El más reciente episodio de Narcosistema de Anabel Hernández, titulado “Impone Trump intervención e investigación directa en México”, no tiene desperdicio: la periodista desmantela el teatro del poder que Claudia Sheinbaum montó en su primer informe presidencial y revela cómo, lejos de discursos patrióticos, la realidad se cocina en las oscuras negociaciones con el gobierno de Estados Unidos.
Qué dijo Anabel Hernández
Anabel no se anda por las ramas: Sheinbaum, lejos de la foto diplomática y los aplausos amañados, prometió a Washington dejar que sus agencias intervengan e investiguen en México. ¿La alternativa? Terminar como Maduro. Según fuentes ligadas a la reunión con Marco Rubio (ahora flamante secretario de Estado), la 4T ya no resiste ni la más simple comparecencia.
En el informe presidencial, sostiene Hernández, reinó la desinformación. A la ceremonia se colaron gobernadores señalados por corrupción, magistrados cuestionados y legisladores involucrados con el narco. El poder ya no se equilibra: el legislativo, judicial y ejecutivo están fundidos en una monolítica maquinaria morenista, aplaudida por la clase política que más bien debería estar presa que en Palacio Nacional.
Declaraciones y cifras al desnudo
Sheinbaum presume “milagros” en reducción de pobreza, desigualdad y homicidios. Anabel destroza estas cifras, señalando que la pobreza extrema apenas bajó, que el acceso a salud y educación se fue en picada y que el índice Gini que cita la presidenta no aparece en ningún reporte internacional serio. Más aún, el desfalco de Segalmex —rebautizado pero igual de corrupto— sigue tragando miles de millones y ahora hasta el Poder Judicial se “elige” con métodos dignos de dictaduras bananeras.
En homicidios, lejos de la fiesta oficial, los muertos han aumentado y las desapariciones están por las nubes. El gobierno prefiere ocultar cifras y disfrazar el desastre, pero los registros de INEGI y los propios datos federales contradicen la narrativa presidencial.
Implicaciones de sus señalamientos
¿Las consecuencias? Estados Unidos manda —literalmente—. Trump ordena, Sheinbaum obedece.
La “cooperación” es sinónimo de sumisión: la entrega de narcos, la amenaza de aranceles, y ahora la intervención directa de agencias gringas en el país son hechos, no discursos. Los cárteles, que según Hernández garantizaron el triunfo de Morena, ahora podrían volverse contra el régimen traicionado. El monopolio de poder de Morena se tambalea, y la verdadera oposición son las madres de desaparecidos y las organizaciones civiles que no tienen ni voz ni voto en estas farsas.
En resumen (y sin pelos en la lengua): México vive un nuevo episodio de sometimiento y simulación. El régimen de Sheinbaum finge soberanía mientras Estados Unidos pone las reglas, y el narco sigue teniendo la última palabra.
La pregunta que queda al aire: ¿cuánto miedo y cuánta resistencia le queda realmente a la presidenta antes de que la fachada se venga abajo y los cárteles cobren factura?
Con informacion: NARCOSISTEMA/
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