistas. En cambio, los diputados Ramos y Trejo renunciaron para unirse a la bancada de Acción Nacional.
“Para mí no hay mayor satisfacción que seguir mis ideales. La dignidad no se encuentra en las esquinas, se tiene dignidad cuando se tienen buenos principios”, dijo Rigo Ramos, quien antes había sido militante del PRI y fue acogido en Morena bajo la promesa de darle posibilidad de ser candidato a alcalde de Reynosa, lo que no consiguió.
El conflicto detonado en el Congreso estatal obligó a que una parte de los morenistas se reunieran y lanzaran un mensaje de unidad. Sin embargo, la posibilidad de ruptura es alta y, en caso de concretarse, se podría generar un boquete mayor en el Poder Legislativo para Morena.
Transfugismo sin freno
Para Marco Antonio Rodríguez Escobedo, excoordinador del Instituto de Investigaciones Parlamentarias en el Poder Legislativo tamaulipeco, el transfugismo tamaulipeco en el Poder Legislativo es un fraude a las personas que votaron por la plataforma electoral de las y los candidatos.
“El ciudadano no tiene un medio de defensa para decirle a la candidata o candidato que quiere que permanezca en el partido del grupo parlamentario por el que votó; sí tienen que saber que su voto queda prácticamente en la basura”, afirma el experto.
Respecto a las renuncias en la bancada de Morena, Rodríguez Escobedo refiere que las personas que votaron por las diputada creyendo llevarían una agenda a favor de los matrimonios del mismo sexo y de la legalización del aborto, ahora deben saber que las políticas que eligieron no apoyan el reconocimiento de las libertades en un sentido más amplio.
“El transfugismo en México no está legislado a nivel electoral o legislativo, y el Tribunal Electoral lo ha convalidado, hasta cierto punto, cuando dice que el parlamentario lo hace con apego a su derecho de asociación política”, apunta el especialista tamaulipeco.
Atado de manos en el Congreso
Aunado a las renuncias de dos diputadas, el mismo jueves 30 de septiembre, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación sacudió más al partido del presidente Andrés Manuel López Obrador, al reasignar las diputaciones plurinominales, quitando una al PRI para dársela al Partido Acción Nacional (PAN).
La bancada de Morena, liderada por el diputado Armando Zertuche Zuani, quedó contra la pared, sin margen de maniobra. Las y los panistas, coordinados por Luis René Cantú Galván, revivieron y tomaron aire para dar la batalla legislativa en defensa del gobernador Francisco García Cabeza de Vaca.
Marco Antonio Rodríguez Escobedo vislumbra a ni del estatal un panorama similar al que ocurre en la Cámara de Diputados federal, donde Morena necesita del Verde, PT, Movimiento Ciudadano y PRI para lograr reformas constitucionales.
“En el Congreso de Tamaulipas, van a tener que buscar tanto el PAN como Morena al PRI y a Movimiento Ciudadano para que ganen con ellos, esos votos serán los votos bisagra”, subraya.
Quienes decidirán en el Congreso tamaulipeco, son las minorías del PRI y Movimiento Ciudadano, representadas por Edgar Melhem Salinas y Alejandra Cárdenas, y Gustavo Cárdenas Gutiérrez, respectivamente. Sus votos valdrán más de lo que cuentan en términos reales debido al transfugismo político.
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