Aunque su regreso a México aún es incierto, el gobierno mexicano ya prepara una “fiesta de bienvenida” para Tomás Zerón, el antiguo jefe de la investigación del caso Ayotzinapa y extitular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) en el sexenio de Enrique Peña Nieto.
BIEN COORDINADITO CON EL EJERCITO:
Fuentes dentro de la Fiscalía General de la República aseguran a EMEEQUIS que ya cuentan con, al menos, nueve testimonios inéditos de víctimas de tortura cometidas por Tomás Zerón y de testigos que estuvieron en los interrogatorios ilegales que lideraba el exfuncionario público en las instalaciones de la entonces Procuraduría General de la República (PGR).
Estos testimonios son aparte de los que ya se han dado a conocer por la prensa nacional, como el de Felipe Rodríguez Salgado, “El Cepillo”, presunto integrante del grupo criminal Guerreros Unidos y quien habría confesado su participación en la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa tras ser torturado por órdenes de Tomás Zerón.
Las nuevas declaraciones de las nueve víctimas y testigos abarcan casos conocidos, como el de la noche de Iguala del 26 de septiembre de 2014 y la desaparición de la niña Paulette en 2010, pero también otras investigaciones criminales de bajo perfil en el que supuestamente estaba involucrada la delincuencia organizada.
Debido a que los testimonios van del 2008 hasta 2016, en la Fiscalía General de la República (FGR) están seguros que, de manera sistemática, Tomás Zerón torturaba por igual a inocentes y culpables para “cuadrar” sus declaraciones y cerrar casos que se traducían en cifras alegres para sus superiores, como Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad Pública federal hoy encarcelado en Estados Unidos por presuntos nexos con el Cártel de Sinaloa.
BOLSA DE PLÁSTICO, LO INDISPENSABLE
En todos los casos, el modus operandi de Tomás Zerón era el mismo, de acuerdo con los testimonios recabados: primero, exigía que la persona detenida fuera llevada a un espacio cerrado, sin ventilación, donde agentes federales debían darle una “calentada” previa.
Luego, sus víctimas –usualmente esposadas a una silla– eran asfixiadas con bolsas de plástico en la cabeza, las “enrollaban” en gruesos tapetes para patearlas en el piso y las electrocutaban en zonas sensibles y ocultas a la vista –genitales, ano, ingles, plantas de los pies– utilizando una vieja batería de auto y cables para pasar corriente.
“Cuando terminaron de asfixiarme con la bolsa escuché que alguien pidió una botella con agua. Yo tenía la boca seca y pensé que se estaban apiadando de mí, que me iban a dar algo de tomar, porque llevaba como dos días detenido y no me habían dado agua desde que me pusieron en la patrulla. Uno de ellos, que no puedo identificar porque tenía los ojos vendados, me preguntó si quería agua, le dije que sí y escuché que tiró un chorro al piso, se rió de mí y me dijo que lamiera el agua del piso.
“Estaba a punto de decirle que sí porque ya no podía más con la sed cuando me echó chorros de agua al cuerpo. Abrí la boca para que me cayera un poco, pero me dio una cachetada y me dijo que cerrara la boca. Luego sentí como unas pinzas, que luego supe que eran cables como de coche, y me empezó a dar toques eléctricos en los pies. Ahí supe que me había echado agua porque querían que sintiera más fuerte la corriente eléctrica”, se lee en el expediente contra Tomás Zerón, según la fuente consultada por este medio.
Cuando las personas detenidas ya estaban “calentadas” tras sesiones de tortura de una o dos horas, Tomás Zerón entraba a la sala, coinciden los testimonios.
El alto funcionario público en tiempos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto solía jugar el rol del “policía bueno”: se presentaba con un tono de voz calmado y pidiendo que cesaran los malos tratos. A veces, ofrecía agua, quitar las esposas o ropa limpia para el torturado.
POR LAS MALAS
Entonces, iniciaba el interrogatorio “por las buenas” que incluía preguntas que indicaban a la persona detenida lo que debía que contestar. En sus cuestionamientos, Tomás Zerón encontraba el modo de hacerle saber al presunto responsable de cometer un delito lo que tenía que decir para que su suplicio terminara.
