“Internamente, la policía de Nueva York está rota.Sabemos de nueve suicidios (este) año. Sigo contactando a tantas personas” cuyas vidas también se han visto afectadas por el suicidio de un oficial. “Hace cinco años, hace cuatro años, pero no se habló de eso”.
Eileen Echeverría es la hermana de uno de los dos oficiales de NYPD, ambos hispanos, que se quitaron la vida con horas de diferencia esta semana, en Queens y El Bronx.
Policías como Robert Echeverría (56) mantienen en secreto sus problemas de salud mental por temor a que sus jefes les quiten sus armas, y los degradan a un trabajo de escritorio donde perderán su pago de horas extras, dijo su hermana al New York Post.
“Le ofrecí a mi hermano $500 dólares para ir a un psiquiatra privado”, dijo Eileen el viernes, dos días después de que el atribulado oficial se suicidó en su casa de Laurelton, Queens.
“Él dijo:” No puedo ir a un psiquiatra porque me pondrán en el escuadrón de armas de goma”, en referencia a los trabajos de oficina. “Ellos van a averiguarlo (…) Olvídalo. Estaré bien”, recuerda Eileen que su hermano le respondió.
Agregó que ella misma había advertido repetidamente a la Oficina de Asuntos Internos de NYPD que su hermano era un riesgo para sí mismo o para otros.
A menos que la policía de Nueva York se vuelva más proactiva sobre los suicidios de policías, las tragedias continuarán ocurriendo, pronosticó Eileen desde su casa en West Islip, Long Island. Instó a la policía de Nueva York a comunicarse primero con los oficiales en riesgo, en lugar de esperar a que ellos pidan ayuda que tal vez nunca busquen.
La policía de Nueva York “allanó” en junio la casa que el oficial compartía con su esposa y su hija de 11 años, confiscó su arma y le hizo hablar con un médico. Pero en cuestión de días se lo consideró bien y le devolvieron el arma.
Tras el suicidio de su hermano, ha lanzado críticas abiertas contra el alcalde y la policía de Nueva York.
“El alcalde De Blasio pone un número de teléfono en la televisión y dice que los policías se comuniquen (…) Lo último es tener una aplicación en el teléfono. Nunca lo van a hacer. Porque si lo hacen, saben que su trabajo está en peligro. No van a obtener horas extras. Los pondrán en el escuadrón de armas de goma, como lo llaman. Nunca van a hacer eso”.
Su hermano había luchado desde la infancia con una enfermedad mental, y actualmente luchaba por no perder su casa de Queens, muy endeudada.
También se había convertido en un acaparador de basura (hoarder). Su vivienda estaba tan abarrotada que apenas se podía entrar, dijo. Y tenía muchos hurones como mascota.
“Cuando lo allanaron” en junio para tomar brevemente sus armas, “¿no vieron eso como un signo de enfermedad mental?… No estoy hablando de que alguien sea descuidado. Estoy hablando de que no puedes entrar por la puerta”.
“¿Por qué la ciudad de Nueva York no puede contratar a un grupo de consejeros y llamar al azar a los oficiales y decirles: (…) Ayer te escupieron, ¿cómo estás lidiando con eso?”, comentó en referencia a los recientes ataques que han sufrido unos policías en medio de la anarquía callejera.
Hasta el mandatario Donald Trump, el vicepresidente Mike Pence y el ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani han criticado las órdenes de “no intervención” que el alcalde ha dado a NYPD para mejorar sus relaciones con la comunidad y “bajar” el crimen.
Desde junio el comisionado James O’Neill admitió que la policía de Nueva York estaba en medio de una “crisis de salud mental” y anunció medidas para abordar el problema, incluida la prestación de servicios de asesoramiento en cada recinto policial. Pero el problema, lejos de detenerse, ha aumentado.
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