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domingo, 21 de septiembre de 2025

«SI NO VENDIA HUACHICOL ME MATABAN»: «ASI OPERABA la LACRA EMPODERADA y SOLAPADA por MORENA,el GOBIERNO y MILITARES que NUNCA HICIERON NADA por IMPEDIRLO»…y eso, es aun mas criminal.


La novela criminal del activo de Morena, Hernán Bermúdez Requena, alias “El Abuelo”, parece un guion barato de narcopolítica tropical, nomás que aquí no hubo ficción, sino huachicol, secuestros, notarios cómplices y un ejército de autoridades haciéndose pendejas para proteger a su consentido durante su periodo de estrella y antes de ser estrellado.

Todo arrancó en 2018, cuando Ramón Martínez Armengol abrió su gasolinera en Villahermosa. Tres meses le duró el gusto. Un buen día llegaron “El Blin Blin” —operador de La Barredora— y el abogado de confianza de Bermúdez, Manuel de Atocha. Ni chiste ni disfraz: lo amenazaron con que de ahí en adelante su negocio sería surtido de huachicol, sí o sí, y que las ganancias fluían directo a Bermúdez y su cártel de cuates. La mitad de las utilidades del combustible chafa iban para el “Abuelo”, protegido de la 4T, como si fuera funcionario modelo,mientras el ex-presidente corrupto lo defendía como hombre honesto.

El pastel estaba bien servido: tres pipas piratas a la semana, casi dos millones de pesos al valor de mercado. Todo escoltado por camionetas blancas que parecían de la FGR. O sea, el crimen organizado vestido de Estado. Y de pronto, ¡zas!, en 2019 Bermúdez estrenaba cargo oficial: titular de la Secretaría de Seguridad Pública de Tabasco. El mismo tipo que en las sombras extorsionaba gasolineros ahora se colgaba la placa para “combatir al crimen”.

Cuando el empresario dijo “ya basta”, el aparato de Bermúdez le demostró de qué estaba hecho: lo levantaron, lo balearon, le robaron un Rolex, lo hicieron firmar ante notario —otro lacayo del sistema— para despojarlo de su gasolinera. Después, como buen padrino de caricatura, Bermúdez jugaba juez y parte: su despacho jurídico defendía al secuestrador mientras él, como secretario de Seguridad, bloqueaba que se ejecutaran los desalojos contra los rateros. Un asalto a plena luz del día, legalizado con membretes.

El guion siguió: promesas rotas, pagos bajo la mesa, chantajes dignos de telenovela cutre. “El Abuelo” exigía la mitad de la gasolinera como trato final y hasta presumía su línea directa con Ulises Pinto, alias “El Mamado”, capo de La Barredora. Para rematar, el día del desalojo oficial una actuaria judicial canceló todo “por culpa de la neblina”… sí, la neblina. El teatro de lo absurdo montado para tapar lo que en realidad fue un cañonazo de billetes a los jueces.

Así operaba la red Bermúdez: con huachicol, notarios, abogados matones, jueces doblados, policías encubridores y políticos sonriendo mientras lo usaban como su operador sucio. Era intocable: protegido por Morena, exhibido en informes militares, pero protegido por ellos mismos bajo el amparo del gobierno estatal. 

Hoy por fin está tras las rejas, pero el hedor que deja su historia no es de gasolina robada, sino de un sistema podrido hasta el tuétano que lo fabricó, lo cuidó ,lo encumbró y ahora le quiere jugar al decente.

Con información: ELNORTE/

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