Las bombas están armadas, listas para detonar. Quien llegue a gobernar no tendrá mucho tiempo para desactivarlas.
1. Clima. Éste va a ser el año menos caluroso, el más normal, de las siguientes décadas. Lo que ya ocurre en México, en el mundo, no es temporal. Este año ya rompe todos los récords de temperatura. Lo de Acapulco no es único. Se vislumbra la temporada más que severa, al grado que quienes miden acaban de añadir una nueva categoría de huracanes, Categoría 6. Alternamos tremendas inundaciones con tremendas sequías. Calor y grandes granizadas. ¿Y nosotros? Seguimos quemando carbón y limitando la producción independiente de electricidad. Ya quebramos a la CFE por falta de inversión y, algunos dicen, por corrupción, al grado que los apagones se vuelven consistente y creciente deleite diario.
2. Agua. Pipas ya pululan por doquier, gran negocio para unos cuantos, tragedia para la mayoría. Hay enormes batallas sobre el acceso y uso de agua para agricultura versus ciudad. Grandes ciudades están cerca del día cero. Se requieren tremendas inversiones en racionalizar, conservar, distribuir equitativamente la poca agua que queda y en canalizar la muchísima agua que de repente llega brutalmente. Pero éstas no son inversiones vistosas. Muchas son subterráneas. Y no se hicieron a tiempo. Y son caras...
3. Economía. ¿El PIB? Pues qué lástima, Margarito... El menor crecimiento desde De la Madrid. Decrece aun después de haber inundado al país de "cash" preelección. Se dejan enormes deudas y muchas obras inútiles. Aumentó la pobreza extrema y el hambre. Sólo el 22 por ciento de las transacciones peso-dólar se relacionan a la economía real. Lo demás es "carry trade", que a menudo gusta cantar "Las Golondrinas". Sólo falta un sobresalto. Esto pudiera a resultar en tremenda cruda crediticia y cambiaria.
4. Salud. Según reportes internacionales, manejamos la pandemia peor que casi cualquier otro país. Deshicimos el abasto de medicamentos y uno de los programas de salud popular más exitosos del mundo. A las mujeres que exigían protección y apoyo las maquillaron con amables gases lacrimógenos, frente a puertas palaciegas amuralladas. El narco no sólo se apoderó de la mitad del territorio, sino que amplió sus franquicias feminicidas.
5. Violencia. Florecen tremendos bazares de negocios ilegales, inundando, ahogando la economía "legal" en aguacates, miel, transporte y gasolina. En muchos lugares dieron dedazos con plomo, matando a más de 34 candidatos. Lugares como Guanajuato ahora son infiernos. Nos gobiernan no los Padrinos, sino los Luca Brasis.
6. Ejército. A propósito de nadita... Resulta, históricamente, que una vez que los grandes ejércitos se apirañan de una ciudad, de un país, a veces es difícil desalojarlos. Ellos sí tienen bombas de verdad... Dado tanto regadero de explosivos, ¿por qué quiere parte importante de la sociedad seguir con el tan cacareado "más de lo mismo"? ¿Especialmente cuando la mayoría reconoce que las cosas van mal, aunque quieren, en lo personal, a su Tlatoani mañanero? Esto nos lleva a la última gran bomba.
7. Culto al individuo. Este culto fundamentalista se sostiene porque los penitentes creen, pese a toda evidencia, todo lo que les dice el líder. Cualquier cosa que haga y diga se justifica, por descabellado que sea. Cuestionar es ser parte de una persecución injusta. Sólo el líder habla con la verdad, los demás ¡mienten! Por tanto, hay que denigrar y destruir a quien cuestione. O pedir revocación de mandato...
Quizá esta última sea la bomba más peligrosa para la mujer que llegue. Si quien suceda al Masiosare no se despega... pues resultará títere inútil. Pero si intenta construir culto propio, va a tener que reclutar infinidad de adeptos incondicionales. O va a tener que usar la fuerza policiaca-bélica de manera brutal.
PD. Y como se acaba de demostrar con el pasado Tlatoani del Norte, todo pasa y todo queda... Aun "ganando", el más poderoso puede sufrir, eventualmente, grandes consecuencias por andar colocando bombas por doquier... El actual anarquista, iluso, todavía cree que podrá seguir viviendo, en paz, en México.
Fuente.-Juan Enriquez Cabot/opinion@elnorte.com/
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