Hace 40 años, el doctor Gaudencio Pérez Gutiérrez fundó la Clínica Iztacalco, alojada en las calles del Barrio de San Miguel, en la alcaldía que da el nombre al sanatorio. Consultas de medicina general, cirugías y sus servicios de maternidad fueron ganando la confianza de los vecinos a lo largo de los años. Pero llegó la Covid-19, y con ella las personas enfermas.
Empezaron a llegar pacientes con síntomas de resfriado, con gripa, tos y temperatura alta. Pero el doctor Pérez, titulado como médico cirujano por la UNAM, desestimó la incipiente enfermedad, que a la fecha afecta a más de 133 mil personas, y ha causado la muerte de más de 16 mil.
“Él (doctor Gaudencio Pérez) decía que no era cierto, que las autoridades querían confundir a la gente, que no era tan grave como lo hacían ver. Pero, los pacientes empezaron a llegar y supo que era verdad”, cuenta Florentina Santana, empleada en la clínica desde hace más de 30 años.
El contagio y posterior muerte del doctor David Buzo, de los titulares en la clínica, hizo comprender al doctor Pérez que el nuevo coronavirus no era como el brote de influenza u otros padecimientos que vio a lo largo de su trayectoria.
“Se empezó a preocupar, a tener cuidado, pero ya era tarde, porque los casos fueron aumentando, y venían personas de la Central de Abastos, de varias partes, pero nunca se les negó la atención. El doctor, padre de cuatro hijos, y con un nieto, era muy entregado, muy trabajador y muy humano, por eso mucha gente lo buscaba”.
Lo inevitable llegó, y el doctor Pérez enfermó. “Cuídense mucho, sigan trabajando, pero protéjanse y no dejen de hacer sanitización, limpieza en toda la clínica”, fueron las últimas instrucciones que dio antes de caer grave en cama, e incluso fue intubado. Con más de 20 años de padecer diabetes, el doctor Gaudencio Pérez, de 69 años, estuvo internado 20 días en el Hospital General Xoco, hasta la madrugada del lunes 8 de junio cuando su hija confirmó su fallecimiento: “mi papá fue un guerrero, mi superhéroe pero perdió la batalla”, informó a los empleados de la clínica. La pérdida para todos en la clínica fue fatal. “Era mi amigo, mi jefe. Desde hace 39 años estuve trabajando con él. Y lo recuerdo, él siempre decía que la vida sigue, que siempre teníamos que seguir trabajando. Se fue un gran médico, una gran persona”.
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