La imagen por si sola es explicita,es elocuente y muestra un momento de profunda confrontación y hartazgo social: frente al cuartel militar 27 Batallón de Infantería en Iguala, normalistas de Ayotzinapa lanzan petardos e incendian una camioneta, mientras pintas acusan directamente al Ejército y el Estado de ser responsables de la desaparición de los 43 estudiantes hace 11 años y no se equivocan,a la luz de la evidencia.
Descripción de la imagen
Se observa una camioneta en llamas frente a la entrada mega blindada del cuartel militar, con humo negro elevándose sobre las bardas adornadas con banderas nacionales. Detrás de barricadas improvisadas, las consignas «Fue el Ejército», «Ni perdón ni olvido» y el número 43 aparecen en paredes y árboles, delineando sin censura la rabia y exigencia de justicia de quienes, tras más de una década, no sólo no han encontrado respuestas, sino que enfrentan la impunidad y el silencio oficial, pues siempre chocan con la impunidad militar.
Significado entre líneas
Este acto es un grito directo y hasta irreverente en contra del aparato estatal y militar mexicano, exhibiendo la fractura entre el pueblo y sus instituciones. No es sólo una protesta: es la confirmación de que el Estado de derecho está herido o quizá, para muchos, jamás existió auténticamente. El incendio, los petardos, las pintas y barricadas visibilizan el descrédito absoluto hacia las fuerzas armadas, asociadas por testimonios e informes al crimen, al ocultamiento de pruebas y a la protección de los perpetradores.
El reclamo de los padres y manifestantes no solo exige la entrega de 800 folios que podría esclarecer lo sucedido —y que el Ejército se niega a proporcionar—, sino señala la falta de voluntad tras tres sexenios y la nueva promesa presidencial de investigar el caso, una ecuación repetida hasta el hartazgo: “Gobiernos entran y salen, y siempre es lo mismo: investigar sin resultados”.
¿Viva México?
La pregunta, escrita con sarcasmo, parece tristemente retórica. Este país no celebra con orgullo, sino se desangra en la rabia de quienes claman por sus hijos desaparecidos y enfrentan una realidad en la que exigir justicia deriva en represión. La imagen dice, sin matices: aquí falta Estado de derecho y sobra impunidad. El mural patrio en la entrada contrasta brutalmente con la escena de fuego y acusación. Las frases pintadas son lapidarias, y la violencia reivindica la ausencia de protección y certeza legal; la vivencia cotidiana es una institucionalización del dolor, la mentira y la lucha solitaria de las víctimas frente a los muros verdes de la autoridad.
Contexto del conflicto y la protesta
- Padres y normalistas exigen al Gobierno y especialmente al Ejército entregar toda la información relacionada con el caso Ayotzinapa, bajo la lupa de la nueva administración de Claudia Sheinbaum, que promete, porque prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila, abrir “nuevas líneas de investigación”.
- Las jornadas de protesta continuarán durante toda la semana previa al aniversario, con movilizaciones nacionales y acciones directas en la CDMX y oficinas de la Fiscalía General de la República.
- Las autoridades han blindado sus instalaciones, sin confrontar a los manifestantes, evidenciando una dinámica de cerrazón institucional y temor al costo político más que a la solución del conflicto.
“Ni perdón ni olvido” se transforma así, en la epitafio de una generación sin respuestas, que desafía la narrativa oficial y el silencio estatal con un acto de memoria, rabia y fuego,años tras año.
Con informacion: ELNORTE/
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