Si la persona detenida se negaba a confesar, se rehusaba a dar nombres y direcciones de sus supuestos cómplices o reclamaba que le estaban obligando a incriminarse por un delito que no había cometido, entonces los buenos modales de Tomás Zerón terminaban y comenzaba la presión psicológica.
El entonces funcionario público deslizaba comentarios como “si quiero, te mato”, “esta es tu última oportunidad” o variantes de su frase favorita “me voy a ir y te dejo con mis muchachos para que hagan lo que quieran contigo”, de acuerdo con la carpeta de investigación.
A veces, él mismo tiraba cachetadas o golpes sorpresa a la boca del estómago de la persona detenida, esposada y vendada; a veces, simplemente daba órdenes para que otro más lo hiciera.
Víctimas y testigos coinciden en que lo peor sucedía cuando Tomás Zerón abandonaba la sala, cuya ubicación precisa aún no ha podido ser establecida por los investigadores federales.
Si la persona detenida no había confesado lo que Tomás Zerón quería, o se negaba a firmar su confesión, la tortura arreciaba. Ya no se prolongaba por una o dos horas, sino hasta más de un día. Y después las víctimas eran enviadas a prisión y los testigos debían volver a sus funciones como servidores públicos en las instituciones encargadas de procuración de justicia.
“(Tomás Zerón) repetía que él era muy importante y que su tiempo era oro, que no lo hiciéramos perder su tiempo con pendejadas. Si no ibas a decir rápido lo que él quería escuchar, te dejaba con sus muchachos y volvía hasta que estuvieras listo, pero que si ibas a hacerte pendejo mejor fueras pensando en despedirte de tu familia porque no los ibas a volver a ver, una amenaza que no supe si era porque me iban a matar o porque me iban a meter a la cárcel de por vida por algo que yo no había hecho”, está asentado en el expediente citado párrafos más arriba.
EXTRADICIÓN EN PAUSA
Con esos testimonios –más los que se recaben hasta la vuelta de Tomás Zerón a México– la Fiscalía General de la República cree que cuenta con información suficiente para conseguir una sentencia condenatoria de más de 60 años.
Actualmente, el exdirector de la Agencia de Investigación Criminal se encuentra prófugo de la justicia tras haberse girado una orden de aprehensión en su contra por los delitos de tortura, desaparición forzada de personas y contra la administración de la justicia.
El gobierno mexicano presume que está escondido en Israel, donde México no tiene un tratado de extradición vigente, sino un simple acuerdo de cooperación jurídica que depende de la voluntad de las autoridades, según reconoció en junio del año pasado el canciller Marcelo Ebrard.
“Es un acuerdo de cooperación jurídica y de asistencia derivado de acuerdos internacionales que ambos países hemos firmado. Ambos países estamos obligados a actuar como si hubiese tratado de extradición cuando hay crímenes o delitos en ese orden que van en contra de los derechos humanos”, dijo el secretario de Relaciones Exteriores.
El 23 de septiembre pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió una carta al primer ministro de Israel, Naftali Bennett, para solicitarle su apoyo en la ubicación, detención y extradición a México de Tomás Zerón.
“El funcionario que, desde uno de los más altos niveles del orden federal, operó esta colusión criminal (el caso Ayotzinapa), cometiendo, entre otros delitos, el de tortura, ha sido imputado por un juez a través de una orden de aprehensión que está ratificada por Interpol.
“El presunto responsable de los hechos aquí descritos, Tomás Zerón de Lucio, huyó hacia Israel desde el 13 de agosto de 2019; y, tanto las autoridades de procuración de justicia, como la Secretaría de Relaciones Exteriores de México, han trabajado con sus homónimos en Israel para obtener la extradición de dicha persona.
“En razón de lo anterior, y con la atención y respeto que me merece la República de Israel y sus autoridades, me dirijo a usted para solicitarle su valiosa atención en este proceso de extradición, que es prioritario para nuestro país”, leyó en Palacio Nacional el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, Alejandro Encinas, quien reveló el contenido de la carta.
Hasta el momento, la ubicación de Tomás Zerón permanece en secreto, mientras otros rompen el pacto de silencio y comienzan a revelar el modus operandi del torturador en jefe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Tu Comentario es VALIOSO: